Las nuevas propuestas en la OMC son el último balón de oxígeno para la ronda de Doha

Ginebra.-  Los Estados miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) cuentan desde con hoy sendas propuestas para las negociaciones de liberalización de los mercados agrícola e industrial, las que aunque carecen de grandes novedades, suponen prácticamente el último balón de oxígeno de la Ronda de Doha.

Los asuntos más espinosos tendrán que ser resueltos por los ministros de los países, ya que varias de las decisiones que deben tomarse son políticamente sensibles, reconocieron los responsables de estas negociaciones.

El presidente del comité que negocia la apertura de los mercados industriales, el embajador canadiense Don Stephenson, reconoció sentirse "desesperado" ante el lento avance de las negociaciones que dirige y sostuvo que su evolución dependerá de lo que ocurra en el capítulo agrícola.

"Esta claro que algunos miembros desean negociar el capítulo industrial al final, dependiendo de los resultados en agricultura, (el tema) que debe liderar y poner el listón en términos de ambición", declaró.

Para ello, insistió, los países "tienen que negociar", lo que visiblemente no ha sucedido desde que Stephenson presentó la anterior versión de su propuesta negociadora hace tres meses, según se desprendió de sus comentarios.

"Ha habido muy poca negociación y casi ningún acuerdo", admitió.

Su homólogo en el comité de agricultura, el embajador neozelandés, Crawford Falconer, fue algo más optimista tras aclarar que su texto "no contiene muchas sorpresas" y que su propósito fundamental, en esta etapa de las negociaciones, "es aclarar las opciones y simplificar las cosas", después de haber "filtrado" las diferentes posiciones de los países.

Sostuvo que su documento representa lo que "cualquiera puede considerar realista", pero advirtió de que el "oxígeno de las negociaciones es cada vez más escaso".

Uno de los puntos más espinosos en materia agrícola es el nivel de recortes que los países ricos tendrían que aplicar a los subsidios que otorgan a sus productores nacionales y que distorsionan el comercio, un asunto en el que Falconer decidió mantener su propuesta anterior por la ausencia de progresos.

Si la propuesta del diplomático fuese aprobada, lo que parece muy difícil en esta etapa, la Unión Europea tendría que reducir esas ayudas entre el 75 y el 85 por ciento; Estados Unidos y Japón entre el 66 y 73 por ciento, y el resto de países entre el 50 y 60 por ciento.

En el área de apertura de mercados agrícolas, Falconer presenta la mayor novedad del texto al proponer un rango intermedio de recortes arancelarios, que serían más importantes en el caso de los productos con aranceles más altos.

La liberalización de productos tropicales es otro tema sensible en esta negociación que sigue enfrentando a un grupo de países exportadores (andinos y centroamericanos) con aquellos que gozan de preferencias comerciales para venderlos a terceros (principalmente de África, el Caribe y el Pacífico).

En este ámbito, el embajador neozelandés mantiene su propuesta precedente, en la que recoge puntos de vistas de ambos grupos sin decantarse por ninguno.

Las delegaciones de los 152 países miembros de la OMC han sido convocadas por Falconer a una reunión la última semana de mayo para abordar el contenido de su planteamiento.

Si se observa un acercamiento entre las posiciones se tiene previsto pasar a una nueva fase negociadora, liderada por el director general de la OMC, Pascal Lamy, y en la que participarían altos funcionarios llegados desde las capitales.