Los socialistas, claros favoritos en la recta final de la campaña lusa

Lisboa.-  El Partido Socialista (PS) que gobierna Portugal intentó hoy disimular su satisfacción por la clara ventaja que le atribuye, por primera vez, el último sondeo sobre las elecciones del domingo frente a sus rivales conservadores.

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(EFE)

El primer ministro y secretario general del Partido Socialista portugués, José Sócrates (i), saludando a sus seguidores este miércoles durante un acto de campaña en Vila Real (Portugal). Las elecciones en este país se llevarán a cabo el próximo día 27 para elegir un nuevo Gobierno y Parlamento. EPA/Archivo

"Las elecciones se ganan con votos, no con encuestas", afirmó el primer ministro, José Sócrates, con aparente preocupación por que la abstención pueda diluir los más de ocho puntos de diferencia respecto al Partido Social Demócrata (PSD, centro-derecha) que recoge el muestreo difundido hoy.

Pero fuera de los mítines y actos electorales, donde la consigna parece ser no presumir de victoria, los socialistas, con un 40 por ciento de apoyo, han empezado a soñar incluso con conservar la mayoría absoluta que lograron en las anteriores legislativas de 2005, con el 45 por ciento de los sufragios.

Esta posibilidad, pesadilla de todos los partidos que rodean al PS por la derecha y por la izquierda es remota, según todas las encuestas, pero los rivales de Sócrates no dejan de airearla y hurgar en las cicatrices de cuatro años de poder para reclamar un voto de castigo o al menos de frenazo a la apisonadora socialista.

La principal oponente del primer ministro, Manuela Ferreira Leite, resta además importancia a los sondeos y no se da por aludida del desgaste que aparentemente reflejan, tras las polémicas en las que se ha visto envuelto el centro-derecha.

Las críticas al proyecto de tren de alta velocidad (TAV) con España o el caso de un supuesto espionaje gubernamental al jefe del Estado, el conservador Anibal Cavaco Silva, que se volvió esta semana en contra del PSD, no le han ayudado a ganar apoyos sino, en todo caso, a perder algunos puntos a lo largo de los sondeos de este mes.

Pero Ferreira Leite descalificó las estadísticas y recordó hoy que también las encuestas previas a las elecciones europeas de junio anticipaban una victoria socialista.

En cambio fue el PSD, subrayó, quien ganó la votación en esos comicios, en los que obtuvo el mismo apoyo, del 31 por ciento que le da el sondeo de hoy, aunque entonces superó en cinco puntos a los sufragios socialistas.

La ex ministra de Cavaco se declaró satisfecha por la forma en la que se ha desarrollado su campaña e insistió, en un acto electoral, en la distancia que separa sus postulados de los que defiende el PS, y recordó que los portugueses tienen que decidir el domingo entre "dos opciones muy diferentes".

"Fue la campaña que imaginé porque no he hecho nada presionada por lo que no quiero hacer", aseguró Ferreira Leite, a la que comentaristas de la prensa y alguna figura de su partido le achacan errores de estrategia electoral y haber sido perjudicada por el caso del espionaje a Cavaco, tildado de invención por la izquierda.

El esprint socialista en el último tramo de la campaña no ha disipado tampoco las cábalas sobre posibles alianzas electorales, en caso de que se cumplan las predicciones de las anteriores encuestas y ninguno de los dos grandes partidos lusos logre una mayoría cómoda para gobernar.

Desde la izquierda, el líder comunista Jerónimo de Sousa, cuya coalición con los verdes desciende ya a poco más del 7 por ciento de apoyo, aseguró hoy que si hubiera alguna oferta del PS su primera respuesta no sería el "no" sino un "sí, pero para hacer qué política".

El ex primer ministro y ex jefe de Estado Mario Soares, el socialista luso con más experiencia de Gobierno, corrigió hoy sus afirmaciones anteriores de que no le "repugnaría" una alianza con el Bloque de Izquierda, que tiene un respaldo del 9 por ciento, y matizó que cualquier acuerdo será puntual y posterior a la votación.

Tanto el Bloque como el PS se han esforzado en las últimas horas en dejar claro ante un electorado en el que tratan mutuamente de robarse votos, que ni tienen pactos secretos de gobierno, como aseguró el PSD, ni son proclives a acercar sus muy diferentes programas.