Lecciones fotográficas

Hace un año la tempestad financiera mudaba de rostro. Lo que inicialmente se vio como una riada, de repente se transformó en un tsunami que amenazaba las orillas del bienestar de Occidente. La noticia de la quiebra de Lehman Brothers sacudió la mermada tranquilidad de medio mundo. Hubo incluso quien aprovechó el momento para anunciar el fin del capitalismo. El viejo dogmatismo de algunos volvió así a la superficie después de permanecer oculto bajo los cascotes de un Muro caído casi 20 años atrás. Las soflamas antiliberales se pusieron otra vez de moda. Keynes volvía a ser citado mientras se escupía sobre al mercado y sus leyes. Para una parte significativa de la izquierda de siempre, la quiebra de Lehman Brothers fue como una especie de 'Apocalipsis feliz' que traía a la memoria aquel otro que había vivido la Viena de antes de la Gran Guerra.

(REUTERS)

Las cajas de cartón del final de la fiesta.

Sin embargo, un año después el griterío anticapitalista ha perdido intensidad. De hecho, se ha convertido en un runrún que suena a hueco, a pesar del reguero de sinsabores, dolor y pérdida de bienestar que ha acompañado y seguirá acompañando la marcha de buena parte de las economías occidentales. No cabe duda de que la solidez económica de los Estados Unidos se tambaleó hace un año con aquella foto que pronto se difundió por todas las redacciones de los medios de comunicación del planeta. Las cajas de cartón que portaban los empleados de Lehman Brothers constataban algo que mucha gente venía intuyendo desde hacía tiempo: que la prosperidad no puede asentarse nunca sobre los débiles lomos de una especulación desmedida y sin control. Esta lección es la que ahora debe ser puesta en valor como recordaba hace unos meses Fareed Zakaria en 'The Capitalist Manifiesto' (Newsweek, 22 junio 2009). No para refundar, como algunos vaticinaron y defendieron, el capitalismo, sino para revisar o, si se prefiere, revisitar su funcionamiento y, así, asegurar la existencia de un marco de legalidad que, como defendía Adam Smith, promueva solidamente la generación y difusión de la riqueza. Algo, por cierto, que, como reconocía en 'La riqueza de las naciones', pocas veces puede prosperar si no hay confianza en la justicia, con mayúsculas, del gobierno.

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*José María Lassalle es secretario de Estudios del PP, diputado por Cantabria y portavoz de Cultura en el Congreso.