España se pone dura... también con los latinos que vienen de vacaciones

Cuando Gabriela llegó al aeropuerto de Barajas el pasado 7 de julio se imaginaba que ése sería el comienzo de unas vacaciones perfectas con su hermana, que desde hace casi un año vive en Madrid. Sin embargo, ni siquiera pudo traspasar la aduana. Como sucede a muchos otros turistas latinoamericanos, los policías del puesto fronterizo impidieron su paso a pesar de que tenía toda la documentación en regla.

(EFE)

Un grupo de personas espera en Barajas.

El caso de Gabriela Calvin ha tenido cierta repercusión en Rosario, su ciudad de procedencia, donde ha relatado su experiencia a los medios de comunicación. En soitu.es recogemos una carta en la que describe y denuncia en España el maltrato que sufrió en el aeropuerto madrileño junto con otros recién llegados latinoamericanos.

Según su relato, los policías del aeropuerto sospecharon de la autenticidad de su carta de invitación, uno de los requisitos que se solicita a los argentinos que vienen de vacaciones a España. Durante ocho horas estuvo encerrada junto a otros extranjeros en un cuarto donde no les dejaron ni beber agua ni hablar por teléfono ni ir al baño.

Los agentes no llamaron a su familia para comprobar la veracidad de los documentos que presentaba y, durante un segundo interrogatorio, el policía encargado de redactar la declaración se negó a transcribir los datos que Gabriela proporcionaba. Finalmente, fue devuelta a su país sin su pasaporte. "Nos llevaron custodiados al avión como si fuéramos criminales", explica. Lo que nunca regresó a su poder fue la carta de invitación, la única prueba de que tenía permiso legal para ingresar en España.

Según Javier Bonomi, presidente de la Federación de Entidades Latinoamericanas de Cataluña (Fedelatina), una de las asociaciones de inmigrantes que últimamente ha recibido más quejas por este tipo de episodios en aeropuertos españoles, el número de sudamericanos que son devueltos a sus países ha aumentado notablemente en los últimos tiempos.

"La estancia del extranjero depende en última instancia de la decisión discrecional y arbitraria de un funcionario", afirma. Su asociación ha recibido en los últimos tiempos una media de entre diez y quince casos semanales. Según Bonomi, el parecer de los agentes fronterizos depende de factores tan peregrinos como transportar en el equipaje ropa de invierno, un ordenador o cualquier otro indicio que pueda llevar a pensar que el viajero tiene la intención de permanecer más tiempo del permitido en España.

Los argentinos, ¿últimos afectados?

Desde SOS Racismo también coinciden en que el problema se ha agravado en los últimos tiempos. "Creemos que con el problema de la crisis económica se está tratando de demostrar que hay mano más dura", explica Begoña Sánchez, portavoz de la asociación. Eso explicaría, en parte, que las devoluciones estén afectando últimamente también a nacionalidades como la argentina, que tradicionalmente han eludido con más facilidad los controles gracias a la similitud de sus rasgos físicos. "Hemos detectado un mayor acoso policial tanto en la calle como en los aeropuertos", añade.

Sin embargo, no existen datos oficiales. Las delegaciones del Gobierno explican que la única política que se sigue es la de cumplir escrupulosamente con la legalidad. Bonomi reconoce que las expulsiones afectan en una alta proporción a personas que ya vivían de forma ilegal en nuestro país y que han salido de él. Sin embargo, aunque traigan la documentación en orden, los extranjeros están indefensos ante una actuación policial injusta, ya que siempre se podrá alegar que se sospechaba que era falsa o que, simplemente, se trató de un error. Ya una vez en sus países de origen, a pesar del "nudo de indignación" del que habla Gabriela, pocos denuncian el atropello.