HONG KONG.- En el metro de Hong Kong o MTR (Mass Transit Railway) todo es "masivo", desde el momento en el que te acercas a la entrada de una estación hasta que te sumerges entre sus pasillos y vagones. Y es que este subterráneo de 175 kilómetros de longitud está pensado para mover enormes cantidades de personas y todo con la mayor rapidez y comodidad posible. No es para menos: el MTR da servicio a unos 3,4 millones de personas cada día (tres veces más de lo que mueve un metro como el de Madrid).
Las escaleras de descenso a las estaciones están, normalmente, separadas en dos carriles, siempre con señales que indican el sentido de la circulación de los viajeros. Los vestíbulos y pasillos son enormes, y los tornos están ubicados de forma que el flujo de pasajeros de entrada nunca se tenga que cruzar con el de salida. El mecanismo de los tornos, si se utiliza la tarjeta recargable Octopus, es casi instantáneo, y en algunas estaciones la cantidad de escaleras mecánicas, y sobre todo su velocidad, es escalofriante. Por cierto, la tarjeta de pago fue diseñada en un principio para el servicio público de transporte de la ciudad, aunque hoy se utiliza también como sistema de pago en tiendas, supermercados, restaurantes...
Sin embargo, pese a lo que pueden llegar a imponer ver los pasillos repletos de gente, el viaje en los trenes suele ser bastante cómodo. Y es que, en muchas líneas, los trenes cuentan con 14 vagones y la frecuencia de paso es, con precisión suiza, de dos minutos. Y, atención, el número de averías es inusitadamente bajo. Tanto que cuando hay una, es noticia en los informativos.
Entre las diez líneas que componen el metro de Hong Kong no vas a encontrar exposiciones, ni obras de arte, ni músicos tocando en los pasillos. No hay nada que anime a los pasajeros a detenerse. De hecho, en ocasiones especiales, cuando se espera un tráfico masivo de pasajeros —fuegos artificiales en el puerto, desfiles o festivales—, en muchas estaciones se plantan carteles (desde varios días antes) advirtiendo que la Policía no va a dejar a nadie detenerse en los pasillos en un día concreto y en un rango de horas concreto. Nadie debe parar. ¡Hay que evitar que se detenga el flujo de personas a toda costa!
Sin embargo, esto no evita que puedas encontrar todo tipo de facilidades para seguir con tus ocupaciones habituales: la cobertura 3G es completa —incluyendo túneles—, y en más de 20 estaciones (y en algunos trenes) hay acceso a internet. Por supuesto, la ocupación más amada por los hongkoneses, el "shopping", también está íntimamente relacionada con el MTR. En el paraíso de las compras. Son muchas las estaciones a las que se puede (y debe) acceder a través de algún centro comercial. La integración es total: en algunos casos, los tornos de acceso al metro están dentro del centro comercial, en otros, cuando miras una pared te das cuenta de la sucesión de "tienda, tienda, tienda, entrada al metro, tienda, tienda...". En realidad eso no es exclusivo del metro: muchas veces la única forma de acceder a parques, a edificios de oficinas, o incluso a dependencias gubernamentales es a través de un centro comercial.
Eso sí, en el MTR es imposible perderse. No importa por cuántos centros comerciales haya que pasar para llegar a los trenes. Hay una gran cantidad de empleados dedicados en hora punta a indicar a los viajeros por dónde moverse, crear pasillos humanos para manejar a las masas, lanzar órdenes por megáfonos, levantar manos enguantadas en blanco indicando por dónde se debe circular... Todo esto resulta muchas veces, a ojos de los occidentales, simplemente increíble. Sobre todo teniendo en cuenta que la perfecta señalización hace completamente innecesaria la participación de controladores humanos.
Colegiales en uniforme, parejitas abrazadas el uno al otro mientras cada uno juega con su consola (sí, es posible), grupos de turistas occidentales, y otros tantos de la china continental, colas interminables y perfectamente alineadas frente a los cristales del andén en la estación de Admiralty, mamparas de las estaciones que mantienen los andenes frescos y las vías fuera del alcance de los suicidas, un frío polar producido por un aire acondicionado que parece no tener regulador, la gente entrando en los vagones sin dejar salir antes a los que viajan dentro pese a los incesantes avisos por megafonía, el occidental trajeado navegando por internet en su netbook...y mucho más es lo que te encontrarás en el metro de Hong Kong.
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