DOHA.- Las armas del opositor Hezbolá podrían convertirse en el principal obstáculo para lograr un acuerdo político que ponga fin a los meses de crisis política y violenta que vive Líbano. Los partidos prooccidentales pretenden un desarme, al menos parcial, de la milicia islamista, pero muchos sectores de la sociedad libanesas consideran fundamentales estas armas para defender el país ante otro posible ataque de Israel.
Las armas del opositor Hezbolá podrían convertirse en el principal obstáculo para lograr un acuerdo político que ponga fin a los meses de crisis política y violenta que vive Líbano. Los partidos prooccidentales pretenden un desarme, al menos parcial, de la milicia islamista, pero muchos sectores de la sociedad libanesas consideran fundamentales estas armas para defender el país ante otro posible ataque de Israel.
Los propios representantes de Hezbolá han asegurado que un posible desarme no está ni siquiera siendo contemplado por el grupo, aunque mostraron su optimismo por los avances logrados en la negociación para una nueva ley electoral en el tercer día consecutivo de intensas negociaciones patrocinadas por el Gobierno de Qatar y la Liga Árabe.
Los delegados de ambas partes aseguraron que las diferencias son cada vez más pequeñas en las dos cuestiones clave: la nueva ley electoral y el reparto de las carteras del nuevo Gobierno de unidad nacional.
Los partidos prooccidentales esperan un compromiso por parte de Hezbolá para que les garanticen que no volverán sus armas contra el nuevo Gobierno, pero la oposición insiste en que esta cuestión no está siquiera formalmente en las negociaciones. "Esta cuestión no está en la agenda de la mesa de negociación de Doha", insistió el diputado de Hezbolá Hussein Hajj Hassan. "Están intentando plantear esta cuestión en base a sus propios cálculos, erróneos en cualquier caso", agregó.
Las negociaciones de Doha han sido posibles gracias al acuerdo alcanzado el pasado jueves con la mediación de la Liga Árabe, precedido por el fin de la campaña de desobediencia civil de la oposición. Este compromiso supone una solución temporal a la crisis que se vive en el país, que pone de relieve los problemas que desde hace cuatro años persisten en el país árabe: la composición del Gobierno, el programa a seguir por el futuro ejecutivo, la elección de un nuevo presidente, la elaboración de una nueva ley electoral y la investigación del tribunal internacional del asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri. El desarme parcial de Hezbolá también ha sido puesto ahora sobre la mesa por los partidos prooccidentales.
TRIUNFO MILITAR DE HEZBOLÁ
En el análisis de la situación elaborado por el grupo de expertos International Crisis Group, Hezbolá aparece triunfador en el aspecto militar, "demostrando su capacidad para superar a cualquier oponente" en el campo de batalla. Sin embargo, en el terreno político, la cuestión es bastante más compleja. El grupo de expertos considera que "fuera de su ámbito de actuación", el grupo opera más como "una milicia" que como una "autoproclamada resistencia nacional", que ha llevado a la profunda división sectaria en el país, justo lo que el grupo intentaba evitar.
A largo plazo, ICG anticipa problemas en la sociedad entre Hezbolá y su principal aliado cristiano, el Movimiento Patriótico Libre del general Michel Aoun. A pesar de los continuos aplazamientos en el proceso de votación para un nuevo presidente, la fuerza del Gobierno libanés sigue intacta, y cualquier asomo de unión entre ambos partidos opuestos al Ejecutivo se debe, principalmente, a la "intensa polarización" social y política del país. Esa situación puede que no se prolongue durante mucho tiempo.
No obstante, el Movimiento Futuro de Saad Hariri, cuyos partidarios se enfrentaron a Hezbolá durante los combates registrados este mes, ha demostrado una incapacidad total para resistir la toma de poder perpetrada durante tres días por el grupo chií, y cuya cúpula política que ha despertado una reacción negativa entre sus seguidores, que se sienten decepcionados por su comportamiento, según el grupo.
Esta situación, según ICG, puede llevar a un rearme militar del bloque suní, mientras otros de sus milicianos podrían ser arrastrados a movimientos 'yihadistas' mientras la comunidad drusa, encabezada por Walid Jumblatt --también opuesto a Hezbolá--, ha concluido estos conflictos "desmoralizada y derrotada". Y el Ejército, profundamente criticado por la coalición del 14 de marzo e incapaz de controlar a la oposición, se ha visto muy afectado por el enfrentamiento. Todos estos factores podrían llevar a un nuevo conflicto sectario, mucho más "real y peligroso" que el experimentado la pasada semana.
FOCO YIHADISTA
Así, Líbano se encamina a una lucha parecida a los conflictos religiosos que prevalecen hoy en día en Irak, a los ojos de los salafistas suníes, de ideología conservadora que considera a los chiíes seguidores de un culto herético. La tensión chií-suní podría convertirse en el foco de atención para centenares de 'yihadistas' que encontrarían su caldo de cultivo en el panorama político-social del país: tensiones sectarias, un Gobierno en dificultades, servicios de seguridad desmoralizados, y el "mejor barrio imaginable" para los seguidores de la red terrorista Al Qaeda: la frontera con el norte de Israel.
Y mientras los suníes libaneses tienden a adoptar una postura más moderada --dejando de un lado las comunidades radicales en el norte y en el este-- los más de 400.000 refugiados palestinos que residen en el país, recluidos en campos fuertemente resguardados pero muy mal controlados por las fuerzas de seguridad están mostrando "un apoyo cada vez mayor" a las ideas de Al Qaeda, en particular por la influencia ejercida por el fallecido líder de Al Qaeda en Irak, Abú Musab al Zarqaui.
Los servicios de seguridad libaneses llevan tiempo advirtiendo que los milicianos que se entrenan y radicalizan sus posiciones en Irak suponen una seria amenaza. Y sus temores se vieron confirmados este pasado verano, cuando el Ejército libanés se enfrentó durante tres meses a los guerrilleros de Al Fatá al Islam, dirigidos por veteranos milicianos de la insurgencia iraquí, en el campo de refugiados de Nahr el Bared.
Esta semana, páginas web afines a Al Qaeda rebosaban información sobre la situación en Líbano. 'Jihadica.com', una página encargada de rastrear este tipo de webs, detalla cómo a las pocas horas del estallido de violencia en Beirut, cientos de internautas partidarios de la red terrorista internacional comenzaban a trazar una estrategia para operar en Líbano. En concreto, uno de los posts hacía mención explícita a la considerada guía para los milicianos islamistas en el extranjero: 'La Gestión del Salvajismo', libro escrito por un miembro de Al Qaeda, Abú Bakr Nayi, donde se postula que los aspirantes a milicianos deberían instalarse en "lugares religiosamente tensos, y con un vacío de seguridad".
Hezbolá, por su parte, asiste "nerviosa" a los acontecimientos. El grupo ha prohibido durante mucho tiempo a los milicianos suníes que operen en el sur de Líbano o que perpetren operaciones contra Israel, con el objetivo de evitar que el Gobierno de Tel Aviv ordene nuevos ataques en represalia contra la comunidad chií. Pero de momento, los milicianos de Hezbolá se preparan ante la posible llegada de nuevos milicianos suníes, esta vez mejor preparados que los partidarios de Hariri, ante lo que podría ser el estallido de una nueva guerra civil.
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