En esta época estival donde comenzamos a planear las ansiadas vacaciones cualquier sugerencia a visitar ciudades desconocidas se convierte en una invitación que debe ser analizada con precaución. Para los viajeros que se adentran fuera de los márgenes de los mapas de las oficinas de turismo y que no tengan decidido que destino tomar, les vamos a recomendar una serie de libros que pivotan sobre una de las mágicas y misteriosas ciudades europeas: Venecia.
Es Venecia un lugar inestable, nacida en o sobre las aguas donde diversas islas confieren una sensación vacilante. Ese nexo comercial que supuso su relación entre oriente y occidente le aporta unas pinceladas de melancolía dorada que se entremezcla entre sus canales, puentes y pequeñas plazas. Es este entorno el que fascinó a casi la mayoría de viajeros que pasaron por allí y que no tuvieron más remedio que escribir sobre ella, de sus gentes o la utilizaron como escenario perfecto para desarrollar tramas secretas entre esquinas de conventos y claustros.
La primera imagen que sin duda viene a la cabeza a la hora de hablar de ella es 'Muerte en Venecia'. Sin embargo en este caso he de reconocer que es la imagen cinematográfica la que se superpone con creces a la literaria. Es en Visconti donde adquiere la obra de Mann toda su grandeza y rotundidad, es ahí donde Venecia se muestra como coprotagonista y sostén del argumento. Sin ella, todo quedaría incompleto y el relato de deseo contenido y lucha contra la pasión incontrolable resultaría un folletín rosa. Es esa decadencia latente la que en Venecia se constituye en parte de si como un todo indisoluble. Un declive físico motivado por el salitre y las embestidas marinas que, como señala Frank Kermode, hace que las novelas situadas en esta urbe tiendan a ser siniestras.
Ese sesgo fatal común a las obras venecianas se manifiesta también en determinados personajes como Robert el italiano excéntrico en 'El placer del viajero'. Es en esta novela del celebérrimo Ian McEwan en la cual Venecia muestra una faceta sórdida que se convierte en macabra debido a la locura o a la desestabilización mental que puede llegar a producir las emanaciones densas en la laguna. Perturbaciones psicotónicas que incluso pueden llegar al homicidio más brutal con tintes masoquistas.
Cierto es que podemos seguir escribiendo de las obras que Venecia ha inspirado o en las que está presente. Para los más clásicos podríamos hablar de Goldoni, Gozzi o Morand y de tantos otros que resulta imposible condensar tanta escritura en un folio y medio. Sin embargo os vamos a recomendar unos ejemplares menos conocidos que acaban de ser publicados y que resultan más accesible su compra que las mencionadas en párrafos superiores.
De la primera de ellas es la editorial Cabaret Voltaire la «culpable», al recoger en el volumen 'Venecia' un compendio de cuentos y artículos dedicados a la ciudad. El volumen consta de dos partes, la primera 'Cuentos venecianos' (1927) y la segunda 'Esbozos venecianos' (1906) del inapelable autor Henri de Régnier. Autor de apariencia seria, monóculo fijo y largos bigotes, admirado por Proust y adorador de la ciudad de los canales es quizá el último gran aristócrata-viajero que supo escribir y captar la intriga veneciana.
Régnier visitó más de una docena de veces la ciudad del Véneto y pasó largas estancias allí. Con su grupo de amigos (Edmond Jaloux, Jean Louis Vaudoyer, Charles du Bos, Abel Bounard, Emile Henriot, Julien y Fernand Ochsé) se solía reunir en el mítico café Florián donde mantenían animadas tertulias. Era en definitiva un enamorado de la esencia veneciana, las fachadas cochambrosas, la arquitectura decadente, los ocultos jardines motivan en Régnier una literatura apasionada imbricada como pocas en la estructura de la propia ciudad.
Mostrar Venecia se convierte en Régnier en el motivo de su obra. Para ello no le importa relatarnos historias en el presente, finales de siglo XIX y principios del XX, como evadirnos al siglo XVIII, época dorada de tricornios, capotes y máscaras. Lo incógnito se desliza por los cuentos del francés, veneciano por convicción, y se muestra al viajero que trata de saber más de esa Venecia que se enmascara con un antifaz y a la que la mayoría de los turistas no saben cómo llegar.
Así como cada visitante descubre la ciudad que visita a su manera y se compone un retablo de ella con sus características y sus gentes, también existen autores que configuran una Venecia fuera de su ubicación geográfica. Este es el caso de Wlodzimierz Odojewski, escritor de nombre imposible, que sitúa la acción de su relato 'Una temporada en Venecia' (editorial Minúscula ) en el alejado campo checo.
El sueño de un niño, Marek, de visitar Venecia se frustra por el comienzo de la II Guerra Mundial. Encerrado en la casa de campo y con la necesidad del juego como obligada distracción construirá su propia urbe acuática. La rotura de una tubería, que confunden con una fuente de agua natural inundará el sótano. La fantasía infantil descubrirá una ciudad inesperada cargada de imágenes sugerentes a unos cuantos escalones de su habitación. La Venecia soñada por el joven se convierte en el refugio de toda la familia y ayuda a aislar de la trágica situación que asola el país.
Cada ciudad tiene su literatura y Venecia es rica en ella. Cada viajero, cada escritor genera su propia mirada de la ciudad, su Venecia en la cual perderse y a la cual poder volver cuando se quiera. Esperamos que esta breve reseña os sirva para adentraros en la distintas visiones que nos han llegado y sirva de invitación a que conozcáis a aquellos que no lo hayáis hecho todavía tan enigmática ciudad.
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