VARSOVIA (POLONIA).- Pasear por Varsovia es una sensación única, pese a que suene a eslogan de una valla publicitaria de la Concejalía de Turismo de la ciudad. Y es que es una urbe rica y moderna que al mismo tiempo oculta mil y un lugares que parecen sacados de los decorados de una película sobre la Segunda Guerra Mundial. Es una ciudad que trata de ocultar, sin demasiado éxito, la pobreza de muchos de sus habitantes entre los altos rascacielos del centro, los modernos centros comerciales y los lujosos hoteles para turistas. Un caleidoscopio que, dependiendo de cómo lo hagas girar, te mostrará cada vez una de las múltiples caras que la conforman.
En esta ocasión pretendo analizar una idea muy extendida: '¿Son los polacos muy católicos?'. La respuesta es sí. Y no sólo son creyentes, sino también practicantes. Una manera de comprobarlo puede ser pasearse por las calle del centro de Varsovia un domingo por la mañana cualquiera para observar cómo la gente, de todas las edades, acude a escuchar misa a las iglesias, a veces incluso desde la calle porque el interior está lleno. Y otra manera, más divertida y sui géneris es la que les propongo a continuación.
Existen ocultos por toda Varsovia un sinfín de pequeños santuarios, templecillos, figuras de Santos o de la Virgen, crucifijos y demás imaginería cristiana sobre púlpitos creados por los propios ciudadanos. Tienen su origen a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando se establecieron los rezos diarios durante mayo, el mes de la Virgen María ('Majowe'). Por este motivo, para poder cumplir con sus obligaciones religiosas, las comunidades de vecinos costeaban la construcción de estos altares donde orar diariamente sin tener que desplazarse hasta las iglesias. Así, los patios interiores de los edificios de apartamentos, los cruces de caminos o lugares sin mayor relevancia se convirtieron en los elegidos para servir de puntos de encuentro donde rezar los 31 días que dura el periodo de oraciones diarias. De hecho, durante estos días es posible ver grupos de algunas personas frente a estas estatuas orando. Aunque es una práctica más común en los pueblos y aldeas que en las grandes ciudades.
Actualmente, con el paso del tiempo, estas pequeñas obras artesanales costeadas y construidas por los propios vecinos han caído en el olvido y el desuso en algunos casos o continúan recibiendo numerosas atenciones y mimos con regularidad. Un tesoro patrimonial muy coqueto y desconocido para la gran mayoría de turísticas de Varsovia, pero que en los últimos días se quiere poner en valor en el barrio varsoviano de Praga. La idea es documentar, fotografiar y conocer la historia del centenar de altares que existen en esta zona de la capital polaca, para editar con posterioridad una guía y una ruta turística por todos ellos.
Tras la Segunda Guerra Mundial y durante la ocupación soviética del país, los mandatarios comunistas trataron de prohibir del cristianismo en Polonia. Esto provocó que los polacos protegiesen estos singulares altares a lo largo y ancho de todo el territorio, manteniéndolos para poder orar o reunirse clandestinamente (no hay que olvidar que la URSS prohibió la práctica del cristianismo en todos los países del bloque, con éxito excepto en Polonia, donde les fue imposible). Y Varsovia no podía ser una excepción. Actualmente todavía resisten en pie el paso de los años como pequeñas huellas de un momento doloroso que sirvió para reforzar los elementos identificativos de un pueblo acostumbrado a los abusos de los diferentes invasores a lo largo de su historia. El lado más triste es que cada vez se cuidan menos y algunos languidecen recordando tiempos en los que eran mimados, conservados y engalanados por sus vecinos. Una inmensa red de cruces e imágenes santas, que en algunas zonas brillan por su especial belleza y cuidada manufactura, emparedadas por altos edificios de sobrias viviendas socialistas.
El origen de todas estas construcciones hay que buscarlo a partir del año 1862, cuando la Iglesia reconoció el mes de María, pero no ha sido hasta ahora cuando comienzan los esfuerzos por protegerlos, catalogarlos y promoverlos oficialmente. Son la respuesta espontánea del pueblo a su fervor religioso y la respuesta clandestina a las prohibiciones iniciales de las prácticas católicas por los ateos comunistas soviéticos, que dominaron todos los aspectos de la vida polaca durante, aproximadamente, medio siglo. "Prohibieron ser católicos e ir a las iglesias, pero no es algo que se pueda hacer sin más. Acudíamos al pequeño santuario que hay enfrente de mi casa, para poder rezar y celebrar los días especiales con los demás vecinos de la zona", explica Barbara Achcińska, vecina de la capital polaca.
El planteamiento es sencillo, se decidía un punto respecto al cual había varias familias de vecinos dentro de su radio. Estas personas eran las encargadas de sufragar los gastos de su construcción y de levantarlo, además de cuidarlo y engalanarlo cuando era menester. Las mujeres eran las responsables de pintarlo cuando era necesario, limpiarlo y decorarlo con flores frescas o cintas de colores. Así, cada vez que se celebraba algo se podía acudir allí, sabiendo que estaría en perfecto estado.
Son una clara muestra del cristianismo de los polacos, pero, al mismo tiempo, una reminiscencia pagana inconsciente. Ya que muchas de estas obras se asientan en lugares que podrían considerarse santos, especiales, con una fuerte emanación de energía o afortunados por alguna tradición olvidada. Por ejemplo, son habituales en los cruces de caminos, cercanos a un lago o bajo un gran árbol. Por eso, hay que buscarlos en los lugares más variopintos, como patios de las casas, detrás de algunos edificios de viviendas o en el sitio menos esperado. Los encontrarás donde menos lo esperes.
Estos pequeños santuarios, coquetos y delicados, son muy queridos y respetados por todos los polacos, aunque cada vez caen más y más en el olvido. "Los jóvenes ya no los cuidan y los mayores van muriendo" –lamenta Achcińska-. "No creo que se dejen de cuidar del todo nunca, pero ya no se cambian las flores tan a menudo, ni se pintan, ni se visitan tantas veces". Y es que, pese a que la gran mayoría continúa en perfecto estado, existen algunos que ya han sido abandonados y languidecen en el recuerdo de una época pasada mejor. Una peculiaridad polaca que carece de estudios específicos o de mapas de localización (a la espera de la ya mencionada guía que se está realizando, exclusiva del barrio de Praga y algún trabajo muy localista en algunas localidades) de cada uno de ellos tanto en Varsovia como en el resto del país, pero que puede ser el complemento idóneo en tu visita a Varsovia. No cuesta mucho esfuerzo prestar un poco de atención mientras se realizan los típicos itinerarios turísticos para llevarse un recuerdo más completo de la ciudad.
Además, como consejo, si estos días antes de finales de mayo te encuentras en el país, podrás disfrutar de ellos en su mejor momento, pues, coincidiendo con el mes de las oraciones a la Virgen, lucen tiras de colores, complicadas trenzas hechas con flores, tirabuzones y demás adornos hasta la llegada de junio.
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