EEUU-India-Pakistán: un puzle diplomático a tres bandas

Las relaciones entre Pakistán e India penden de un hilo después de los atentados de Bombay, que, entre el 26 y el 29 de noviembre, costaron la vida a más de 180 personas. Entre las acusaciones cruzadas de ambos países, desembarca en el escenario de los hechos un tercer protagonista, pieza clave para llegar a entender el puzle diplomático que se ha formado en la región: Estados Unidos. Condolezza Rice ya se encuentra en Nueva Delhi, a petición expresa de Bush, con el objetivo de mostrar su apoyo a la India y desenmarañar la situación que se ha tejido en la zona tras los ataques al corazón financiero indio.

Vijay Mathur (REUTERS)

Condoleezza Rice ofrece una conferencia en la embajada de EEUU en Nueva Delhi.

La autoría de los brutales atentados de Bombay, las motivaciones de los terroristas, su procedencia... todo ello compone un complejo orden de cosas que los tres países mencionados se han propuesto desentrañar, si bien cada uno de ellos muestra un enfoque diferente a la hora de abordar la investigación. Por ejemplo, el primer paso de la India fue advertir que los terroristas procedían de Pakistán. Según las primeras informaciones procedentes de la Policía de Bombay, los terroristas llegaron a aguas indias en un barco que zarpó de la ciudad paquistaní de Karachi. Del mismo modo, la identidad del único detenido subraya esta hipótesis, pues ha confesado su pertenencia al grupo terrorista con base en Pakistán Lashkar-e-Toiba.

Lashkar-e-Toiba es una organización separatista paquistaní, que persigue el fin de la "ocupación" india en Cachemira, al tiempo que mantiene ciertos lazos con el terrorismo islámico. Sin embargo, no hay que olvidar, como reconoce el catedrático Fernando Reinares en un análisis recién publicado por el Real Instituto Elcano, que "los grupos terroristas que actúan en la India constituyen un conjunto muy heterogéneo. Los hay maoístas, irredentistas y separatistas, al igual que islamistas y abiertamente yihadistas, así como organizaciones que combinan estas últimas orientaciones". Y es que, si bien la magnitud del ataque en Bombay ha sido enorme, la India es un país que vive acostumbrado al terrorismo: "Sólo el pasado mes de julio hubo no menos de 120 incidentes terroristas y en agosto probablemente no menos de 90", según los datos que ofrece el citado catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos.

Por estas razones, el autor asegura que no hay que descartar la posibilidad de que el grupo paquistaní haya actuado en conexión "con elementos locales vinculados a los Muyahidines Indios u otros entramados afines", de un marcado carácter yihadista. Sin embargo, explica Reinares que, en todo caso, las autoridades indias, al referirse a la autoría de los atentados que asolan el país, "suelen por norma apuntar más hacia el exterior, en concreto hacia Pakistán". El propio autor considera que la reacción de las autoridades indias tras los atentados de Bombay, "bien puede ser que obedezca a meras razones de oportunidad". Es muy difícil determinar este hecho, pero lo cierto es que, según se ha sabido a través del testimonio de una fuente militar anónima estadounidense, la India habría recibido avisos por parte de Estados Unidos sobre la inminencia de un ataque, antes de que éste aconteciera, lo que demostraría un grave fallo en el sistema de defensa del país asiático para prevenir el ataque.

En cualquier caso, la visita de Condolezza busca transmitir un mensaje de solidaridad hacia los afectados y la gente de la India, mostrar el apoyo estadounidense en la investigación y en la persecución de los responsables y, de paso, añadir algo de presión sobre Pakistán, un país al que los norteamericanos acusan de no hacer lo suficiente para combatir el terrorismo islámico. "No quiero lanzar conclusiones precipitadas, pero creo que ahora es momento para una absoluta, completa y total cooperación y transparencia de Pakistán", dijo Rice, antes de su viaje a Asia. No hay que olvidar que la actitud y el doble juego del Ejército y los servicios secretos paquistaníes siempre han estado en el ojo del huracán para Estados Unidos. Por su parte, el secretario de Defensa, Robert Gates, ha manifestado el interés estadounidense en que "los dos países colaboren para asegurarse de que algo así no se vuelve a repetir". Igualmente, Gates —cuyo permanencia en el cargo ha sido confirmada por Obama— ha añadido que "claramente el ataque fue obra de un grupo extremista que aparentemente tenía como objetivo estadounidenses y británicos".

