"El logo más grande", la eterna frase que enfrenta a clientes y publicistas, no volverá a ser un problema gracias a los diseñadores del sector textil.
Aunque suene a tópico, la realidad nos demuestra que uno de los desencuentros más frecuentes entre anunciantes y creativos es decidir el tamaño del logotipo. Tanto es así que, cuando se pasea por las exposiciones de gráfica de los certámenes y concursos de publicidad, el visitante se asombrará, en más de una ocasión, de cómo anuncios que han sido publicados en periódicos, revistas y vallas publicitarias a lo largo de la temporada, se presentan a competición con logotipos de un tamaño considerablemente menor que el que aparecía en su versión publicada.
Por eso nos ha llamado gratamente la atención, por los efectos conciliadores que supondrá para la profesión, ver cómo en otro sector profesional, concretamente el textil, sus diseñadores y creativos han conseguido solucionar este problema satisfaciendo con creces los gustos del cliente.
Nos referimos a la moda de reproducir el logotipo de la marca comercial a un tamaño desproporcionado o, al menos, mucho más grande de lo que estamos acostumbrados. Algo que era frecuente en el campo de los complementos, con esos descomunales cinturones con letras plateadas de Moschino, los pañuelos de Chanel y los bolsos de DKNY o Marc Jacobs con el nombre de la empresa, la dirección de su sede social, la de sus distintas sucursales y hasta el teléfono y el mail impresos en ellos, pero que resulta nuevo en los polos de marcas como Lacoste, Burberrys o Polo, una prenda que siempre se había caracterizado por su sobriedad y discreción.
Pablo Nicolás Urdangarín y Luis Alfonso, ambos de Borbón, en sendas imágenes publicadas en el nº 3395 de la revista ¡Hola!
Una decisión que muchos podrían calificar de mal gusto y propia de nuevos ricos que desean hacer ostentación de su poder y renta, de no ser porque ha calado especialmente entre importantes familias del país como los Borbones, a los que se les podrá discutir el gusto en el vestir, pero no ser calificados precisamente de nuevos ricos.
Una iniciativa del mundo textil que, aunque resulte sorprendente, tiene grandes implicaciones en el de la publicidad, pues no tenemos que explicarles porque ustedes bien lo saben que portar el logotipo de una marca en la pechera es, inevitablemente, un acto de publicidad no remunerada por parte del que la viste y que genera interesantes beneficios para el fabricante a coste cero.
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A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Los vídeos del beso de Iker Casillas a Sara Carbonero han sido lo más visto en YouTube en España en las últimas horas. Las visualizaciones no hacen más que aumentar -aunque Telecinco ya ha empezado a reclamar los derechos- y, aunque parezca mentira, no había pasado ni una hora desde ese momento que en la Red ya se encontraban varias versiones de esa secuencia. Internet mueve a masas y un contenido ya no se pierde en el directo: permanece. ¿Cómo puede un partido político o un candidato aspirar a tener un éxito similar?
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Así, ni cortos ni perezosos, en la Comunidad de Madrid han apostado por buscar, comparar y comprar aquellos buenos ejemplos de marketing en el sector público. Y en ello, el referente es Obama. El presidente norteamericano hizo de su “Yes we can” su grito de guerra. Su eslogan memorable. Resumió en tres palabras el espíritu de su campaña y consiguió con él movilizar a su electorado.
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