Madrid.- Psicólogos de la Universidad Rey Juan Carlos han diseñado un programa para enseñar al personal sanitario a manejar sus emociones durante su interacción con el paciente y a recuperarse de episodios de estrés.
En la imagen, una operación quirúrgica. EFE/Archivo
El programa "Evaluación e intervención en Regulación Emocional" es un proyecto que pretende también lograr la recuperación emocional de estas personas, después de un período de fuerte estrés.
David Martínez Íñigo, profesor de Psicología Social de esta universidad, señala que "los empleados no dejan a un lado sus emociones durante la jornada de trabajo. De hecho, el componente emocional tiene implicaciones cruciales para su eficacia, motivación, satisfacción, bienestar e, incluso, salud".
Cuando se trata de profesionales como los sanitarios, que prestan servicio a personas de forma continuada, "esto se convierte en un hecho particularmente relevante".
En el contexto sanitario, las emociones "juegan un triple papel" y "pueden ser un producto que se genera en el trato con seres humanos: por ejemplo cuando un médico se compadece del dolor ajeno".
Por otro lado, "pueden ser una herramienta de trabajo, por ejemplo cuando una enfermera trata de tranquiliza a un niño mientras le pone una vacuna".
Y, en tercer lugar, "pueden ser un objetivo en sí mismos, algo que ocurre, por ejemplo, cuando un psicólogo trata de calmar a un paciente en estado de agitación".
En los dos años que lleva en marcha el programa se han atendido unas 60 personas, entre médicos, personal de enfermería y auxiliares administrativos del área 8 de Atención Primaria del Servicio Madrileño de Salud (SERMAS) de la Comunidad de Madrid.
Los resultados, "muy positivos", según Martínez Íñigo, han conseguido que "los profesionales hayan reducido sus niveles de agotamiento emocional, han incrementado su sensación de logro en el trabajo y hayan aumentado sus niveles de satisfacción laboral".
También ha aumentado "la sintonía entre las emociones que sienten espontáneamente y las emociones requeridas en el puesto de trabajo" e, igualmente, han llevado a que utilicen "menos estrategias que suponen un mayor nivel de esfuerzo cognitivo y un mayor riesgo para la calidad de la relación con los pacientes como pueda ser enmascarar una emoción negativa bajo una expresión superficial positiva".
El programa comienza con una evaluación específica de los riesgos psicosociales derivados de las demandas emocionales a las que están expuestos los trabajadores.
Luego se diseña una propuesta formativa de acuerdo a cada contexto de trabajo, que se desarrolla a lo largo de diez sesiones de trabajo, en las que los psicólogos enseñan a los participantes un conjunto de técnicas que favorecen la regulación de emociones propias y de los pacientes.
Supone "una importante innovación en la forma de encarar los riesgos asociados a las demandas emocionales presentes en el contexto laboral porque cuando éstas no se gestionan adecuadamente, el profesional se ve sometido a un nivel de esfuerzo y consumo de recursos que pueden derivar en agotamiento y distanciamiento frente al puesto de trabajo, lo que perjudica a la calidad del servicio prestado".
Para Martínez Íñigo, el proyecto ofrece "una vía prometedora" y ya se han iniciado las primeras fases para implantarlo en la Fundación Manantial, una institución que trabaja en el ámbito de la rehabilitación psicosocial de enfermos mentales.
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