Una calurosa mañana de vacaciones, ojeando la sección inmobiliaria del periódico mientras desayunaba, me tropecé con la siguiente oferta:
Para muchos se trataría de un anuncio cualquiera de venta de una mansión de lujo. Sin embargo, para mí era mucho más que esto; lo que estaba en venta era una parte no sólo de la historia de la arquitectura, sino también de la del cine: La casa Ennis-Brown.
Esta casa diseñada por Frank Lloyd Wright entre los años 1923 a 1924, constituye el culmen de una serie de cuatro casas en las que el arquitecto diseñó una decoración que reinterpretaba los grabados de los monumentos mayas y las culturas amerindias. Estas decoraciones dieron origen a la experimentación de un sistema constructivo basado en la utilización del bloque de hormigón a modo de mampostería. Mediante este sistema de 'bloque textil', Wright convirtió un material industrial como el hormigón en una pieza decorativa capaz de generar todo un universo de luces y relieves.
Y esto no sólo es valioso desde un punto de vista arquitectónico, sino también ambiental. De hecho, esta casa forma parte del registro de lugares históricos del Departamento de Interior de EE.UU, además de haber sido declarada Monumento Nacional por parte de la ciudad de los Ángeles por constituir un símbolo del estado de California.
Diferentes diseños de bloque textil empleados en las casas Millard (1923), Storer (1923), Freeman (1923) y Ennis (1924) respectivamente.
Sin embargo en lo referente a la preservación del patrimonio nada es sencillo. Desde hace muchos años la casa es propiedad de una Fundación privada de la que un heredero de Wright es miembro. La Ennis House Foundation, es en teoría una fundación sin ánimo de lucro destinada en exclusiva al mantenimiento y conservación de la arquitectura de Wright y en concreto de la casa Ennis como parte de la herencia histórica del país.
Como sucediera con otras construcciones del arquitecto, a finales de 2005 la casa demandó una rehabilitación profunda seguida de una fase de restauración que continuaría hasta 2007, como consecuencia de los daños sufridos en los 90 tras el terremoto de Los Ángeles y una serie de inundaciones que debilitaron seriamente su estructura. El dinero necesario para abordar las obras fue cuantioso, quedando pendiente de ejecutar una segunda fase de arreglos cuyo montante asciende a más de 10 millones de dólares sobre lo ya invertido. A pesar de los beneficios obtenidos bajo la tutela del arquitecto Eric Lloyd Wright como miembro de la junta directiva, la Fundación se encuentra económicamente incapaz de conseguir los fondos necesarios para la correcta preservación de la obra, sobre todo desde que tuvo que renunciar a los beneficios derivados de su alquiler al verse obligada a cerrar la casa por problemas vecinales.
Durante el periodo en el que la casa estuvo en obras, los vecinos disfrutaron de una tregua en la que ni se organizaron fiestas, ni se cortaron calles como consecuencia de un rodaje, ni miles de curiosos invadieron la tranquilidad de una zona residencial ciertamente exclusiva.
Tras un largo periodo de deliberación por parte de la junta de la Fundación, se ha llegado a la conclusión de que la única salida que le queda a esta obra de Wright para salvarse es encontrar un donante, o bien un nuevo dueño capaz de hacerse cargo del montante de las obras necesarias para su correcta conservación.
Imagen del estado de la casa Ennis tras el terremoto de Los Ángeles en 2005
Como en la película 'Mary Poppins' en la que los niños entonaban una cancioncilla describiendo las características de una hipotética niñera ideal, yo también me atrevo a aventurar alguna de las condiciones que ha de cumplir el comprador.
Además de rico, el salvador de la casa Ennis debe ser un propietario que arda en deseos de aterrorizarse viviendo en el escenario de House on Haunted Hill (1959); de sufrir el coma de El hombre terminal (1974); de pasear por el apartamento de Deckard en Blade Runner (1982); de adentrarse en la casa del jefe de la yakuza de Black Rain (1989); de aprender del señor Miyagi en Karate Kid III (1989); de huir del alienígena cazador de seres humanos en Depredador 2 (1990); de compartir una velada con un histriónico productor de cine en Grand Canyon (1991); de volar como en Rocketeer (1991), o de viajar al pasado virtual de Nivel 13 (1999) entre otros. Soy consciente de que esta clase de Julie Andrews es más fácil de encontrar en la literatura infantil que entre los clientes de una inmobiliaria, pero soñar es gratis.
Porque como he dicho al principio, la casa Ennis es mucho más. No es solo una mansión situada en un exclusivo barrio de Los Ángeles, son cientos de realidades cinematográficas, publicitarias y televisivas que han entrado en nuestras vidas a través del televisor.
Imagen de la casa Ennis extraída de la película Blade Runner, 1982, en la que la imagen exterior es trucada para que se asemeje a un bloque de apartamentos.
Pero ya no más. Se acabaron los anuncios y los rodajes. Con un poco de suerte la casa seguirá allí, pero ya no figurará en los títulos de crédito.
Es parecido a cuando se vende una casa que ha pertenecido durante años a una misma familia. Puedes ver la casa por fuera, pero no por dentro. Se acabó visitar al abuelo.
* María Asunción Salgado de la Rosa es doctora en Arquitectura.
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