Morales pasó la víspera del revocatorio en su bastión de cocalero y jugó al fútbol

Villa Tunari (Bolivia).-  El presidente de Bolivia, Evo Morales, pasó la víspera del referendo de revocación de mandatos en su bastión cocalero del Chapare, donde se forjó como dirigente sindical y donde aprovechó para jugar un partido de fútbol.

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(EFE)

El presidente boliviano, Evo Morales (i), durante un partido de fútbol sala, en el marco de la inauguración de un gimnasio, en Villa Tunari, Chapare, (Bolivia), donde mañana emitirá su voto en el referendo revocatorio.

"Nunca me olvido, hemos estado en tantas movilizaciones", rememoró el "compañero Evo" ante quienes hoy abarrotaron el "coliseo" de Villa Tunari, una pequeña localidad de Cochabamba, en el centro del país, donde Morales nació a la vida política.

Allí regresó hoy el presidente boliviano para pasar la víspera del referendo. Mañana votará muy temprano en su comunidad Villa 14 de Septiembre, zona donde todavía es propietario de algunos "cocales".

Antes de viajar hasta el Chapare, Morales cumplió esta mañana con su agenda oficial en el Palacio de Gobierno en La Paz, donde firmó acuerdos con representantes de Irán y Venezuela para impulsar la creación de la empresa nacional de cementos de Bolivia.

Luego, Morales viajó a Cochabamba, desde donde encabezó una caravana de periodistas y policías que, a toda velocidad recorrió los 200 kilómetros que separan esta ciudad del Chapare y sólo paró a comer trucha a mitad de camino.

Serpenteando los valles tropicales que conducen a su bastión político (donde el respaldo al presidente indígena es prácticamente unánime), la visibilidad del apoyo a Morales fue creciendo por instantes durante el trayecto.

Lo que al principio no eran más que unas banderas con el azul, blanco y negro de su partido -Movimiento al Socialismo (MAS)- pronto se convirtió en un mar de pancartas y carteles de apoyo al presidente en el referendo del domingo.

En la consulta, Morales someterá su cargo al voto popular junto con ocho de los nueve prefectos (gobernadores) departamentales, la mayoría de ellos férreos opositores a las políticas izquierdistas y nacionalistas del presidente.

Mientras los prefectos de la oposición entran en huelga de hambre o escenifican derrotismo, la actitud del presidente reflejó hoy una tremenda seguridad en su victoria, anticipada ya por casi todas las encuestas.

Nada más llegar a Villa Tunari, el presidente se dio un breve paseo entre los vítores y aplausos de los habitantes del pueblo. A algunos de ellos, el "hermano Evo" los saludó con el afecto de un viejo conocido.

"¿Una fotito?, 10 dólares", respondió, bromista como casi siempre, a unos jóvenes que se le acercaron para retratarse a su lado.

A los que salían a recibirle con banderitas del MAS les decía: "la campaña ya terminó compañeros". Sin embargo, no pudo evitar hacer algo de proselitismo cuando aseguró a otros "hermanos" que mañana ganará.

El paseo terminó en la Alcaldía, donde se comprometió con autoridades municipales y sindicales a instalar una planta para la industrialización de la hoja de coca, planta sagrada para los indígenas bolivianos que también es la materia prima de la cocaína.

Desde allí, el "hermano Evo" se dirigió a un polideportivo cercano, donde regresó el "presidente" para, en un breve discurso, apuntar que la obra fue realizada con fondos de la cooperación venezolana.

En el trayecto, la seguridad estaba a cargo de la policía sindical: decenas de campesinos ataviados con una camiseta blanca decorada con un retrato del presidente y armados con una porra.

Además del polideportivo, que en el mismo día de su inauguración el presidente propuso su ampliación, Morales entregó más de un millón y medio de bolivianos (210.000 dólares) como adelanto para la planta de industrialización de la coca.

Del bolsillo de su camisa se sacó un cheque y se lo entregó a las autoridades municipales.

El resto del dinero, dijo, llegará en función de los adelantos en las obras, que exigió que empezaran pasado mañana y no mañana por la celebración del revocatorio.

Y allí mismo, Morales retó a jugar un partido de fútbol al equipo del sindicato de la zona con la promesa de que no les pensaba "patear" sino "golear".