Fútbol y rugby conviven al más alto nivel mundial sin apenas rozarse

Johannesburgo (Sudáfrica).-  Fútbol y rugby del más alto nivel conviven estos días en Sudáfrica con la Copa de las Confederaciones de fútbol y la gira de los British and Irish Lions, de rugby, que han levantado gran expectación, aunque casi nadie ha mostrado interés en más de una de las dos ofertas deportivas.

ampliar foto

(EFE)

Un aficionado sudafricano anima a su equipo antes del comienzo de la final de consolación de la Copa Confederaciones, disputado entre Sudáfrica y España en Rustemburgo (Sudáfrica).

Pruebas de ello es que el estadio Loftus de Pretoria, que acogió el pasado domingo el partido de fútbol Brasil-Italia, este sábado fue el escenario del "test" entre la selección sudafricana de rugby, los "Springboks", y el combinado británico, que ha llegado acompañado de numerosos seguidores.

Según señalaron a EFE algunos organizadores de los viajes de aficionados, en estos momentos puede haber en Sudáfrica en torno a 25.000 británicos llegados para apoyar a los Lions, de los que muchos han viajado para estar en el país durante dos semanas y algunos para presenciar la gira completa de seis semanas.

Poco o nada tienen que ver en Sudáfrica los aficionados al rugby, básicamente "afrikaaners", con los del fútbol, en su mayoría negros, hasta el punto de que los interesados en uno y otro deporte desconocen por completo lo que ocurre en el otro.

Los aficionados al rugby pueden preguntar a un interesado en el fútbol por el nombre de los países que se van a enfrentar en la final de la Copa de las Confederaciones, mientras que cualquier sudafricano seguidor del fútbol ni sabe ni contesta cuando se le pregunta por el resultado del partido de los "Springboks".

Los British and Irish Lions británicos han vuelto a Sudáfrica doce años después, ya que la gira anterior tuvo lugar en 1997. El equipo ha llegado acompañado de una "marea roja", ya que ese es el color de la camiseta del equipo, que llena los hoteles y los estadios del país.

Mientras un elevado número de sudafricanos no duerme pensando en el partido entre los "Bafana, bafana" y España, otros ciudadanos de la nación y muchos de que han llegados desde las Islas Británicas, sólo suspiran por el balón ovalado.

En interés, el fútbol ha crecido mucho en el país, pero la tradición la pone el rugby y la visita del combinado británico, con jugadores de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda, supone una fiesta para Sudáfrica.

La actual gira dio comienzo formalmente el pasado 30 de mayo y concluirá el próximo 4 de julio con partidos de todo tipo, entre los que destacan los tres que el combinado visitante ha disputado ante la selección nacional de Sudáfrica, que se impuso el pasado sábado en Durban y este sábado en Pretoria, a la espera del partido del próximo sábado en Johannesburgo.

La gira, como casi todo lo que tiene origen británico, está plagada de tradiciones, con hoteles oficiales para los seguidores del conjunto europeo en los que, por ejemplo, se colocan las alineaciones en un panel con más de 48 horas de antelación y en los que todos los visitantes lucen la preceptiva camiseta roja desde el desayuno hasta la cena en los días de partido.

En esos hoteles se ofrecen informaciones complementarias como la altura de los jugadores de cada selección. Se hace por medio de una tabla ubicada en sus paredes que permite al alojado comparar su altura, por ejemplo, con el del jugador más alto de Sudáfrica (Andries Bekker, que mide 2,08) y el más bajo de los visitantes (Shane Williams, que miden 1,70) o viceversa.

Algunos de los llegados al país para esta gira de 45 días lucen las tradicionales faldas escocesas para ir a los partidos, aunque otros, menos clásicos, se disfrazan de "teletubbies".

Son un público apasionado con su equipo, pero tranquilo cuando no hay rugby de por medio. No les importa brindar con "champán" en el desayuno si alguno de los miembros del grupo de seguidores cumple años durante la gira.

Se trata de un turismo familiar que ha llegado a Sudáfrica para disfrutar del rugby y al que poco o nada le importa que a pocos metros de su hotel esté alojado un jugador como Kaká, por el que se han pagado 65 millones de euros y al que difícilmente reconocerían si se tropezarán con él en uno de los numerosos centros comerciales de Johannesburgo.

Por contra al futbolista brasileño Maicon, el rugby le parece un deporte "peligroso", por el que no tiene ningún interés. Considera que los jugadores se pegan golpes muy fuertes "y se pueden romper las cabezas y las piernas".