Silicon Valley y Europa

¿Están a punto de romper todas las relaciones diplomáticas?

Wonderlane (Flickr)

Podríamos creerlo, a juzgar por el tono acerbo de las tundas intercambiadas públicamente por Michael Arrington (TechCrunch) y Loïc LeMeur (Seesmic).

Las dos estrellas en cuestión (igualmente egomaníacos, bocazas y obsesionados tanto por el show business como por la tecnología) han encontrado un viejo truco para aumentar el tráfico en tiempos de crisis. No hay nada como una buena bronca para que hablen de uno.

Pero aquellos que no han seguido el asunto (los comprendemos) encontrarán también en él algunas de las banalidades que se piensan y se dicen sobre las diferencias entre la cultura de empresa europea y la de California. Eso siempre puede ser útil.

En resumen:

• A Arrington se le da un tratamiento suntuoso en la conferencia LeWeb organizada por LeMeur.
• Ya en el escenario la emprende con los europeos, a los que les gusta demasiado la buena vida como para ser buenos empresarios que 'ganan'.
• LeMeur pregunta a sus lectores si debe invitar a M.A. el año que viene.
• M.A. acusa a L.L de querer censurarlo y considera el no volver a enviar periodistas para cubrir el evento.
• L.L se considera víctima de amenazas. Su bella amistad está en peligro.
• Los comentarios a todas estas intervenciones valen su peso en oro.
• Y el ombligo de la blogosfera de las altas tecnologías está que arde.
• Loren Feldman decide "vetar a Francia".
• Un buen canadiense, Mathew Ingram, adopta una postura equilibrada y aprovecha la ocasión para saltar sobre el Americano Feo.

No falta de nada, ni siquiera una llamada a la razón en nombre de la supuesta aldea global.

Pero ningún argumento serio: sobre la disponibilidad de capital o la talla del mercado americano y anglófono por un lado (por ejemplo) o sobre el miedo a lo nuevo y la evolución demasiado lenta de las instituciones por otro (por ejemplo).

¿Qué importa?

¿Entonces?