Jerusalén.- La fuerza del acento cuando se habla una segunda lengua está vinculada a la falta de empatía e identificación sociopolítica con sus usuarios nativos, según un estudio de la Universidad de Haifa, en el norte de Israel, hecho público hoy.
Judíos ortodoxos leen un texto. EFE/Archivo
Los investigadores Rafiq Ibrahim y Mark Leikin, del Departamento de Trastornos del Aprendizaje, y Zohar Eviatar, del Departamento de Psicología, han estudiado este fenómeno desde el enfoque socio-lingüístico, que estudia el acento como una especie de tarjeta de presentación del hablante en presencia del grupo mayoritario.
Generalmente, la disciplina cognitiva explica los acentos marcados por las dificultades para pronunciar sonidos de un sistema lingüístico ajeno, más que por los elementos socio-afectivos.
"Israel es un perfecto laboratorio para estudiar el tema de las segundas lenguas por la compleja composición de su población, formada por emigrantes que aprenden hebreo a una edad avanzada; una minoría étnica árabe, algunos de los cuales aprenden hebreo a una edad temprana y otros ya como adultos; y un grupo mayoritario de hablantes nativos de hebreo", explican los científicos.
Los investigadores dividieron a los participantes (estudiantes de la universidad de Haifa procedentes de ámbitos socio-económicos idénticos) en tres grupos de veinte personas: hablantes nativos de hebreo, hablantes de hebreo que aprendieron la lengua con 7 u 8 años y emigrantes rusos que lo hicieron con al menos 13 años de edad.
La voz de árabes y rusos fue grabada mientras leían un texto y describían una imagen en hebreo, antes de rellenar un cuestionario de 29 preguntas que medía su grado de empatía.
Después, los veinte hablantes nativos de hebreo escucharon las grabaciones y las ordenaron por "fuerza" del acento, de forma que los investigadores pudieran cruzar las puntuaciones sobre el acento y la empatía.
El resultado mostró que rusos y árabes tenían un acento casi igual de marcado, pero en el primer colectivo había un nexo directo entre la fuerza del acento y la falta de empatía que, sin embargo, no se daba entre los árabes.
Los investigadores explican esta diferencia en que el acento es también, en el caso de los hablantes de árabe, una expresión de su condición socio-política de minoría discriminada y formada por los palestinos, más sus descendientes, que se quedaron en el Estado de Israel tras la guerra que siguió a su creación en 1948.
"Creemos que el patrón entre los hablantes árabes muestra su sentimiento hacía el grupo mayoritario de hablantes de hebreo, y consideran su acento como algo que les distingue de la mayoría", apuntan los autores del estudio, publicado en el "International Journal of Bilingualism".
Ese factor de identidad no se da entre los emigrantes judíos de la antigua ex Unión Soviética, entre quienes impera un sentimiento nacionalista del que carecen los árabes, pese a que ambos colectivos comparten ciudadanía israelí y -si bien en distinta medida- sufren discriminación.
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