Madrid.- El escritor Luis Sepúlveda vive desde hace años "en esa frontera hermosa entre Chile y Asturias", y desde ella reivindica en "La sombra de lo que fuimos", su nueva novela, la labor de cuantos intentaron cambiar el mundo durante el Gobierno de Salvador Allende y acabaron derrotados por la dictadura de Pinochet.
El escritor chileno Luís Sepúlveda, cuya obra está traducida a 60 idiomas, y que reivindica a los humillados por la dictadura chilena en su novela "La sombra de lo que fuimos", una obra galardonada con el Premio Primavera , durante la entrevista con Efe en la víspera de recibir oficialmente este importante galardón. EFE/ Chema Moya
"La verdadera transición no empezará en Chile mientras no haya una nueva Constitución", aseguraba hoy en una entrevista con Efe el escritor chileno, que comienza en Madrid la gira que lo llevará por buena parte de España para promocionar su novela, galardonada hace un mes con el Premio Primavera.
Será mañana cuando reciba oficialmente este galardón, dotado con 200.000 euros y concedido por Espasa, y Sepúlveda (Ovalle, Chile, 1949) siente "una alegría muy grande" por haberlo ganado, "porque tiene prestigio y goza de la simpatía de los lectores". Por lo demás, añade con su sorna habitual, "es un premio simplemente, y una raya no le hace nada al tigre".
"La sombra de lo que fuimos" es una novela de exilios y desarraigos, de sueños rotos e ideales truncados, y el tono podía haber sido dramático, pero, "salvando las distancias", Sepúlveda se considera "un escritor cervantino" y ha impregnado la historia de humor, ironía, ternura y amor.
"Lo que más me fascina de Cervantes es que jamás usó el cinismo ni el sarcasmo, sino la ironía sutil, el humor basado en ternura", afirma el autor de novelas como "Un viejo que leía historias de amor", traducida a sesenta idiomas.
La novela premiada "nació casi de una anécdota". Hace "tres o cuatro años" Sepúlveda se reunió en Santiago con unos amigos y ex compañeros de lucha, y descubrió varias cosas: que todos estaban "al borde de lo sesenta años" y que tenían "una serie de anécdotas" que no contaban "por una especie de pudor político".
"Recordamos también meteduras de pata que, lejos de avergonzarnos, nos demostraban que aquel empeño por cambiar el mundo a nuestra manera había sido muy hermoso, y el balance final era muy positivo", indica este escritor que desde hace doce años reside en Gijón (Asturias).
"Nos quitaron el país y nos obligaron a irnos al exilio. Estuvimos en la cárcel -Sepúlveda pasó en ella casi tres años-, pero nos quedó algo que nadie nos podrá quitar jamás: cinco años, del 68 al 73, en los cuales vivimos tan intensamente que tendrían que matarnos cinco veces para quitarnos eso", asegura.
En "La sombra de lo que fuimos" el autor refleja el desengaño de tres chilenos sexagenarios condenados al exilio por la dictadura, que se reúnen en Santiago 35 años después de todo aquello, convocados por un legendario luchador anarquista para asestar un postrero golpe a la oligarquía pinochetista.
Sepúlveda narra una historia breve, "una de tantas", porque este libro le sirvió "para soltar la mano" y encontrar la clave para una historia más amplia que se llamará "Los años felices". Empezará en el 68 y terminará en el 89, con la caída del muro de Berlín, y el autor recordará esos años "no desde el punto de vista de la nostalgia, sino del humor".
Ganador de premios como el Rómulo Gallegos, el Gabriela Mistral o el Tigre Juan, Sepúlveda dice que, de los años sesenta y principios de los setenta, "queda la memoria y la formidable herencia de Allende".
"El ejemplo de Allende va a ser iluminador porque genera en los chilenos, sobre todo en los jóvenes, el orgullo de ser parte de un país que intentó algo diferente, una revolución pacífica", subraya el escritor, que tuvo "el honor" de pertenecer a la guardia personal del presidente.
La sociedad chilena tiene deudas pendientes con respecto a los represaliados de la dictadura y, entre ellas, Sepúlveda reclama "una respuesta estatal hacia las víctimas" y una nueva Constitución, cuestión esta última que ha propiciado la presidenta de Chile, Michelle Bachelet.
"En ese sentido el gobierno de Bachelet ha sido ejemplar, el mejor gobierno de la historia republicana de Chile, junto con el de Allende", asegura.
La presidenta chilena "es una mujer de una audacia e inteligencia asombrosas, que ha logrado un acuerdo nacional para que haya una nueva Constitución, inspirada en el ejemplo español de la Transición", añade.
Y es que Sepúlveda cree que mientras no haya un nuevo texto legal, "aprobado por todos los chilenos", "no empezará realmente la verdadera transición". "A partir de ese momento, vendrá la gran recuperación de esa memoria histórica tan necesaria", afirma el escritor.
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