Este reportaje de investigación es el séptimo de una serie de ocho donde se analiza por qué no ha habido otros ataques terroristas a Estados Unidos tras el 11-S. (Lee la introducción de Slate a esta serie)
Al presidente Bush le gustaba decir que Al Qaeda odiaba Norteamérica porque es una democracia. Eso es cierto en un sentido limitado: Osama Bin Laden muestra poco interés por emular dicha forma de Gobierno. Pero, si lo que mueve a Al Qaeda a atacar a Estados Unidos es provocar un levantamiento popular interno que fuerce a este país a batirse en retirada del mundo musulmán, tal como algunos piensan (véase 'La teoría del peso del éxito'), entonces Bin Laden debería estar 'encantado' con que Estados Unidos sea una democracia. Después de todo, las democracias son mucho más vulnerables a los cambios en la opinión pública que las dictaduras. Las elecciones pueden ponerle a tiro a Al Qaeda la ocasión de aterrorizar a los ciudadanos y motivar un viraje radical en la política gubernamental. ¿Orquesta realmente Al Qaeda sus actuaciones para que coincidan con periodos electorales?
A la izquierda, un ZP victorioso y a la derecha, un derrotado Rajoy, la noche electoral de 2004.
Tres destacadas personalidades en materia de seguridad así lo creen: Daniel Benjamin, anterior director de política antiterrorista en el Consejo Nacional de Seguridad (NSC) de la Casa Blanca bajo el mandato de Clinton (de quien se dice que se espera que se haga cargo de la cartera de lucha contra el terrorismo del Departamento de Estado de la Administración Obama); Richard Clarke, ex coordinador de seguridad, protección de infraestructura y antiterrorismo del NSC de la Casa Blanca de Clinton y bajo el mandato de Bush, y Bruce Riedel, antiguo alto funcionario de la CIA. En una pieza que escribió el propio Benjamin para Slate dos semanas antes de las elecciones presidenciales, argumentaba que las elecciones eran "un filón, puntos de inflexión en la Historia, y los terroristas quieren demostrar que son jugadores de primera línea en momentos decisivos". Esta tesis vendría respaldada por los siguientes hechos:
Las elecciones serían "un filón, puntos de inflexión en la Historia, y los terroristas quieren demostrar que son jugadores de primera línea en momentos decisivos"
¿Logró Al Qaeda lo que buscaba? Si creemos que lo consiguió, habríamos de partir también del convencimiento de que Al Qaeda prefería un Gobierno más manso en España y en cambio más duro en Estados Unidos (excepto en la Cámara de los Representantes, donde preferiría una mayoría menos dura) y que, por alguna razón, prefería a Asif Ali Zardari antes que a su mujer. Nada de esto tiene mucho sentido. Es posible que Al Qaeda albergara ideas incorrectas sobre cuál sería el desenlace de esta serie de acontecimientos. Por lo general se considera que Al Qaeda prefiere a los adversarios duros antes que a los mansos, porque contribuyen al 'choque entre civilizaciones', pero, ¿quién puede asegurarlo? ¿Favorece Al Qaeda a determinados partidos o candidatos? Benjamin admite que contamos con pocas evidencias que respalden esta idea. Por su parte, Benjamin H. Friedman, experto en terrorismo en el Instituto Cato, sostiene lo siguiente:
Si los atentados de Al Qaeda tienen lugar cuando más conviene a sus atacantes, (…) entonces se distribuirían aleatoriamente a lo largo del año, lo cual quiere decir que cierta [proporción], que se aproxima a 1 entre 12 a medida que transcurren los años, acontecería en el mes anterior a las elecciones. Mencionar unos cuantos ataques perpetrados en fechas próximas a periodos electorales no evidencia nada.
Por lo general se considera que Al Qaeda prefiere a los adversarios duros antes que a los mansos, porque contribuyen al 'choque entre civilizaciones', pero, ¿quién puede asegurarlo?
Otra pega es que el 11-S, el atentado de mayor envergadura, tuvo lugar casi un año después de unas elecciones generales en EEUU. El anterior ataque con bomba al World Trade Center, del que Al Qaeda estuvo detrás, ocurrió tres meses después de otras elecciones presidenciales en EEUU. Los ataques con bomba a las embajadas de Tanzania y Kenia de 1998 tuvieron lugar 'dos años' después de las elecciones presidenciales y tres meses 'antes' de unas elecciones legislativas a la Cámara de Representantes donde el asunto candente era el desliz del presidente Clinton por su aventura con una becaria de la Casa Blanca. Los seguidores de la teoría del ciclo electoral insisten, argumentando que el periodo de peligro se extiende durante el primer año de una nueva presidencia. El riesgo se explicaría porque es más probable que un presidente novato meta la pata al tomar medidas para defenderse frente un ataque o al reaccionar ante uno. Y ambas cosas mostraron ser ciertas en el caso del presidente Bush.
¿Cabría pensar que Obama sería vulnerable en este sentido? Su secretaria de Estado así lo creía durante la campaña a las elecciones primarias: "No creo que fuera casual que Al Qaeda decidiera poner a prueba al nuevo primer ministro [británico]", dijo Hillary Clinton en enero de 2008, refiriéndose al atentado con coche bomba del aeropuerto de Glasgow, cuyos autores mantenían lazos con Al Qaeda, a pocos días de que Gordon Brown se instalara en Downing Street. "Siguen nuestras elecciones tan de cerca como nosotros". Durante la campaña general, el vicepresidente Biden advirtió en la misma línea: "Recuerden mis palabras. No transcurrirán ni seis meses antes del que el mundo ponga a prueba a Barack Obama". Biden no dijo que la amenaza fuera a provenir de Osama Bin Laden pero, ciertamente, es posible. Sitúo a esta teoría en el penúltimo eslabón de la cadena de preocupación porque, si Biden está en lo cierto, entonces acabamos de entrar en un periodo de máximo peligro.
*Artículo originalmente publicado en el medio digital estadounidense Slate.
Próximamente, publicaremos el octavo y último reportaje de esta serie: 'La teoría del espacio y el tiempo', donde analizaremos si Al Qaeda ha estado esperando a que se terciara el momento oportuno a la manera prevista por la teoría de la elección o de la decisión racional.
(Traducción: Carola Paredes)
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