La muerte del patinador

BARCELONA.-  Si logras deslizarte con ruedas en los pies, tarde o temprano escucharás una voz que te dice: "En Europa no hay mejor ciudad que Barcelona para patinar". Y debe de ser cierto, basta con hojear cualquier revista especializada en skate para comprobarlo –ver Uno, Dogway, Kingpin, Thrasher, Skateboarding Mag— . Pero si has perdido el equilibrio o ya no estás en edad de moverte con rueditas —y mucho menos con alas— en los pies, lo más probable es que sólo te enteres de que, de tanto correr la voz, hay plazas de Barcelona que se han llenado de skaters, y de vecinos con tobillos magullados que se quejan. Por eso el Ayuntamiento prometió ponerle freno a tanta tabla con ruedas aplicando una ley, que no sólo prohíbe patinar, sino que impone al infractor/ra una multa de hasta 300 euros, además de la confiscación del monopatín.

Ante la amenaza policial, los skaters respondieron como mejor saben: burlando vigilantes gracias a la anarquía y velocidad que confiere una tabla con ruedas bien llevadas. Es decir, no hubo patinadores en lucha por mantener en alto la anárquica bandera skater. Y si pensaron que nadie lo haría por ellos, se equivocaron.

Bajo un nombre de apariencia inofensiva y casi chistosa, como es Kolectivohuevofrito, los artistas Lester Barreto y Pedro Dias han intervenido con un mural-exposición de dimensiones gigantes que han titulado 'La muerte del patinador', y que el 19 de febrero tiene previsto su clausura con un debate público. ¿Es legítimo prohibir patinar en las calles de una ciudad donde no hay pistas de patinaje? ¿De quién son los espacios públicos y quién delimita sus funciones? Skaters, vecinos, sociólogos y representantes del Ayuntamiento están convocados a confrontar respuestas.

Como todo adicto, el patinador busca a toda costa el placer de deslizarse: donde hay una rampa para sillas de ruedas, ve un salto, los bancos de plaza le inspiran piruetas y cuando se encuentra con un suelo llano, no piensa en otra cosa que en ganar velocidad. ¿Qué pasa cuando una obra arquitectónica moderna como un parque se transforma en algo para lo que no fue pensada? En este caso en un parque de diversiones. ¿No provoca eso sonrisas de satisfacción a los arquitectos?

No es habitual que el arte revierta decisiones políticas. Pero sí genera reflexión. Ese fue el propósito de Lester Barreto y Pedro Dias cuando presentaron su proyecto al concurso Diesel Wall Barcelona 2008, y ganaron. Un mural hecho con más de 400 tablas de skate que forman la silueta de un patinador caído es la primera parte de la obra que fue expuesta sobre la fachada del FAD (Foment de les Arts i del Disseny), frente al MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona). Dicen que se inspiraron en el gran playón de baldosas de piedra gris que sirve de acceso al MACBA —obra de Richard Meier—, cuyo nombre es Plaça dels Àngels, pero que por la forma de sus escaleras, desniveles y rampas hace años se convirtió en la meca de los skaters, los mismos que ahora el Ayuntamiento quiere —justamente— ahuyentar.

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Leonardio Faccio

Una imagen de la expo Skate Art - Skate Rip.

"En cuanto una zona se vuelve conflictiva, la Administración intenta ahogarla con todo tipo prohibiciones, algunas absurdas. Los skaters conquistaron su lugar en la memoria colectiva de esta plaza, y es un referente que no se puede quitar sin más; esta intervención es una reflexión sobre todo esto", dijo Lester Barreto al poner en marcha la obra que comenzó en septiembre de 2008 y en diciembre entró en su segunda etapa.

Dibujantes, diseñadores y skaters pintaron sobre las tablas que Barreto y Dias habían colgado. Al taller lo llamaron Skate Art- Skate Rip, y el resultado está —hasta el 19 de febrero— en la cripta subterránea del FAD (Foment de les Arts i el Disseny), donde cada tabla es expuesta dentro de un nicho iluminado como si fuera un cadáver célebre. "Con esta colección se quiere representar, metafóricamente, la polémica defunción del skateboarding en la Plaça dels Àngels como consecuencia de la normativa cívica que actualmente prohíbe su práctica", dice el folleto informativo de la muestra, que lleva un esqueleto humano y bicéfalo sujetando una tabla con su mano huesuda.

La resurrección del patinador sería la culminación de la obra de Barreto y Dias que todo patinador desea. De momento, todo indica que los futuros deslizamientos serán al margen de la ley. A menos que el gobierno reconozca que sus urbanistas son prodigios que han proyectado una ciudad del futuro, que ya llegó, donde los coches no son necesarios y sólo hace falta que la gente aprenda a deslizarse. Así lo hizo el francés Jean-Yves Blondeau, que a sus 28 años diseñó y puso a prueba un traje lleno de rueditas que le permite patinar con su cuerpo de manera integral. Le dicen 'Rollerman' y puedes verlo en este vídeo.