Los Centros Sociales Autogestionados de Bolonia son una de las realidades más genuinas y atractivas de la contracorriente cultural italiana. El Teatro Polivalente Occupato (TPO) es uno de sus más emblemáticos representantes. En su historia de supervivencia y en su presente cristalizan las virtudes y contradicciones que implica ser un proyecto social autogestionado en la Italia de hoy.
Discusiones literarias en el Teatro Polivalente Occupato de Bolonia.
"Bolonia ya no es lo que era" es uno de los comentarios que más se escucha dentro de la comunidad de estudiantes universitarios de la ciudad. Bolonia acoge la Universidad más antigua de Europa, que a lo largo de los siglos se ha consolidado como motor ideológico, cultural y político de una intensa e influyente historia metropolitana. Aquí lo que dicen, hacen y piensan los universitarios importa. Importa mucho. Y, a día de hoy, los universitarios tienen claro que Bolonia ha cambiado y, como avala la mayoría de estratos sociales de la ciudad, a peor.
Es inevitable que la Bolonia de hoy no sea la misma de 1995. A finales de aquel año, diversos grupos artísticos, ante la necesidad de disponer de un espacio donde desarrollar sus actividades y la imposibilidad de obtenerlo por cauces ordinarios, se unieron para ocupar el viejo e inutilizado teatro de la Academia de Bellas Artes situado en Via Irnerio. Así nació el Teatro Polivalente Occupato, un centro social autogestionado conocido en la ciudad por las siglas TPO. Los ocupantes se encargaron de las obras de rehabilitación de la vieja y desatendida estructura para adaptarla a sus proyectos y a eventos socio-culturales como la producción de obras teatrales, conciertos, talleres de creación artesanal, grupos de activismo político… El TPO quedó transformado en un polifacético espacio que daba cabida a grupos teatrales y de danza, a la red local de la organización zapatista '¡Ya basta!' y al grupo mediático 'Indymedia Italia'; entre tantos otros. Un centro social autogestionado que, a fuerza de lucha, compromiso y entusiasmo compartido entre sus "organizadores-usuarios", se consolidó como referente social de todos aquellos que en Bolonia, a finales del siglo XX, querían pensar, expresar y actuar a su manera, resistiéndose a ser engullidos por el comportamiento único. El TPO creció dando pasos contracorriente, en una búsqueda apasionada de rutas e ideales alternativos.
La situación del centro social cambió radicalmente en el año 2000, cuando el Ayuntamiento de Bolonia decretó su desalojo, argumentando motivos de seguridad pública. El colectivo se vio obligado a alcanzar un acuerdo con el gobierno municipal para trasladarse temporalmente a una nueva estructura, situada en un barrio periférico. Con esta maniobra, las instituciones regularizaban la existencia del TPO, que había nacido de una ocupación, un acto ilegal dentro de la jurisprudencia italiana. Este acontecimiento que transformaba el estatus fundacional del colectivo, y por el cual su sede pasaba de ser un espacio ocupado a concedido, provocó un cisma en su identidad ideológica. Varias agrupaciones se disociaron de TPO, castigándolo por haber sido "engullido" por el sistema. Los que permanecieron, que defendían con orgullo las ventajas y virtudes de su legalidad "conquistada", siguieron desarrollando sus iniciativas socio-culturales.
El TPO se debilitó, pero sobrevivió, y siguió trabajando para el desarrollo intelectual, artístico y político de la comunidad. Simultáneamente, el centro social comenzó una infatigable lucha burocrática con la municipalidad para lograr una nueva sede siguiendo el lema "el Centro, al centro". En el otoño del 2007, siete años después, llegó el fruto de este persistente forcejeo político: el TPO se trasladó a una estructura situada en Via Casarini, junto a la estación de trenes, en una zona fronteriza entre el centro histórico de Bolonia y el barrio residencial de Santa Viola. Sin embargo, el Centro tuvo que pagar un precio "político" para volver al centro: el acuerdo con el Ayuntamiento para la concesión del nuevo espacio fue en régimen de alquiler, por ocho años.