Mientras, Pakistán ha ofrecido a la India la creación de una comisión conjunta para investigar los ataques y ha hecho un llamamiento, en boca de su ministro de Exteriores, para "abandonar el juego de acusaciones y la propaganda hostil" en la que se han embarcado los países vecinos, una dinámica que sólo puede beneficiar a los terroristas, según el mandatario paquistaní.

¿Qué tipo de relación subyace entre estos países?

Para entender las posiciones de todos estos países, es pertienente revisar las relaciones que mantiene esta tríada de actores. Las conflictivas relaciones entre la India y Pakistán, si bien no han llegado nunca a normalizarse, se suavizaron en noviembre de 2003, cuando ambos países suscribieron un alto el fuego en los violentos enfrentamientos por la disputada región de Cachemira. Desde entonces, salvo algunos altibajos —como el que surgió tras los atentados de julio de 2006 en Bombay, en los que también murieron cerca de 180 personas—, la relación entre los territorios colindantes ha gozado de cierta estabilidad. Sin embargo, algunos analistas han manifestado en estos días su convencimiento de que esas relaciones pueden resentirse a raíz de los ataques de la pasada semana. En todo caso, el equilibrio de fuerzas entre ambos países siempre se ha visto muy influido por los designios de la superpotencia estadounidense.

(EFE)

Homenaje a las víctimas del atentado.

Antía Mato, especialista en Asia Meridional para el Instituto Elcano, trata en un artículo esa relación a tres bandas. Según reconoce, "es bien sabido que EEUU representa un elemento central de la política exterior (y hasta interior) de Pakistán porque Washington le ofrece la protección y la mediación que necesita frente a la 'amenaza india', además de proporcionarle una casi periódica ayuda económica (militar y no militar) que alivia las maltrechas arcas del Estado paquistaní". Además, la analista considera que Pakistán "es una pieza clave para la política estadounidense en la región, tanto hacia Asia del Sur (India), Asia Central (Afganistán e Irán) como incluso hacia China".

Sin embargo, al mismo tiempo, según manifiesta el artículo de Antía Mato, "los países occidentales piden a Pakistán que haga más esfuerzos" para combatir la amenaza terrorista. Este hecho ha provocado que Estados Unidos haya aumentado sus incursiones y las violaciones de la soberanía territorial paquistaní para llevar a cabo ataques contra presuntos terroristas. La especialista apostilla que "Washington ha justificado a veces bombardeos basándose en la supuesta existencia de líderes talibanes o altos miembros de Al-Qaeda, que después nunca ha sido probada" (aunque haya costado la vida a un alto número de civiles).

El próximo presidente estadounidense, Barack Obama, también se ha pronunciado con términos de dureza al referirse a Pakistán como "principal problema de la política exterior norteamericana", continúa Mato. De hecho, durante su campaña electoral mostró su disponibilidad a enviar tropas al país, si fuera necesario. Este distanciamiento con respecto a Pakistán puede traducirse en un acercamiento hacia la India, ya que, si Estados Unidos decide consolidar una política de imposición en Pakistán, es muy probable la búsqueda de posibles aliados, entre los que, sin duda, se encontraría la India. Precisamente, la propia Antía Mato ya había abordado el progresivo acercamiento entre Estados Unidos y la India en otro análisis, titulado 'La estrategia de EEUU hacia la India: luces y sombras'.

En toda caso, la autora de ambos textos concluye que una estrategia de imposición por parte de Estados Unidos corre un elevado riesgo de convertirse en algo contraproducente. Mato considera que la capacidad de acción del Gobierno paquistaní está muy lastrada por la actual debilidad interna del país, además de por las injerencias y el papel del Ejército y los servicios secretos. De este modo, para controlar la inestabilidad regional, sería más efectiva la búsqueda de un consenso con otros actores como China, la Unión Europea, Japón o los países árabes y con el propio Gobierno de Pakistán.