La OEA entreabre a Cuba una puerta que los Castro no quieren franquear

La Habana.-  La decisión de la OEA de eliminar la suspensión de Cuba que regía desde 1962, que algunos califican de histórica, es una victoria para la isla, pero puede resultar irrelevante porque apenas entreabre una puerta que, además, Raúl y Fidel Castro reiteran que no quieren franquear.

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(EFE)

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza (c); el secretario adjunto, Albert Ramdin (i), y la canciller hondureña, Patricia Rodas (d), asisten a la toma de la fotografía oficial de la XXXIX Asamblea General de la OEA.

Hoy mismo Fidel Castro lanzó una nueva andanada de invectivas contra la Organización de Estados Americanos (OEA), a la que llamó "cómplice" y "Caballo de Troya" del "imperio" estadounidense, y agregó que ni siquiera las "buenas intenciones" del presidente Barack Obama justifican que siga existiendo.

Analistas y diplomáticos consultados hoy por Efe en La Habana, tras decidirse en Honduras el fin de la suspensión, coinciden en que ha sido un triunfo simbólico para la isla, que los Castro celebrarán y dirán que lo han logrado sin ceder en sus convicciones, aunque tampoco ha sido una victoria plena.

Cuba y sus aliados (Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador y Honduras, principalmente) pedían que el levantamiento de la suspensión de 1962 fuera incondicional y, además, que la OEA pidiera disculpas públicas a La Habana.

Han logrado solo en parte lo primero, porque la puerta para el regreso de Cuba aún no está abierta, apenas se promete abrir, y nada de lo segundo: no hay ningún "mea culpa" en la resolución aprobada por la Asamblea de la OEA.

Los dos párrafos acordados en la ciudad hondureña de San Pedro Sula tras agónicas negociaciones dicen "que la participación de Cuba en la OEA será el resultado de un proceso de diálogo iniciado por el Gobierno de Cuba y de conformidad con las prácticas, los propósitos y principios de la OEA".

Unos principios que incluyen una Carta Democrática que para La Habana es "ominosa" y que sus aliados han criticado, recordó un diplomático europeo.

Para algunos analistas, queda la sospecha de que en San Pedro Sula hubo una escenificación para la galería, en una Asamblea de la que todas las partes se van a declarar satisfechas, mientras que las verdaderas negociaciones siguen sin reflectores ni taquígrafos entre La Habana y Washington.

Aunque el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y el ministro venezolano de Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro, han proclamado la victoria de Cuba, los dos han reconocido, además, "gestos" de Estados Unidos.

"Saludamos los gestos positivos del Gobierno de Estados Unidos. Ahora es posible darle una mano y una sonrisa a los representantes de Estados Unidos", dijo Maduro.

Ortega reconoció, por contraste, el significado de la llegada de Obama a la Casa Blanca, al decir que el consenso de San Pedro Sula "difícilmente se hubiera logrado en la pasada Administración de Estados Unidos", presidida por George W. Bush.

Los analistas y diplomáticos comentan que ha sido medio siglo de enfrentamiento cotidiano, por lo que rebajar la crispación no será cuestión de pocas semanas, ni siquiera meses, pero que parece claro que el proceso ha empezado.

No descartan que haya nuevas fricciones, choques, retrocesos y ataques mutuos en los años venideros, porque las amenazas y la adopción de posiciones de fuerza es parte de toda negociación y porque, además, ambas partes tienen muchas dificultades en sus respectivos países.

"Pero es claro que Obama tiene la iniciativa", comentó uno de los diplomáticos consultados, y otro citó los pasos que ha dado desde que llegó a la Casa Blanca: eliminación de restricciones para los viajes a la isla de los cubano estadounidenses y ofertas de negociaciones sobre asuntos migratorios y correo directo.