Y Harlem fue una fiesta

NUEVA YORK.-  La Gran Manzana, bastión demócrata, se ha lanzado a festejar en sus cinco barrios la que muchos llaman la victoria más importante de la historia reciente de Estados Unidos. Barack Obama se ha convertido en presidente y hay que celebrarlo por todo lo alto, sobre todo en Harlem, el barrio negro por excelencia y que en esta madrugada de noviembre le hace la competencia a Chicago.

(EFE)

Seguidores de Barack Obama celebran en Harlem.

Posters, chapas o camisetas. Todo eso se podía encontrar hasta ahora en los numerosos puestos que pueblan las esquinas de Harlem, esa parte del alto Manhattan en la que, desde hace meses, todo exhala un interesante olor a Obama. Ahora parece que todos esos pósters, esas chapas y esas camisetas han salido a la calle y han llenado los bares para decir bien alto eso de 'Yes we can': Obama será el primer presidente negro de Estados Unidos.

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Para muchos de los vecinos de Harlem, esos que en esta noche se han concentrado alrededor de puntos tan conocidos como el Apollo Theater o el restaurante Sylvia's (donde ya se brinda con champán), el senador por Illinois personifica todo por lo que muchos han luchado durante años y es, por fin, el relevo más potente que han podido encontrar a Martin Luther King Jr. o a Malcolm X, quien culmina sus sueños.

Muchos ríen, otros lloran, pero de emoción, y la mayoría grita. Harlem, núcleo de los movimientos sociales y políticos de la comunidad negra en la costa este de Estados Unidos durante décadas, es esta noche electoral un auténtico festival de emociones. El rugir de los coches con música, que, como locos, recorren esas calles tan elocuentes como las que se incluyen entre el bulevar Clayton Powell Jr., en honor del que fue el primer congresista negro por Nueva York, y la avenida Malcolm X, donde se puede llegar a oír algún saxo con ritmo de fiesta.

Nadie es capaz de esconder su júbilo: 60 años después del hito de Clayton, hoy Harlem, donde se concentra la esencia afroamericana de la ciudad de los rascacielos, celebra que uno de los suyos se sentará en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Tanta lucha, tantas revueltas y tanta concienciación han servido de algo.