Una colección reconstruye la historia del sonido vinculado a los juegos infantiles

Urueña (Valladolid).-  Una colección de ingenios y piezas, entre los que destacan fonógrafos infantiles, recorre a escala el origen y evolución de los juguetes sonoros en la localidad vallisoletana de Urueña (Valladolid), a cuyo Museo del Gramófono se adscriben estos fondos propiedad de Luis delgado y Joaquín Díaz.

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(EFE)

Una colección de ingenios y piezas recorre a escala la evolución de los juguetes sonoros en Urueña (Valladolid), a cuyo Museo del Gramófono se adscriben estos fondos propiedad de Luis Delgado y Joaquín Díaz. En la imagen, Luis Delgado acciona uno de los juguetes.

La colección arranca desde piezas primitivas, aquellas en las cuales el sonido se extrae a partir de la manipulación de algunas de sus partes, hasta otras más perfeccionadas con mecanismo y sistemas diseñadas con el mismo propósito.

Entre las primeras figuran el sonajero, la matraca, la carraca, la zambomba y el tambor de hojalata, mientras que entre las segundas destaca una amplia gama de fonógrafos expresamente construidos y dedicados al público infantil a partir del último tercio del siglo XIX, según ha precisado Delgado.

La historia de los juguetes fonográficos, según ha explicado hoy a Efe el compositor e intérprete Luis Delgado respecto a este último apartado, "es tan antigua como la de la propia fonografía", y tiene su antecedente en las muñecas de fuelle, que emitían sonidos parecidos a balbuceos a partir del aire impulsado y expulsado por una especie de lengüeta.

En 1791, el alemán Wolgang von Kempelen creó un aparato capaz de articular frases a partir de sistemas de fuelles, lengüetas, silbatos y cajas de resonancias que fueron perfeccionándose hasta 1889, año éste en que Luis Delgado sitúa la llegada del primer juguete sonoro con la aparición de la muñeca parlante patentada por Thomas Alva Edison (1847-1931).

Su mecanismo disponían de unos principios sonoros "muy parecidos a los del fonógrafo", ya que se podían cambiar los cilindros, y la muñeca fue mostrada en la Exposición Internacional de París, donde la vio el francés Emile Jumeau, que comercializó un juguete similar con el sobrenombre de 'Bebé Jumeau' y que salió a la venta en 1893 con recambios en francés y posteriormente en alemán español y ruso.

En 1915, la casa inglesa Chad Valley, ha añadido Delgado, incorporó esta mecánica a su famoso peluche 'Teddy Bear' (osito Teddy) antes de comercializar gramófonos de pequeño tamaño a partir de ese año, pensados para los niños y comercializados en pequeñas cajas decoradas con motivos infantiles, donde se acomodaban las piezas.

La colección de juguetes sonoros, divulgada a través de un catálogo y en internet (www.funjdiaz.net y www.luisdelgado.net), incluye un amplio apartado dedicado a esos fonógrafos infantiles en los que se podían escuchar cuentos desde discos de vinilo hasta los de plástico que popularizó, también en España hasta los años setenta del pasado siglo, la editorial Stock.

Los sellos discográficos prestaron entonces atención a los catálogos de cuentos y a las canciones infantiles, con relatos y melodías, para ganar cuotas de mercado.

Los fondos de juguetes sonoros incluye manufacturas alemanas como la Bingola I y el Pigmyphone, en los años veinte, además de inglesas como el Chad Valley, en los años treinta, o suiza como el Argentine, también en los años veinte, y española como el Super Nic, patentado en barcelona el 25 de abril de 1931 y del cual también se puede contemplar un ejemplar.