Esta semana, una peli española. Basada en una obra de teatro que aguantó tres años en cartel en Barcelona, su director se estrena como tal con este largo, que no ha convencido ni a Volpini ni a Etxea. Aunque ambos la rescatan de alguna manera: para Volpini, "una película curiosa, que oscila entre la astracanada adolescente y algo mucho más interesante que se adivina por debajo de ella", y, para Etxea, Espinosa demuestra ser "un buen director de actores y capaz de contar una historia personal como si de nuestras vidas se tratara".
Este comentario empieza con telegrama para Albert Espinosa: lo has conseguido. Adelante. Nos cuentas tu vida, parece que no pasa nada, pero te queremos.
¿Qué otra intención tiene 'No me pidas que te bese porque te besaré' sino la de conquistarnos emocionalmente con ese fragmento de su biografía sentimental? En su opera prima tras la cámara, este cineasta diferente, además de ser guionista y hacer el papel de hermano del protagonista, sale muy airoso, aunque un poco reiterativo con eso de la masturbación a todas horas. Esta práctica tan íntima que exhibe sin pudor es al parecer una de las esencias de su existencia. A mí lo de los genitales masculinos me satura. Debe ser cosa de la edad.
Conocíamos a Espinosa como guionista de 'Planta Cuarta', donde había trasladado sus vivencias durante el proceso de superación de un cáncer. Ahora echa una mirada al mundo de unos seres 'especiales' que dan contexto a otros muy normales. Demuestra ser un buen director de actores y capaz de contar una historia personal como si de nuestras vidas se tratara. El tono de la peli le ha quedado tipo mundo fácil y feliz.
Los que, sin duda, están geniales son los alumnos de guitarra. Cada uno asiste a clase con su propio bagaje de minusvalía. Todavía me pregunto —creo que Volpini también se hacía la misma pregunta— si realmente esos actores tienen enfermedades como las de los personajes que interpretan. En todo caso, geniales.
Comedia, sí. 'No me pidas que te bese…' es una comedia no digo que como las de Azcona, pero sí muy hispana. De qué otra manera, sino en clave agridulce, se pueden abordar los problemas prematrimoniales de Albert —Eloy Azorín— y Helena —Teresa Hurtado de Ory—. Sus desencuentros y dudas les hacen estar bastante despistados. Y ya no digo más porque si no mi contrincante en este 'ring' cinefilifóbico dice que destripo argumentos. Al fin y al cabo eso no es importante. Lo divertido es el rato que te hacen pasar los actores con sus gracias y sus gags. Ah, un dato: se basa en la obra de teatro del mismo título y del propio guionista que aguantó tres años en cartel en Barcelona. Por algo será.
Albert tiene dos amigos, cada uno con un sueño. Su sueño personal es tocar la guitarra: por un trauma. "Los sueños son resultado de los traumas", dice. Del primero de sus amigos, el que sueña gozar a una mujer embadurnada con crema solar, la película se olvida inmediatamente. Queda el sueño de Albert y el otro, algo más crudo: la trinidad en el pene, la mística navaja de múltiples funciones: micción, intercambio sexual y autosatisfacción, cada una por su conducto independiente. Así se expresa y así se nos queda la cara. Sin embargo 'No me pidas que te bese' es una película curiosa, que oscila entre la astracanada adolescente y algo mucho más interesante que se adivina por debajo de ella.
DIGRESIÓN:
Advertimos cierta tendencia hoy en el cine a retratar ambientes saneados, como el neorrealismo (y una parte del Hollywood clásico, aquí entre el caviar y la acelga) retrataba ambientes deprimidos. El que en 'No me pidas que te bese, porque te besaré' vivan todos muy bien —discretamente, sólo los dos protagonistas— puede justificarse dado que:
Como a 'C' la desdice la película entera, o es 'A', o es 'B', o es la casualidad, o que alguien se cree en serio que así es como vive la gente.
Importa poco: llama la atención.
Un tanto extremo alguno en algún punto, las interpretaciones son de quedarse alobado en la butaca.
*Federico Volpini y Dr. Etxea son nuestros colaboradores de cine.
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