Río luce alegría, apoyo político y a Sudamérica para convencer al COI

Río de Janeiro.-  Río de Janeiro lució ante el Comité Olímpico Internacional (COI) las bazas de la simpatía de su pueblo, el firme apoyo institucional, su necesidad de desarrollo y el criterio intangible de su posición geográfica, que podría suponer un arma de doble filo.

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La rotación entre continentes es una regla no escrita para el COI, pero, según informes que manejan los responsables de la candidatura carioca, el próximo 2 de octubre determinará el voto del 40 por ciento de los delegados en la elección de la sede de los Juegos Olímpicos de 2016.

Con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva a la cabeza, Río enarbola firme la bandera sudamericana, reclama que se ponga en el mapa olímpico a una región que siempre ha visto los Juegos por la televisión, y pidió que no repitan países ricos para los que los Juegos "no son una novedad".

Sin embargo, la historia demuestra que los votantes del COI han sido reacios a los candidatos sudamericanos y no hay indicios de que hayan ganado confianza repentina en la región, aunque la comisión de inspectores destacó hoy las posibilidades de desarrollo que abrirían los Juegos en Río.

Dentro de los mismos parámetros, la proximidad de la fecha de un evento de las dimensiones del Mundial de fútbol, que se celebrará en Brasil en 2014, podría costarle votos a Río.

El mejor futbolista brasileño de todos los tiempos, Pelé, dijo que los brasileños quieren ambos eventos "por igual" y rechazó que el Mundial pueda entorpecer a las opciones olímpicas.

Para ablandar la sensibilidad del COI, Río ha abundado en la alegría de su pueblo, su amor por el deporte y la posibilidad de convertir los Juegos en una celebración constante, que además aprovecharía al máximo su espectacular paisaje montañoso, sus exhuberantes bosques tropicales y sus famosas playas.

En la recepción al COI no faltó una exhibición de una de las mayores expresiones de la alegría de la cultura brasileña, el carnaval carioca, que incluso animó a alguno de los inspectores a seguir el ritmo frenético de la batería y los vaivenes de las caderas de las bailarinas.

Para los que no se dejan seducir por el poderoso argumento de la samba y la caipirinha, Río ofrece serias garantías financieras y respaldo de los tres niveles de gobierno, que se han ofrecido a pagar la costosa factura que asciende a casi 15.000 millones de dólares.

En el otro extremo, se sitúan las dudas sobre si se podrán entregar a tiempo las numerosas obras todavía sin comenzar, sobre todo en el área de transporte, básicas para contrarrestar las enormes distancias entre las instalaciones, que exigirán desplazamientos de 20 kilómetros de media, según el COI.

El presidente Lula garantizó que hará unos Juegos en los que "ningún extranjero podrá sacar defectos" y argumentó que los atrasos y supuestos riesgos de la ciudad brasileña son una oportunidad inigualable para impulsar su desarrollo social, urbano y ecológico.

La ciudad no promete alcanzar la excelencia, pero sí que puede impulsar los cambios más radicales y necesarios para un país emergente.

Aparejado a la falta de desarrollo, surge el problema de la violencia urbana, el talón de aquiles de Río, que no puede presentar paliativos para los 5.717 asesinatos sufridos en la región en 2008.

La candidatura se aferra al ejemplo de los Juegos Panamericanos, cuando se controló la criminalidad con un dispositivo policial especial.

Además, el Gobierno ha presentado un plan para mejorar la formación de los policías, incentivar políticas sociales y alternativas laborales en las áreas más violentas para evitar que los jóvenes caigan en las redes del crimen organizado.

Quedará por ver qué criterios pesan más en la decisión del COI, que además de todos estos factores políticos, deberá tener en cuenta los informes elaborados por la comisión de evaluación, que serán divulgados en septiembre.