El primer ministro ve posturas "irreconciliables" entre flamencos y francófonos

Bruselas.-  El primer ministro belga, Yves Leterme, ha reconocido hoy, tras presentar su dimisión, que existen posturas "irreconciliables" de las comunidades francófona y flamenca para descentralizar el Estado, lo que demuestra que la reforma estatal es "esencial" para que el Gobierno tome decisiones en común.

Leterme presentó anoche su dimisión al rey Alberto II, quien por el momento ha decidido dejar en suspenso la decisión de aceptarla o rechazarla.

La petición de renuncia de su Gobierno, integrado por cinco partidos -democristianos y liberales flamencos y francófonos, así como por los socialistas francófonos-, se precipitó después de constatar el bloqueo de las negociaciones para una nueva reforma del Estado federal y tras conocer el rechazo de su propio partido (el democristiano flamenco CD&V) a la opción de prolongarlas.

A pesar de "todos los esfuerzos y toda la perseverancia", Leterme afirma en un comunicado que no se ha cumplido el plazo para alcanzar un acuerdo entre flamencos y francófonos.

Hoy era la fecha límite que los partidos flamencos habían dado a los francófonos para llegar a un acuerdo para realizar una reforma en profundidad del Estado federal, so pena de retirar su confianza al Gobierno.

Los partidos flamencos, especialmente el CD&V, y el partido nacionalista aliado a éste, NV-A, habían amenazado en varias ocasiones con dejar caer al Gobierno si no se llegaba a un acuerdo en el plazo previsto.

Según Leterme, las "visiones opuestas" entre las comunidades francófona y flamenca, llamadas a crear un "nuevo equilibrio necesario" para la construcción del Estado, "son hoy irreconciliables".

A su juicio, esto demuestra que el modelo de negociación en un nivel exclusivamente federal "ha alcanzado su límite", por lo que considera que la reforma del Estado es un "elemento esencial" para llegar a un acuerdo de gobierno.

Su última propuesta para proseguir las conversaciones había sido involucrar en ellas también a los presidentes de los ejecutivos regionales y no sólo a los responsables de los principales partidos de uno y otro lado del país.

Esta idea, destinada sobre todo a rebajar la presión ejercida dentro de su propio campo flamenco, no habría sido secundada por su partido, el CD&V, lo que habría llevado al primer ministro a un callejón sin salida.

Las exigencias flamencas de la escisión del distrito electoral Bruselas-Halle-Vilvoorde y de más poderes para las regiones, y las resistencias de los valones a aceptarlas, ya estuvieron detrás de la grave crisis que vivió Bélgica tras las elecciones de junio de 2007, que dejó al país con un Gobierno en funciones y otro provisional durante nueve meses.