Sociedadcableada, por Juan Varela
Un blog sobre los nuevos ciudadanos y medios digitales
Libertad. Será uno de los puntos críticos del desarrollo de Chrome OS, un sistema operativo para las aplicaciones en internet y el cloud computing. ¿Cómo respetará Google la privacidad y los contenidos de los usuarios? ¿Cómo se dispondrá de los datos y contenidos sin conexión? ¿Cómo liberarse del universo Google cuando encender el ordenador es entrar por una puerta del ciberespacio que te guía y de la que muchos no saldrán?
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Son algunos de los problemas e incógnitas a solucionar para acabar con la era del PC tal como la conocemos: pasar de la descentralización de los ordenadores capaces de realizar con autonomía cualquier tarea y no caer de nuevo en terminales bobas, sometidas al control externo y dependientes de la red a la que están conectados. Aunque esa red sea ahora internet y no una red local o corporativa.
Mantener la libertad y el control sobre los contenidos es imprescindible. La vida en la nube —el conjunto de operaciones y contenidos alojados y usados directamente en internet— no debería sucumbir al control 2.0 de una empresa como Google. Por mucho que repita su mensaje corporativo de no hacer el mal.
Una de las formas de evitarlo es la transparencia. Cuanto más transparente sean la tecnología y sus condiciones, más libertad para el usuario de decidir qué servicios y herramientas usar.
Otra manera es construir de verdad un sistema abierto. Permitir a los desarrolladores de software libre y a otras plataformas y empresas crear aplicaciones y servicios accesibles desde Chrome OS y separados del entorno Google. Un sistema operativo capaz de manejar diferentes aplicaciones web de teceros, como parece prometer Microsoft con Gazelle, el proyecto que habría adelantado el anuncio de Google.
Garantizar la portabilidad: facilitar una migración sencilla de los datos y contenidos de los usuarios a cualquier otro servicio.
Sostener las condiciones del servicio y no cambiarlas unilateralmente sin previo aviso y con garantías para la migración y eliminación de los datos de sus servidores. Por ejemplo en caso comenzar a cobrar por un servicio antes gratuito.
Y, siempre, la privacidad: no utilizar los datos y contenidos de los usuarios sin consentimiento previo y garantizar el secreto de las comunicaciones.
Google quiere hacer el sistema operativo Chrome invisible para el usuario. Evitar la molestia de esa barrera Windows, la frontera de la capacidad de acción de los usuarios en función de las aplicaciones que utilizan y son capaces de comprar y actualizar constantemente, y abrir la libertad infinita de la Red.
Pero esa frontera no debe ser sustituida por un solo canal —el universo Google— donde el Gran Ciberleviatán te mantiene atrapado en su red, donde rentabiliza un sistema operativo gratis con tu tiempo, tu atención, tu exposición a esas aplicaciones y almacenes de datos y contenidos repletos de la publicidad con la que se pagan las iniciativas del buscador.
Porque tu tiempo, tus datos, tus contenidos y las páginas que generan son lo que compra y venderá Google a la publicidad. Una publicidad que rentabiliza más en sus sitios propios que en las webs ajenas. De ahí su necesidad de crear más plataformas de contenidos y servicios propios.
¿Cambiarán los usuarios programas, funcionalidades y posibilidades de acceder y usar más herramientas por una exposición constante a la publicidad? La respuesta parece ser que sí. Las aplicaciones de Google ya han dejado de ser beta cuando millones de personas las utilizan. Pero GMail, la más usada, sigue siendo la tercera tras Yahoo y Windows Live Hotmail en el mercado norteamericano con 36 millones de usuarios, a pesar de su crecimiento. En España se calculan seis millones.
Pero crece también entre las empresas, un mercado en el que Google comienza a competir. Las Google Apps ya son utilizadas por las de 1,75 millones de compañías, según los datos del anuncio de la desaparición de la beta en estos servicios.
Google ya ha anunciado que trabaja con fabricantes de ordenadores y programas muy populares como Adobe, Acer, Asus, HP, Lenovo o Toshiba, pero no aclarará hasta final de año cómo trabajará con la comunidad de software libre, aunque ofrece su "pequeña contribución al gran trabajo que están haciendo".
Cuanto más abierto y transparente el nuevo sistema operativo que Google lanza para desafiar la hegemonía de Microsoft, más garantías para los usuarios. De lo contrario posiblemente los nómadas digitales vivirán obligados a vivir con dos sistemas operativos. Uno para la privacidad compartida y la identidad portátil, la que muchos usuarios distribuyen y exponen en la red gracias a la conectividad ubicua y a los servicios participativos. Otro para gestionar con mayor control y seguridad todo lo que no se arriesgan a compartir.
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Juan Varela es periodista y bloguero.
La vida real y virtual en el ciberespacio y la actividad de los nuevos ciudadanos digitales. Una exploración de la vida cuando todos podemos ser medios. Los desafíos de la democracia y la ciudadanía digital. La cibercultura y las ideas que animan la vida digital y las identidades de dominio público en la era del ciborg sentimental.
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