Paraguay vive una democracia de baja calidad desde hace 20 años

Asunción.-  Paraguay vive una democracia de baja calidad y sigue combatiendo la corrupción y la impunidad desde el derrocamiento de la dictadura de Alfredo Stroessner, hace 20 años, según analistas consultados por Efe.

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(EFE)

Stroessner (en la imagen) fue derrocado el 2 y 3 de febrero de 1989 por un cruento golpe militar encabezado por su consuegro, el general Andrés Rodríguez. EFE/Archivo

La llegada de la democracia a Paraguay "fue una fecha clave del siglo pasado porque supuso la salida de una asfixia autoritaria para encarar la modernidad con libertades públicas, todo un desafío para un país sin tradición cívica", afirmó el analista Alfredo Boccia.

En ese sentido, recordó que la historia independiente de este país registra, a diferencia de sus vecinos de la región, escaso rodaje democrático, ya que a Stroessner lo "precedieron otros Gobiernos autoritarios y no hay más que islas de vigencias de libertades públicas".

Además, Boccia advirtió que veinte años después del derrocamiento de la última dictadura militar en Suramérica, en Paraguay se siguen dando batallas contra la corrupción y la impunidad debido a los malos Gobiernos que se sucedieron en la democracia.

"Cuando uno empieza a fijarse en los resultados económicos y sociales, el panorama es desalentador", aseveró, al precisar que "Paraguay ha hecho pocos progresos económicos, no ha podido erradicar la corrupción ni la impunidad y se ha convertido en uno de los países más pobres y desiguales del continente".

"La ciudadanía paraguaya sigue sufriendo una democracia de mala calidad, pero parece haber aprendido que el único camino que hay es insuflarle más democracia y hacerla funcionar", refirió el analista.

Consideró que a estas alturas los valores de la democracia "están aparentemente bien atados en la conciencia de la gente y cualquier salida que se busque hacia atrás parece no gozar del aprecio ciudadano".

Una encuesta que publica hoy el diario asunceno Ultima Hora parece explicar el descontento popular al revelar que aunque se reconoce a Stroessner como dictador, la percepción ciudadana destaca que durante su mandato se gozaba de bienestar económico.

A la pregunta de cómo la gente se sentía económicamente en esa época, el 49,2 por ciento afirma que "bien", el 22,2 por ciento "muy bien", el 21,5 "regular", mientras que solo el 2,9 y el 0,5 por ciento vivían "mal" y "muy mal", respectivamente.

Asimismo, varios ex jefes militares que ejecutaron la sublevación denunciaron hoy en un comunicado que "desde el 1989 a esta parte no se ha realizado una sola obra pública de envergadura" y que, por el contrario, "ha aflorado (...) una nueva clase social: la de los nuevos millonarios, los ladrones y traficantes de guantes blancos".

El pronunciamiento está firmado entre otros por el general retirado Lino Oviedo, líder de la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (UNACE), quien será distinguido este martes por el Congreso junto con otros ex oficiales en uno de actos programados por el vigésimo aniversario de la llegada de la democracia al país.

Boccia insistió que en todo este tiempo "la clase política se ha aplazado, los partidos políticos se han convertido en una agencia de empleo, sin ideologías ni líderes", al contrario de la agrupaciones civiles.

"Ese crecimiento de la conciencia ciudadana eclosionó el 20 de abril pasado, cuando por el hartazgo de un sistema político vigente permitió que el ex obispo Fernando Lugo venciera a las estructuras tradicionales", refirió.

Lugo, de 57 años, puso fin en los comicios generales del 20 de abril de 2008 a una hegemonía en el poder de 61 años del Partido Colorado, al frente de una coalición integrada por grupos menores de izquierda y el centenario Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA, centroderecha), su principal aliado.

Stroessner fue derrocado el 2 y 3 de febrero de 1989 por un cruento golpe militar encabezado por su consuegro, el general Andrés Rodríguez (1923-1997), quien asumió un Gobierno provisional antes de ser elegido presidente en comicios libres.

Por su parte, el dictador se asiló en Brasil, donde residió hasta su muerte, en agosto de 2006, a los 94 años.

Rodríguez, quien era el hombre fuerte de la milicia paraguaya y estaba investigado por las autoridades antidrogas de EE.UU., encarriló la transición con la convocatoria a una Constituyente, que en 1992 promulgó la nueva Constitución y la elaboración del Código Electoral.