"...y como los anglosajones van a seguir generando contenidos, la cultura en español va perdiendo espacio". La cita es de una entrevista en ABC, realizada en el mes de septiembre. Ha pasado desapercibida en el torrente de comentarios, noticias y posts que han inundado la red a raíz del nombramiento de la nueva ministra de cultura. Es toda una declaración de principios. Identificar la "creación" con la cultura es un planteamiento burgués, anacrónico y desfasado. Y un poco facha, si se nos permite.
El pionero y máximo exponente de esta nueva teoría del desconocimiento es Alberto Ruiz-Gallardón. Primero en la Comunidad y ahora en la Alcaldía de Madrid, allá por donde pasa sustituye la nomenclatura y donde había una concejalía o consejería de Cultura, ahora la hay de "las artes". Un planteamiento simplista más propio del siglo XVII que del XXI. No contento, él además ha coronado su teoría con ese magno mausoleo de la cultura de espaldas al ciudadano que es el Matadero.
Proteger y fomentar la creación artística está muy bien, y debería deducirse en un esfuerzo equivalente por acercar los resultados a los ciudadanos. Ahí es donde, a diferencia de los anglosajones, fallamos siempre, señora ministra. Como hace siglos, de la mano del señor Gallardón y no sólo de él vamos hacia un modelo medieval de la cultura, en el que el fomento del arte para minorías prima sobre el acceso generalizado a la cultura.
Basta acercarse a la web del Ministerio de Cultura para descubrir que exponer una imagen de un creador en un blog o una web supone, según tarifa, pagar a la entidad de gestión correspondiente entre dieciséis y treintaidós euros... ¡al mes!. En la práctica, ello se traduce en una red sin imágenes de nuestra cultura contemporánea. No sucede así con la cultura anglosajona, que contempla en su legislación el concepto del fair use, para garantizar la convivencia entre el derecho de autor y el del acceso a la cultura.
Hicimos hincapié en ello hace unos meses: la wikipedia en español es un despropósito en lo que a imágenes se refiere. Poníamos como ejemplo la comparación entre las entradas de Picasso en ella y en la anglosajona. Nuestros hijos –no así los chavales ingleses o estadounidenses– estudian al pintor malagueño con reproducciones de la Dama de Elche o el Entierro del Conde Orgaz. Es un modo pintoresco de promocionar la cultura en español. Pero la nueva ministra le da una vuelta de tuerca, pretendiendo que la cultura anglosajona se nos adelanta por culpa de los operadores y su innecesaria banda ancha.
No. El acceso a la cultura es la garantía de su continuidad. Para demostrarlo basta acercarse al género chico del cine, los cortos, que han pasado de una situación de inminente peligro de extinción a pesar de las subvenciones, a una salud razonable desde que prescindieron de la proyección en salas para adentrarse en la difusión gratuita, gracias a esas perversas líneas ADSL sobre las que la ministra tiene una particular opinión: "Seamos todos sinceros, ¿para qué necesitamos todos una línea de ADSL de no sé cuanto gigas? ¿Para mandar e-mails?".
"Hoy día todos somos internautas, y ellos también tienen puntos de vista a tener en cuenta. Creo que se va a encontrar una solución buena para todos. Lo primero que quiero hacer es reunirme, hablar y escuchar para entender todos los puntos de vista", ha manifestado la ministra, ante el clamor generalizado que su nombramiento ha provocado en internet.
Cuando hay un "ellos" quiere decir que también hay un "nosotros". Y ese "nosotros" lo definía la ministra cuando hace poco afirmaba en la gala de los Goya –lo pudieron escuchar los que no se quedaron dormidos– "que nuestros administradores comprendan que en el negocio de la Red no pueden ganar sólo las operadoras de ADSL, mientras que quienes proporcionamos los contenidos perdemos". Parece que el presidente Zapatero sí la escuchó, y ha deducido que la manera de que "nuestros administradores comprendan" es poner a Doña Ángeles como administradora. Así no hay que explicar ni convencer a nadie para que comprenda nada.
Malos tiempos para la cultura. Pero concedámonos el beneficio de la duda. Aunque eso sí, no estaría mal que antes de iniciar ese diálogo con "ellos", retirara la infame y torticera campaña de publicidad que su antecesor puso en marcha, con el dinero de todos, para criminalizar a los internautas. A veces, para el diálogo, son necesarios gestos de buena voluntad.
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