Justicia universal

Seis mil kilómetros separan el Golfo de Adén y el pueblo de Parrillas. El Golfo de Adén está en el Océano Índico, entre Yemen y Somalia. El pueblo de Parrillas, en Toledo, muy cerca de Talavera de la Reina. Pese a la distancia entre ambos, se trata de dos magníficos indicadores del nivel de la política y de la justicia en nuestro país. El fascinante juego de intereses geoestratégicos, jurídicos y económicos frente a la aburrida justicia social y la memoria histórica.

(EFE)

Está contento porque sabe que no hay color.

Ya sabrán ustedes que el Ministerio de Defensa pidió a la Abogacía del Estado que se personase en el recurso presentado por la Fiscalía para evitar que los piratas detenidos quedasen en libertad. Y que el juez, tras el cambio de criterio del fiscal, ordenó la liberación de los bucaneros. Son los desencuentros habituales entre el poder Ejecutivo y el Judicial. Pese a todo, resulta conmovedor el compromiso de Zapatero con unos acontecimientos que tienen lugar allende nuestras fronteras. Y es de agradecer que para que reine la justicia marítima enviemos al Golfo de Adén tres barcos, un avión y seiscientos soldados, y no reparemos en gastos: la misión impulsada por España en el seno de la Unión Europea tiene un coste de entre 3,7 y 5,1 millones de euros mensuales.

Mientras eso sucede por esos mundos de Dios, y de Mahoma, en España el Juzgado de Talavera de la Reina ha archivado la causa de las fosas de Parrillas. En este término municipal hay constancia de la existencia de tres fosas comunes con 19 represaliados de la Guerra Civil. Los familiares querían recuperar sus cuerpos, pero como ustedes sin duda recuerdan, la Audiencia Nacional se declaró no competente para investigar los crímenes de la dictadura. Desde entonces, el Gobierno no ha movido un dedo. Y el Senado se ha negado a que el Estado asuma el coste de las exhumaciones (recuperar los cuerpos de cuatro soldados republicanos en Gavà, Barcelona, costó 60.000 euros).

Grandes conflictos internacionales y pequeñas miserias domésticas. Marketing mundial y problemas familiares. Justicia universal o local. Zapatero ha elegido sabiamente: entre un puñado de corsarios que asaltan petroleros y cuatro huesos de mártires por la libertad, la verdad es que no hay color.

P.D.

Ana Rosa entrevista, como gran exclusiva, a la hija de la última víctima de violencia doméstica. Una niña. La aborda nada más terminar el entierro de su madre. La chica no puede responder ni a la primera pregunta: se pone a llorar. "Si te parece, te calmas un poquitito, vamos a publicidad y luego hablamos tranquilamente", dice la escritora con la frialdad de una mantis religiosa. Y después de quince minutos de anuncios, acorrala a la chica con preguntas morbosas, íntimas... "No conozco los detalles", responde la chica, siempre al borde del llanto cuando le piden pormenores del asesinato de su madre.

"Tiempo tendrá para que le cuenten los detalles", sentencia Ana Rosa antes de dar paso a los padres de Marta del Castillo, invitados en plató. La presentadora devora a sus invitados. Algo que siempre es un asco, pero aún más cuando las víctimas son niños. Telecinco es cómplice de la carnicería. Mientras no impida estas miserias, no dejará de ser una cadena repugnante.