La acusada de matar a su marido relata el "infierno" vivido durante 28 años de matrimonio

Toledo.-  Emiliana G.P., de 50 años, acusada de matar con un cuchillo a su marido, Santiago Asensio García, en mayo de 2006 en Argés (Toledo), relató hoy al jurado popular que la juzga "el infierno" de malos tratos, vejaciones, insultos y amenazas que ha vivido durante veintiocho años de matrimonio.

En su declaración, que ha durado más de dos horas, la acusada explicó a los nueve miembros del jurado (cinco hombres y cuatro mujeres) que en muchas ocasiones pensó en separarse de su esposo, que bebía mucho, pero, que no llegó a hacerlo porque estaba amenazada de muerte y porque sabía que allá donde estuviera "me iba a hacer la vida imposible".

También explicó que el día que ocurrieron los hechos ella cogió el cuchillo para defenderse, porque él "iba a por la escopeta", con la que en otras ocasiones ya le había amenazado y porque quería salir de casa, alejarse de él.

Dijo también que ella no le clavó el cuchillo de quince centímetros de hoja que acababa de coger de cajón de la cocina, sino que su esposo resbaló en el pavimento mojado de la rampa de acceso al garaje, quizá también debido a estado de embriaguez, y se cayó sobre ella, que empuñaba el arma blanca, y se lo clavó de forma accidental.

En un relato a veces entrecortado por la emoción y que motivó los sollozos de los familiares de la acusada que se encontraban en la sala de vistas, la mujer explicó que solo denunció a su marido por malos tratos en una ocasión, en febrero de 2000, y porque la animó su hija mayor, Elena, de 29 años, aunque no acudió a declarar en el juicio por miedo, un miedo reverencial que la llegaba a anular la voluntad, según dijo.

Dijo a la sala que en una ocasión, a los seis o siete años de convivencia, llegó a compartir lecho con el esposo mientras él empuñaba la escopeta de caza, con la que le espetó, "si te mueves, te mato".

También explicó al jurado que por asesoramiento de su médico de cabecera, que la ha tratado de depresión durante varios años tras pasar por el Hospital Provincial, acudió en dos ocasiones al Instituto de la Mujer para informarse sobre los trámites para separarse, pero, que tampoco lo llegó a hacer porque "estaba amenazada de muerte si lo hacía" y también la atemorizó con quitarle a la hija menor.

Pese a todo y a haberse sentido "como una mierda", quería a su marido, y anunció que lo primero que tiene pensado hacer cuando salga de la cárcel es ir a visitarle al cementerio.

El matrimonio, natural de Ahigal, una localidad cacereña próxima a Plasencia, se casó en este municipio cuando ella tenía veintiún años y él veinticuatro y pronto se fueron a vivir a Argés, primero en la calle Jardín y luego en la calle Brasil, en una chalé adosado en la urbanización 'El Boticario'.

Allí vivió el matrimonio durante nueve años con sus cuatro hijos, los tres mayores de 20, 24 y 23 años y la pequeña de nueve, que visitan a su madre en la cárcel, según dijo la acusada.

Precisamente, la última bronca de la pareja se originó el día de autos porque el esposo culpó a su mujer del comportamiento de su hija menor, a la que encontró el fallecido escondida en el armario de su habitación, un comportamiento que él atribuía al temor que sentía la pequeña por las malas relaciones de la pareja.

Según la procesada, para quien la fiscalía solicita catorce años de cárcel, y tras la discusión que se originó por esta circunstancia, ella lo único que le dijo al fallecido fue "pregúntate porque la niña puede estar atemorizada", una versión que la fiscal consideró contradictoria con otras hechas tras su detención.

Ante esto, el reaccionó de forma violenta, le agarró del brazo por detrás la tiró del peló y la arrojó al suelo, dijo la acusada, y que una vez que la soltó ella fue al salón de la casa a llamar a su hija María Jesús por teléfono para que viniera en su ayuda, pero, que le tiró la agenda al suelo y la volvió a agarrar del cuello con las dos manos, mientras le decía "eres una zorra, te voy a matar".

Mientras él salía de la casa en dirección al garaje "a por la escopeta" ella fue a la cocina y cogió "el primer cuchillo que pilló" para defenderse porque quería salir de allí y que tras un breve forcejeo y estando en la parte más alta de la rampa que conduce al garaje se resbaló sobre ella y se lo clavó.

Tras llamar a su hija mayor, a la que dijo que se había peleado con su padre y que le había "pinchado", la mujer pidió ayuda a un vecino que pasaba por el lugar y que fue quien llamó a una ambulancia.