Dudas sobre la cifra final de participación en unos comicios con algunos incidentes

Argel.-  Las elecciones presidenciales argelinas estuvieron marcadas hoy por las dudas respecto a los índices de participación y los incidentes ocurridos en la Cabilia, donde explotaron dos bombas en la cercanía de un centro de voto que causaron heridas a dos policías.

En esa misma conflictiva región de Argelia, varios partidarios de las fuerzas de oposición que defendían el boicot a las elecciones destrozaron las urnas en al menos seis colegios electorales, indicaron a EFE fuentes locales.

El ministro del Interior argelino, Yazid Zerhuni, cifró la participación a las 16.30 horas locales (15.30 GMT) en el 48,89 por ciento y tres horas y media antes en un 29,42 por ciento.

Estos datos son similares o incluso inferiores -los de las primeras horas de la mañana- a los índices registrados a las mismas horas en las últimas presidenciales de 2004, que tuvieron una participación final de un 58 por ciento, según los datos oficiales.

"Son resultados extraordinarios y sin sorpresas", dijo Zerhuni en referencia a la tasa global de participación.

El Frente de Fuerzas Socialistas (FFS) uno de los partidos de oposición argelinos que llamaron al boicot de las presidenciales, denunció, sin embargo, "un fraude masivo" en las votaciones y aseguró que la participación pasado el mediodía no superaba el 5 por ciento.

La abstención, que en las últimas legislativas fue del 64,33 por ciento, es la principal incógnita de las elecciones, una vez que se da por segura la victoria del actual presidente, Abdelaziza Buteflika, que aspira a un tercer mandato.

Los resultados de los comicios no se conocerán hasta mañana, viernes, aunque se espera que el porcentaje total de participación se ofrezca esta noche, tras el cierre de todos los colegios.

Tanto Buteflika como el Gobierno y los partidos que le apoyan insistieron durante la campaña en los llamamientos al voto y en conseguir una "victoria arrolladora" conscientes de la pérdida de autoridad de su reelección si los votantes dan la espalda a las urnas.

El entorno del presidente se había fijado durante la campaña un objetivo de participación de entre el 70 y el 80 por ciento.

Pese al despliegue de 160.000 policías y miles de agentes de la Gendarmería Nacional y el Ejército, la rama de Al Qaeda en el Magreb consiguió hacerse presente en los comicios al colocar varias bombas junto a las colegios electorales en la región de la Cabilia.

Dos de ellas explotaron en las cercanías de un centro de voto en el pueblo de Imeghenine, en la provincia de Boumerdes, y otras tres fueron desactivadas antes de estallar en esa misma provincia, informaron a EFE fuentes de seguridad.

Al menos otros seis centros de votación en la provincia de Bouira, también en la Cabilia, fueron atacados por varios partidarios del boicot a las elecciones, que destruyeron las urnas, confirmaron fuentes locales.

A la entrada de otro colegio de la localidad de El Asnam, los militantes del boicot prendieron fuego a varios neumáticos.

Tanto el FFS -que pertenece a la Internacional Socialista- como la Agrupación por la Cultura y la Democracia (RCD)- habían apelado a boicotear la cita electoral por considerar que los resultados se conocían de antemano y que Buteflika, cuenta con todos los medios del poder para garantizar su reelección.

También el movimiento de los "archs" (tribus) que agrupa a representantes de las ciudades y pueblos de Cabilia y que canalizó la llamada "revuelta bereber" de 2001 instó a boicotear los comicios.

El primer ministro argelino, Ahmed Ouyahia, afirmó que el índice de participación "será importante y a la altura de lo que todos aguardamos" y dijo que la democracia no tendría sentido "si no expresa la opinión de los ciudadanos".

Buteflika votó junto a los miembros de su familia en un colegio del barrio residencial de El Biar, en Argel, pero no realizó declaraciones.

Un total de 20.638.608 argelinos tenían derecho a voto en estas elecciones, dos millones y medio más que en las últimas presidenciales de 2004, en los 47.150 colegios repartidos a lo largo del país, el segundo mayor de África.