Esperanza y frustración en el X aniversario del referéndum en Timor Oriental

Yakarta.-  Timor Oriental conmemoró hoy el décimo aniversario del referéndum de independencia de Indonesia, entre la esperanza de un futuro mejor y la frustración por los magros avances obtenidos durante esta década en el país más joven y pobre de Asia.

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(EFE)

El presidente de Timor Oriental José Ramos Horta (i) durante una celebración por el décimo aniversario del referéndum de independencia de Indonesia, entre la esperanza de un futuro mejor y la frustración por los pobres avances logrados durante esta década por el país más joven y pobre de Asia, en Dili, capital de Timor Oriental, hoy, 30 de agosto.

La votación, donde cuatro de cada cinco timorenses apoyaron la separación de Yakarta, supuso el fin de 24 años de sangrienta ocupación militar indonesia y el primer paso hacia la libertad política del país, que se formalizó en 2002.

El presidente de la nación y Nobel de la Paz, José Ramos Horta, realizó un emotivo discurso para conmemorar la fecha, en el que abogó por "mirar hacia delante" y "dejar atrás el pasado".

"Este aniversario representa la esperanza de abandonar la violencia, la autodestrucción y la división. Éste es el mensaje del Gobierno hoy. Los timorenses han abrazado con sus corazones un futuro en paz", aseguró José Ramos Horta.

Además del presidente, varios artistas locales e indonesios participaron en los actos conmemorativos celebrados hoy en Dili, la capital timorense, tras el desfile de las tropas.

Altos cargos de otros países asistieron a los actos, entre los que destacan el ministro de Asuntos Exteriores indonesio, Hassan Wirayuda; el presidente del Parlamento portugués, Jaime Gama; y la gobernadora general de Australia, Quentin Bryce,

No obstante, el ambiente festivo de la conmemoración no logró eclipsar los obstáculos de carácter político, económico y social que atraviesa Timor Oriental, pese a las mejoras experimentadas en los últimos años.

Amnistía Internacional criticó esta semana la conducta de Timor Oriental, Indonesia y Naciones Unidas por permitir que los promotores de la violencia que sacudió el país en 1999 continúen impunes.

Aquel año, la consulta popular generó una brutal oleada de violencia por parte del Ejército indonesio y de paramilitares contratados por Yakarta, que asesinaron a más de 1.400 personas y destruyeron el ochenta por ciento de las infraestructuras del país.

Tropas internacionales lideradas por Australia permanecen desplegadas en el país desde entonces, para proteger la estabilidad del país; aunque José Ramos Horta pidió esta semana que concluyan su misión para 2012, coincidiendo con las próximas elecciones.

El último brote violento tuvo lugar en febrero de 2008, cuando un grupo de militares rebeldes intentó, sin éxito, asesinar al presidente Ramos Horta y al primer ministro, Xanana Gusmao.

Los expertos aseguran que la violencia ha lastrado en repetidas ocasiones el desarrollo de la antigua colonia portuguesa desde que ésta logro la independencia, y no descartan nuevos incidentes desestabilizadores.

Un reciente informe del Banco Mundial reconoce que una década de intervención militar y política multilateral ha provocado que "la violencia" sea "el método habitual de lidiar con las disputas y la frustración".

A pesar de que la economía creció el año pasado un 12,5 por ciento, la mitad de la población vive con menos de un dólar al día, el desempleo está muy extendido y la dependencia económica de las importaciones es notoria.

El presupuesto de este año es el doble que el del pasado ejercicio gracias a los ingresos proporcionados por el petróleo; pero la creciente corrupción deteriora a grandes pasos la imagen del Gobierno de Gusmao.

Las carencias en infraestructuras de transporte y saneamiento, entre otras, siguen siendo patentes; y cerca del 40 por ciento de los niños de entre seis y once años de edad no están escolarizados.

La mayor parte del millón de timorenses vive en y del campo, y apenas percibe que su nivel de vida haya mejorado en la última década, pese a los 5.200 millones de dólares (3.635 millones de euros) de ayuda exterior invertidos en el país, según La'o Hamutuk, un centro de estudios sobre el país asiático.

Timor Oriental fue una somnolienta colonia portuguesa durante cuatro siglos, hasta que la revolución de abril de 1974 trajo la democracia a Lisboa y la libertad a sus colonias.

Un año más tarde, en el contexto de la Guerra Fría y con el pretexto de que Timor se acercaba a la órbita comunista, el general Suharto ordenó la invasión del país con el apoyo implícito de Estados Unidos y Australia.

El 30 de agosto de 1999, más del 78 por ciento de los timorenses abogaron por la independencia en el referéndum que hoy se conmemora, y que se celebró auspiciado por Naciones Unidas.

Juan Palop