— Buenas tardes...
— Hola, venía a por la píldora del día después...
— ¿Sabes que tienes que pagar seis euros?
— ¿Cómo? ¿Y luego aparte tengo que pagar en la farmacia?
— Sí, es que nos han retirado la subvención. De todas formas si no quieres pagar por la receta, hay otro centro en la calle Navas de Tolosa, al lado de Preciados.
Son las seis y cuarto de la tarde. En la sala de espera del Centro Joven de Anticoncepción y Sexualidad de la calle San Vicente Ferrer de Madrid hay cinco personas. Dos parejas y una tercera chica que no sé muy bien si viene de acompañante o por libre. Miro a mi alrededor, saco la cartera y me decido a pagar. De momento, hasta que no entre en vigor la medida anunciada el lunes pasado por la ministra de Sanidad y que permitirá comprar por 20 euros la píldora postcoital sin receta, se necesita la prescripción de un médico. Entre el precio de la pastilla y los seis euros de la consulta, tendré que pagar como mínimo 25 euros. Y eso a pesar de que Gallardón dijo el jueves que en Madrid la píldora se da gratis en los centros de planificación familiar.
Carteles de este tipo se ven en las consultas de planificación.
A pesar del dinero he tenido suerte. Antes de aterrizar aquí sólo he tenido que ir a otro centro. Uno en la calle Almagro que localicé por internet y al que llegué a las cuatro de la tarde. Allí me remitieron a éste. Sólo había un problema: "Su horario es de seis a ocho". Empezaba mi espera vagando por el centro de Madrid. Google no me dio la respuesta exacta, como tampoco se la da a otras jóvenes que buscan un centro al que acudir después de una relación de riesgo. Aún así no me puedo quejar. Empecé mi búsqueda el lunes por la mañana y por la tarde ya me estaban atendiendo en un centro. Otras madrileñas tienen que recorrer un camino mucho más largo, sobre todo si el incidente ocurre durante el fin de semana.
Actualmente, en ningún hospital de la Comunidad de Madrid dan ni recetan la píldora postcoital. Tampoco en los ambulatorios de toda la vida, me explica a posteriori Luis Enrique Sánchez, secretario de la Federación Española de Planificación Familiar (FPFE), y me lo confirma la Consejería de Sanidad. Sólo la prescriben en los centros del Sistema Municipal de Salud, dependientes del Ayuntamiento, y otros municipales en Coslada, San Fernando, Getafe, Leganés, Alcobendas, Alcalá de Henares y Arganda. El problema es que abren de lunes a viernes. ¿Qué pasa entonces si necesitas la píldora postcoital un sábado o un festivo? Normalmente las jóvenes acuden a los hospitales pero allí no está la solución. "Sólo hay tres opciones, el centro de Vallecas, el de la calle Navas de Tolosa y la Casa del Socorro de Alcalá de Henares", asegura Luis Enrique Sánchez.
Entiendo tras esta conversación por qué la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, hablaba esta mañana en la SER de los "peregrinajes" que tienen que hacer las jóvenes de algunas comunidades para conseguir este método de anticonceptivo "de emergencia", como insiste en que se le llame. Internet no tiene la respuesta, en un hospital tampoco está la solución y sólo existen tres lugares a dónde ir en toda la Comunidad de Madrid durante el fin de semana. Todo esto con un límite de tiempo: la píldora postcoital sólo funciona en las 72 horas siguientes a la relación de riesgo por lo que urge tomarla cuanto antes. Pero volvamos a la sala de espera. Aún no tengo la píldora en la mano y los minutos siguen pasando.
Después de explicar a dos recepcionistas a qué he ido al centro, me preguntan una serie de datos: nombre y dos primeras letras del primer y segundo apellido. Edad. Fecha de nacimiento. Lugar de residencia. Es el momento de pasar a la consulta. Me siento frente a otra mujer de unos cuarenta años que empieza a hacerme todo tipo de cuestiones mientras me da otra clase de información. "¿Qué fue lo que ha pasado?" "¿Cuándo fue?" "¿Fue una relación intensa?" "¿A qué te dedicas?" "¿Cómo puntúas tu sexualidad?" "¿Dónde comprasteis los condones?" "¿Qué sabes de la píldora postcoital?" "¿Te la has tomado alguna otra vez?" Voy respondiendo aunque no necesariamente digo la verdad y nadie lo verifica. Salgo de la consulta. Ha pasado una hora y todavía no tengo la píldora. Ahora sé que la píldora "no es abortiva", cómo actúa , qué efectos secundarios puede provocar y dónde debería comprar y guardar los condones. Lecciones que a partir de ahora teóricamente deberán dar los farmacéuticos, según lo pactado el miércoles por Jiménez y el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos.
Superada esta fase, toca la siguiente: la consulta con la médico. Otra vez vuelvo a la sala de espera. Ahora sí que tengo que esperar. Me dedico a mirar a mi alrededor mientras pasan los minutos. La gente que está ahora sentada no es la misma que antes. Siguen pasando los minutos. Así hasta 20. Por fin llega mi turno. El nuevo trámite es mucho más rápido. Entro en otra consulta. La médico mira la hoja que le ha pasado su compañera y me dice: "¿Tienes alguna duda?" "¿Qué pasa si vomito después de tomarla? Y mañana, ¿podré hacer vida normal?", le pregunto. Tras contestarme, me firma la receta y me acompaña a la puerta.
Con el papel en la mano ya sólo tengo que ir a una farmacia. Son casi las ocho. Me dirijo a una botica de la calle del General Castaños. Están a punto de cerrar. Aún así se acercan a atenderme. Le doy la receta.
— No la tenemos.
— Pero, ¿por qué?
— No la tenemos porque es abortiva.
— Si me acaban de decir en el centro que es un anticonceptivo.
— Ellos te dirán lo que quieren pero aquí no la vendemos porque es abortiva. Porque impide que el óvulo fecundado anide en el útero.
— ¿Y me puedes decir dónde me la pueden vender?
[silencio]
¿Y ahora qué? El tiempo sigue pasando. Son las ocho y media. Por suerte localizo otra farmacia cerca que está abierta y sí me venden la famosa pastilla sin preguntar nada. Sólo tengo que pagar 19,17 euros. Objetivo conseguido. Aún así sigo sin entender por qué teniendo una receta del médico se niegan a venderme un medicamento. Por eso nada más llegar a la redacción esta mañana llamo a Mariano Avilés, presidente de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico (asedef). "¿Se puede objetar actualmente y no vender la píldora postcoital?", le pregunto. Deber no se debe, pero se hace", me dice. De todas formas la Ley de de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios dice que "los farmacéuticos no se pueden negar a dar lo que le piden los clientes y más si está recetado por un médico". Y me recomienda: "En un caso así lo que hay que hacer es denunciar" para que no se repita.
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Me sorprende y alarma que muchos comentarios hablen de la píldora postcoital como una alternativa al preservativo. +
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