Bolonia ya no es la ciudad extremadamente revolucionaria y creativa que gestó los movimientos estudiantiles de 1968. La comprometida, beligerante y extra-parlamentaria década de los 70 ha terminado, y en el pasado se ha quedado. La calidad voluble del tiempo, de efecto irreversible, no hace excepciones ni discriminaciones. Su omnipotencia es democrática. La diferencia se haya en la capacidad individual del sujeto para asimilar y encauzar su poder devastador. Bolonia está cambiando; un hecho que no sólo es lógico e inevitable, sino además socialmente necesario. También dicen que este cambio está siendo a peor. Sin embargo, en el fondo de sus entrañas, en ese espacio indeterminado entre el corazón y la boca del estómago, todos contradicen en silencio sus propias palabras porque saben que Bolonia es una ciudad que no se rinde, que no se conforma, que siempre aspirará a ser la misma.
A día de hoy, la sede del TPO es una reformada nave industrial cuya estructura está compuesta por una enorme sala central donde se impone el espacio, y varias estancias menores, como un gimnasio o una sala de ensayos, además de habitaciones para agrupaciones y oficinas. El ambiente es sencillo y atractivo, de una decoración discreta, casi inexistente, que deja claro que lo importante es el contenido, no el continente. La sala central está compuesta de diferentes ambientes, que se adaptan según las necesidades, a excepción de una barra de bar y unas mesas que se mantienen fijas en un extremo de la misma. En su página web el Centro se define como laboratorio de arte, cultura y política. Actualmente acoge a asociaciones que, dirigidas a la comunidad, lo convierten en un espacio versátil y polivalente: Además de 'Ya Basta!', están 'Guai a chi ci tocca', colectivo feminista comprometido con los conflictos de género; 'Sala Prove Sottosuono', que promueve la autoproducción de la música boloñesa; los estudiantes de 'Out Share'; 'Radio Kairos Fm105.85'… El TPO, sensibilizado con la nueva realidad social de Bolonia, organiza diferentes proyectos de apoyo e integración para inmigrantes, como cursos gratuitos de italiano. Para beneficiarse de este proyecto, así como para participar en el resto de iniciativas, agrupaciones y eventos que acoge, casi todas gratuitas, sólo es necesario acercarse, entrar sin llamar y preguntar.
Como el resto de centros sociales autogestionados de la ciudad, como Atlantide (Porta Santo Stefano), Vag 61 (via Paolo Fabbri, 110) o Ex Mercato 24 (via Fioravanti, 24), el TPO es una realidad genuina de Bolonia, una materialización de su espíritu rebelde, inconformista y comprometido con la comunidad. Una declaración de principios que no se diluye entre la lengua y el cielo de la boca; un ejemplo de teoría llevada a la práctica en un contexto netamente universitario, donde la opulencia de conocimientos no presupone implícitamente la constitución de un mundo mejor. Si bien Bolonia ya no es lo que era —como es lógico e inevitable— además de socialmente necesaria, continúa siendo una ciudad que es mucho. Y, como escribe el colectivo del TPO en su página web, "jamás se debe tener nostalgia del pasado porque, si fuese así, el futuro nunca podría ser nuestro. Y así no es".
Si quieres firmar tus comentarios, regístrate o inicia sesión »
En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Los que vivimos o visitamos Madrid pasamos muy a menudo por lugares que, hace ya varias décadas, marcaron la historia del país. Lo hacemos casi sin darnos cuenta. Quedar con alguien en la Puerta del Sol sin ser conscientes que en ese mismo lugar un presidente del Gobierno fue asesinado. O pararnos en un semáforo en la Plaza de la Independencia, lugar donde el coche de otro presidente fue tiroteado. ¿Quieres saber más de los magnicidios que tuvieron lugar en Madrid?
En: E-Campany@
Recomendación: Albert Medrán
Viaje virtual por todo el globo de la mano de Paco Nadal
En: elpais.com
Recomendación: mami
«Me gustaría regresar a todos los países», dice el incansable trotamundos catalán Jorge Sánchez
En: elcomerciodigital.com
Recomendación: Óscar
Por menos de 300 euros se puede disfrutar de unas mini vacaciones en la playa, esquiando, o de escapada en una ciudad europea
En: elpais.com
Recomendación: mami
Lo sentimos, no puedes comentar esta noticia si no eres un usuario registrado y has iniciado sesión.
Si quieres, puedes registrarte o, si ya lo estás, iniciar sesión ahora.