Investigadores entre rejas

Carabanchel, la prisión modelo de la represión durante el franquismo, ha pasado a convertirse en proyecto de estudio por parte de un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Están dispuestos a abrir el debate sobre cómo gestionar esa parte del patrimonio histórico de las sociedades, que también representan "un patrimonio indeseado", tal y como explica la directora del proyecto, Carmen Ortiz, antropóloga empeñada en el estudio del patrimonio y la cultural popular.

La cárcel de Carabanchel, cuyo nombre propio se convirtió en sinónimo de prisión durante la dictadura y la transición, se comenzó a construir el 20 de abril de 1940, un año después de que terminara la Guerra Civil. Fue inaugurada el 22 de junio de 1944 e inicialmente contaba con una capacidad para 2.000 personas, aunque una de sus características hasta su cierre, fue el hacinamiento, durante décadas de sus presos.

Cerrada en 1998, la prisión ha sido sometida a un expolio constante, ha sido motivo de tensiones entre la administración central —la prisión depende del Ministerio del Interior, ahora con Gobierno socialista— y la la autonómica y la municipal —los 172.000 m ² que tiene el solar están en la Comunidad de Madrid, pero dentro de los barrios de Carabanchel y Aluche— . Mientras los vecinos de Carabanchel luchan desde hace 20 años para que esos terrenos se conviertan en un centro para la paz, con una facultad de medicina, un hospital, un centro de convenciones, la Comunidad y el Ministerio tienen constantes tentaciones especulativas con unos terrenos muy golosos para los constructores.

Los graffitis como historia

El grupo de científicos "no pretende decir a las administraciones qué tienen que hacer con Carabanchel", porque eso corresponde a los políticos, según ha puntualizado varias veces la directora del proyecto.

Los tres objetivos que se persiguen están claros para los investigadores. El primero se centrará en el estudio de los dibujos y los graffitis que se conservan en los muros. Los que fueron realizados por los presos que habitaron la prisión en las diferentes etapas de su vida carcelaria, y también, los hechos posteriormente. A su cierre, en 1998, la prisión abandonada se convirtió en un centro de peregrinación de muchos de los mejores graffiteros de España.

El segundo será un examen del estudio actual de la cárcel, que permitirá analizar el edificio como un espacio de represión y poder durante los 54 años que permaneció abierto. Los sabios del CSIC empezarán por el diseño del edificio, "con una planta de estrella con un punto de vigilancia central", comentó Ortiz, de acuerdo con el llamado sistema "panóptico". Para los expertos en sociología del derecho, el término es bastante común, puesto que es el nombre con que se conoce a los centros penitenciarios diseñados por el filósofo británico Jeremy Bentham en 1791. El concepto se basaba en que un vigilante podía observar a todos los prisioneros, sin que éstos pudieran saber si estaban siendo observados o no. Carabanchel y la cárcel modelo de Barcelona fueron construidas con este modelo, cuando ya estaba en desuso en los otros países de Europa, que cambiaban al sistema de pabellones. En esta segunda parte, el equipo hará una reconstrucción social de la vida de la prisión, mediante los diferentes testimonios de quienes estuvieron en sus galerías.

La tercera parte del área de investigación se dedicará a la simbología que la cárcel ha tenido durante décadas para todo el barrio de Carabanchel y Aluche. Ortiz está convencida de que aquel lugar de represión y tristeza, que forma parte del "patrimonio indeseado de los pueblos", puede convertirse en un centro de convivencia, "de educación para la paz y la democracia". Ahora, aunque Ortiz opina que no les van a politizar el estudio y el proyecto, sólo queda ver cómo actuará la Comunidad de Madrid que preside Esperanza Aguirre y el Ministerio del Interior que dirige Alfredo Pérez Rubalcaba.