El 'making of' de la película del año: 'El nuevo orden de Brown'

LONDRES.-  La cumbre del G-20 que se celebró ayer en Londres se ha marchado de la capital británica con mucha más rapidez que con la que vino. El primer ministro británico, Gordon Brown, sabía que en la organización de esta cumbre histórica y en lo que saliera de ella se jugaba su futuro político y no dejó nada a la improvisación.

Ahora, con todos los líderes políticos ya en Estrasburgo (Francia), Londres parece respirar tranquila. Los centenares de policías que durante estos días han protegido a los presidentes de Gobierno y han amedrentado a los grupos antisistema, se han esfumado de las calles. Tan solo unos cuantos se encargan de redirigir el tráfico, el único punto de desorden que queda en la capital inglesa.

Pero, ¿qué pasó este jueves además del consabido comunicado que tiene la misión de redefinir la historia económica mundial? El día fue un día de locos para todos los que pululaban cerca del centro Excel de Londres. Al menos 500 delegados, 24 jefes de Estado, centenares de policías, 2.500 periodistas y 200 personas de seguridad extra que se trajo para sí mismo Barack Obama. Al final los menos numerosos resultaron ser los que más se esperaba que fueran: la organización del evento había preparado una gran explanada para los manifestantes que protestaban contra el evento, pero sólo 200 personas se presentaron ante el recinto pidiendo el respeto de los derechos humanos en Etiopía. El meollo guerrillero seguía en el corazón financiero de Londres donde grupos antisistema fueron a protestar por la muerte, el día anterior, de un manifestante (de 60 años que murió por causas naturales).

Volvamos al Excel de Londres. Son las 11 de la mañana y se empiezan a filtrar los primeros borradores. Mientras esto ocurre (todos hablaban de la aportación millonaria al Fondo Monetario Internacional pero cada uno da una cifra diferente) una noticia roba el protagonismo a la cumbre: ¡Sancionan a Lewis Hamilton! Los periodistas británicos dejan el borrador y se ponen frente al televisor. Lo primero es lo primero. A 200 metros del centro de prensa los 'sherpas' de los líderes mundiales trabajan a destajo para que el acuerdo salga de todas todas, tal y como a los españoles nos ha asegurado el ministro Solbes a primera hora de la mañana.

La cola para la rueda de prensa de Obama.

El cansancio se les nota. Cuando el presidente del Gobierno español da la rueda de prensa para decir con una sonrisa de oreja a oreja que Obama le ha caído fenomenal y que le "ha causado una magnífica impresión su cercanía, su capacidad de diálogo y su voluntad de entendimiento" (¿no estamos en una cumbre que va a cambiar el sistema económico mundial?), el secretario de Estado David Vegara descansa en última fila junto a las cámaras. Está visiblemente cansado. El que en ese momento sigue trabajando es Solbes: desde primera fila apunta a un Zapatero extrañamente moreno de piel qué es lo que tiene que contar y cómo.

Los que no necesitan ningún apuntador son los líderes del eje anglosajón. Ambos, Gordon Brown y Obama, llegan con un notable retraso a su comparecencia con los medios. Muy bien, creando expectación. Ambos seducen a los presentes con sus palabras y sus gestos. Esto sí que es 'show business'. Brown, en el mejor papel de su vida según dicen algunos periodistas ingleses, sabe transmitir la gravedad de la situación. Obama, como si de un programa televisivo se tratara, hace esperar a los asistentes alrededor de una hora y provoca larguísimas colas. Y el 'show' comienza: "no puedo elegiros a todos", dice el presidente cuando se abre el turno de preguntas. "Gracias por haberme elegido", contesta nerviosa una reportera india. Al final, los aplausos cierran el espectáculo. ¿Acaso Obama nos ha salvado él solito de algo como para aplaudirle?

Pero en el recinto de prensa los flashes se los lleva un tercero. Un compatriota de Brown, Bob Geldof, cantante británico y activista por los derechos humanos, consigue que varias decenas de periodistas revoloteen alrededor de él algo más de una hora. No reparan quienes le siguen en otras personalidades como el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, que pasa por el centro de prensa como Pedro por su casa.

Un periodista inglés twitteanndo la rueda de prensa de Obama.

La información va y viene y antes del comunicado final se siguen filtrando 'noticias'. "¿Sabéis que ha hecho hoy Michelle Obama?", comenta un periodista. Al parecer mientras sus maridos están intentado refundar el capitalismo Sarah Brown y Michelle se han ido a una escuela al norte de Londres a decirles a unas niñas que lo mejor en esta vida es ser inteligente y que gracias a las notas que ha sacado Michelle esta ahora donde esta. ¿Cómo? No es el único cotilleo que circula por la cumbre. Después de la foto oficial, en la que a Berlusconi se le ve con más pelo del habitual, comienzan las porras de quién es el más sexy de todos. El ganador es Obama, el segundo, el mexicano Felipe Calderón.

Llega el momento Gordon Brown. En la sala hay 200 periodistas y al menos una veintena estuvieron (estuvimos) contándolo al minuto desde Twitter. La red social se ha consagrado como herramienta comunicativa: es el primer evento mundial que los periodistas cuentan a través de microblogs. 24 horas después de ese momento, las portadas de las webs de los periódicos ingleses han vuelto a sus temas habituales. Ahora que Obama ya se ha ido, el lío que tiene montado Madonna para adoptar a otro niño de Malawi y el porno del marido de la parlamentaria Jacqui Smith vuelven a centrar la atención mediática. Para cerrar una imagen histórica que nos cuenta un corresponsal español afincado en Londres: periódicos tan dispares como The Guardian y The Daily Mail han abierto sus portadas con el mismo título: "Brown's new world order!". Algo histórico tiene que haber pasado.