Corrida incompleta de Cebada Gago, pero espectáculo de sobra

Madrid.-  Corrida incompleta al aprobarse sólo tres toros de la ganadería titular de Cebada Gago, sin embargo, un buen espectáculo por su interés, y aunque no estuvieron los toreros a la altura de las circunstancias, con Salvador Cortés herido menos grave, hoy en Las Ventas.

FICHA DEL FESTEJO.- Tres toros de Cebada Gago, bien presentados, encastados y de juego variado. Duró poco el primero por lo mucho que le dieron en el caballo; tuvo clase y nobleza el segundo; y fue fiero y emocionante el tercero, aplaudido éste en el arrastre. Los tres últimos, de Guardiola Fantoni, apagados.

Luis Miguel Encabo: bajonazo (silencio); y media y dieciséis descabellos (silencio tras un aviso).

Fernando Cruz: media y tres descabellos (silencio tras un aviso); pinchazo, otro hondo y descabello (silencio); y estocada corta (silencio).

Salvador Cortés: cogido por su primero en el final de faena, entró a matar Encabo de pinchazo, estocada y descabello (silencio tras un aviso).

En cuadrillas, un quite salvador de Luis Mariscal a su compañero José Domínguez, caído en la cara del toro a la salida de un par en el tercero.

En la enfermería fue atendido Salvador Cortés de "herida en cara anterior, tercio inferior del muslo izquierdo, con una trayectoria de 20 centímetros, que causa destrozos en músculo cuádriceps femoral, con salida por la cara externa, tercio medio, de pronóstico menos grave". Intervenido bajo anestesia general y posteriormente trasladado a la Clínica "La Fraternidad".

También pasó por la enfermería el banderillero José Domínguez para ser atendido de "contusión con erosión en el tercio inferior de la cara interna de la pierna derecha, pendiente de estudio radiológico, de pronóstico leve".

La plaza rozó el lleno en tarde agradable.

-------------------------------------

TRES "CEBADAS" DIECIOCHO AÑOS DESPUÉS

Dieciocho años sin venir a Madrid una corrida de Cebada Gago. Y hasta última hora ha estado en duda la vuelta, pues veinticuatro horas antes de lidiarse, la corrida entera estaba rechazada.

Dicen que por miedo a las arbitrariedades del "siete" -el tendido "ultra crítico" de la plaza, que en situaciones como ésta demuestra su influencia para marcar el rumbo, el carácter y la personalidad de Las Ventas- los veterinarios no se atrevían a dar el plácet. Y menos mal, al final repescaron tres de los nueve toros desembarcados.

Tres, más que suficientes. Una vez comprobado el trapío y las exigencias que cumplían en todos los órdenes los "cebadas" que finalmente saltaron al ruedo, los veterinarios han quedado en evidencia. Tendrían que dimitir, o que los cesen. Pues no hubo protestas, ni del "siete" ni de nadie, si no al contrario, hasta se aplaudió el arrastre del tercer toro.

¿Dónde se ha visto cosa igual? La plaza de Madrid "manejada" desde el miedo y la incapacidad. Habría que conocer la opinión de los "fundamentalistas" del polémico tendido. Seguro que el león no es tan fiero como lo pintan. Hoy han seguido con respeto las evoluciones de la lidia, y eso dice mucho de la ganadería que los veterinarios querían poner en entredicho.

El caso es que los de Cebada Gago, los tres toros primeros de la tarde, han dado espectáculo por emoción y alto índice de toreabilidad. Otra cosa es la capacidad de los tres toreros que estuvieron delante.

Asustados Encabo y Cruz, el primero mandó al picador de turno que masacrara al toro en el caballo, en tanto el otro no fue capaz de dejarle al suyo la muleta en la cara para hilvanar los pases. El único que resolvió, y también a medias, fue Cortés, que a la postre acabó herido por la torpeza de abrir "la ventana" entre la muleta y el toro, por donde le vio y le echó mano.

Lástima de corrida, por las vísperas y por su desarrollo final.

Del primero hay que destacar los dos puyazos interminables que le dieron, quedándose fijo en el peto. Del segundo, la nobleza, el estilo y el buen fondo de casta que no supo buscarle su matador.

Y del tercero, que manseó en los dos primeros tercios, todo hay que decirlo, sin embargo, en la muleta, todo: un toro importante por el brío, la fiereza y el temple que combinó en sus largas y humilladas embestidas, por su velocidad y clase. Emoción y pasión en cinco tandas por la derecha y dos al natural, de cinco y seis muletazos cada una sin una sola pausa.

Una pena que por la cornada Salvador Cortés no redondeara el triunfo. No fue culpa del toro, ya que su obligación es coger lo que hay delante y le incita, en este caso el torero que no se tapó convenientemente con el engaño.

Fueron buenos "los cebadas" por si mismos y por las carencias de los tres "guardiolas" que vinieron a remendar la corrida, apagados y sin codicia. Y eso que alguno como el cuarto tuvo aparentemente buena condición. Sin embargo, duraron poco, o menos.

El contraste del toro que se para con el que se mueve. Ahí está la clave.