Tokio es famosa por todo tipo de extravagancias, desde su tamaño descomunal y su exagerada demografía a sus transgresoras modas o costumbres un tanto excesivas. Pero, detrás de todas esas cosas que tan habitualmente vemos en los medios de comunicación, aún queda mucho por descubrir. Entre ellas, los paraísos para los fanáticos de las golosinas.
Un paraíso para pequeños y mayores.
Hay a quienes les atrae esta ciudad por el tema de la alta tecnología y los aparatitos, a otros por el mundo del manga y los videojuegos más coloristas. También hay quienes la visitan en busca de los secretos de las artes marciales y quienes lo hacen interesados por otras tantas ancestrales tradiciones o corrientes de pensamiento profundísimo. Cada loco con su tema —como debe ser— pero, a pesar de tan dispares inclinaciones, seguro que todos son capaces de disfrutar visitando una dagashiya.
Dagashiya quiere decir literalmente "tienda de chucherías" pero en ellas no sólo encontraremos delicias de dudosa calidad para los más pequeños sino también un montón de atractivos divertimentos para los niños de lo más variado y curioso. Efectivamente, una dagashiya es muy parecida a esas tiendas o más concretamente a esos puestos o kioskos que existían hasta no hace tantos años en todos los barrios de España, pero a la japonesa. Es decir, con algunos productos o características específicos de allí y, sobre todo, más cantidad de todo. Pero, al igual que en España, estos simpáticos establecimientos han ido desapareciendo poco a poco y sin que nadie reparara en ello y ahora sólo quedan unos poquitos repartidos por los barrios más antiguos y tradicionales de la ciudad.
Afortunadamente, para delicia de los amantes de lo dulce, las dagashiya se están recuperando como otras tantas cosas en esta vorágine retro que desde hace unos años nos invade y en muchos grandes centros comerciales se han instalado réplicas modernas de aquellos antiguos puestos. Allí se pueden encontrar casi todos los productos que llevan vendiéndose prácticamente desde que existen los niños —la mayoría nunca se han dejado de fabricar— con parecido éxito generación tras generación. Desde unas famosísimas monedas de 5 yenes de chocolate y una surtida gama de chicles, gominolas y caramelos a peonzas, ranitas de metal, canicas, matasuegras, caretas, yoyós, cromos y demás historias. Todo lleno de colores y, en conjunto, el verdadero paraíso para cualquier niño.
Cualquiera que aún pueda rescatar, aunque sea momentáneamente, al niño que lleva dentro de su ajetreada e intensa vida de persona adulta y responsable podrá disfrutar en una dagashiya como un enano; no tienen más que mirar las fotos que son lo verdaderamente interesante de este artículo.
Pero esta recuperación de cosas antiguas en Japón no se limita a las dagashiyas. En las salas de cine niponas se están estrenando películas que recuerdan tiempos pasados (similares a la serie 'Cuéntame', España) y en las tiendas pueden encontrarse una serie de libros que se llaman 'Todavía hoy'. Son publicaciones en las que se detallan productos míticos para los japoneses que aún hoy se pueden comprarse en algunas tiendas. ¿Imagináis un libro en España que recoja dónde se pueden encontrar los chiches Bang Bang, Bazooka y tantas otras cosas?
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