Los castellano-manchegos, entre los menos abstencionistas en los comicios europeos

Madrid/Toledo.-  Los castellano-manchegos están entre los menos abstencionistas de España, pues en los cinco últimos comicios europeos la participación en las urnas ha sido mayor.

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(EFE)

Imágenes de las papeletas de los diferentes partidos para las elecciones europeas. EFE/Archivo

Así, en las últimas elecciones europeas celebradas en 2004, la abstención de los castellano-manchegos fue del 48,46%, mientras que el promedio nacional fue seis puntos superior, es decir, del 54,86%.

Tras las del 2004, las elecciones más abstencionistas entre los votantes de Castilla-la Mancha fueron las de 1989 con un 40,22%, seguidas de las del 94 con una abstención del 34,54.

En cuarto lugar están las elecciones de 1999, en las que no acudió a votar el 25,36% del electorado y, finalmente, las más participativas fueron las primeras, al año siguiente del ingreso de España en la UE, con tan solo el 24,75% de abstención.

Pero, sin duda, las europeas son unas elecciones venidas a menos en España, sobre todo desde el punto de vista de la participación, aunque en la mayoría de los cinco comicios en los que han votado los españoles, éstos han sido menos abstencionistas que sus vecinos comunitarios.

En general, los españoles no han mostrado mucho interés en las sucesivas citas a las que han sido convocados para elegir a sus representantes en el Parlamento Europeo y nada hace prever que esta tendencia cambie el próximo domingo.

De hecho, hay quien augura que el 7-J se superará el récord de la abstención, que hasta hoy ostenta la última convocatoria electoral de junio de 2004, cuando un 54,86 por ciento de los ciudadanos llamados a las urnas decidieron quedarse en casa.

No es más optimista el Gobierno, que considera que un 45 por ciento de participación sería ya un éxito, según fuentes del Ejecutivo.

Si en general los españoles acuden poco a las urnas, cuando se analiza la abstención por comunidades autónomas se descubre que los más apáticos son los gallegos y los insulares, aunque en alguna convocatoria tampoco se han quedado atrás los catalanes.

Por el contrario, parece que son los cántabros, los castellanos (manchegos y leoneses) y los extremeños los más interesados por Europa.

Fue en los primeros comicios (1987), y quizás por la novedad y por la coincidencia con las elecciones autonómicas y locales, cuando los españoles acudieron mayoritariamente a los colegios electorales para elegir por vez primera a sus eurodiputados. Así, casi siete de cada diez ciudadanos ejercieron su derecho a voto.

Un entusiasmo que duró muy poco. Apenas dos años después, el desapego de los españoles por la "cosa europea" ya se hizo notar y el porcentaje de los que acudieron a las urnas bajó hasta el 54,71 por ciento.

Ya el 12 de junio de 1994, la participación subió al 59,14 por ciento, aunque el hecho de que ese mismo día se celebrarán elecciones autonómicas en Andalucía pudo contribuir a ese aumento.

Lo mismo pudo ocurrir cinco años después, el 13 de junio de 1999, cuando también se produjo una triple convocatoria -europeas, municipales y autonómicas- y la participación llegó a alcanzar el 63,05 por ciento.

No hubo coincidencia en 2004 y, otra vez, la abstención superó a la participación, con un 54,86 por ciento de electores que prefirieron quedarse en casa.

Tan solo en una ocasión, en la primera cita al Parlamento comunitario, la participación ha sido mayor que en unos comicios generales, en los que la afluencia a las urnas ha oscilado entre un mínimo del 68,04 por ciento y un máximo del 79,97 por ciento.

Con todo, hay otros socios comunitarios a los que tampoco parece convencerles mucho la política de la Unión, aunque en países como Bélgica la participación se dispare (alcanzó el 90,81 por ciento en 2004) debido a que es obligatorio votar.

A pesar de esta excepción, y de alguna más como Luxemburgo, la concurrencia de los europeos a las urnas ha ido de más a menos y se ha rebajado desde 1979 a 2004 en más de diecisiete puntos, al pasar del 63 por ciento de media al 45,47.

Reino Unido es de entre los miembros "históricos" de la Unión Europea uno de los más abstencionistas. Allí, el pico más alto de participación se registró curiosamente en 2004, aunque fue sólo del 38,83 por ciento.

Fue esa la última convocatoria electoral, en la que participaron veinticinco países, que lo hicieron de forma muy desigual.

Mientras en Bélgica y Luxemburgo votó más del 90 por ciento debido a esa obligatoriedad, en Eslovaquia ni siquiera se acercó el 17 por ciento de los electores, en Polonia apenas el 20 por ciento y en Eslovenia y la República Checa ni siquiera lo hizo el 30 por ciento.

En el siguiente cuadro se recoge el porcentaje de abstención en las comunidades autónomas en cada una de las citas electorales europeas:

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CC.AA. 1987 1989 1994 1999 2004

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Andalucía 34,20 47,25 32,77 36,38 59,12

Aragón 30,32 45,74 41,56 35,73 52,66

Asturias 33,24 45,66 41,80 36,65 55,10

Baleares 33,24 55,26 50,22 43,01 62,39

Canarias 38,18 50,51 50,13 39,87 63,54

Cantabria 24,00 39,47 38,08 32,12 48,16

C. y León 26,93 42,46 38,02 32,94 47,75

C.-La Mancha 24,75 40,22 34,54 25,36 48,46

Cataluña 32,06 48,47 48,11 45,17 60,02

C.Valenciana 25,54 38,31 35,02 32,04 49,54

Extremadura 25,75 39,64 33,81 25,81 50,50

Galicia 42,88 57,26 49,75 39,18 55,70

Madrid 30,07 41,52 40,58 39,23 50,75

Murcia 27,95 41,29 33,45 32,42 50,94

Navarra 27,44 42,66 46,39 34,79 53,84

País Vasco 32,71 41,51 47,72 35,45 55,41

Rioja, La 27,77 41,36 39,20 31,95 46,11

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Total 31,48 45,29 40,86 36,95 54,86