La hipocondría es un problema que se conoce desde tiempos remotos pero, al igual que otros trastornos mentales, ha ido evolucionando con la cultura de la época. Para los cibercondriacos, la angustiosa preocupación por su salud se manifiesta principalmente en la red de redes.
Ya en tiempos de Hipócrates se hacía clara referencia a personas afectadas con este peculiar trastorno llamado hipocondría. Aunque, a primera vista, pudiera parecer que el término procediera del antiguo e ilustre médico, en realidad tiene un origen mucho más anatómico. En la antigua Grecia se pensaba que las regiones laterales del abdomen, justo por debajo de las costillas, (los hipocondrios) eran los lugares en donde se originaba la melancolía, fomentando la aparición de trastornos tales como la hipocondría.
La esencia de este trastorno ha sido la misma, independientemente de la época: la preocupación excesiva por el estado de salud de la propia persona y la convicción plena de padecer una enfermedad que no se tiene. Las personas hipocondríacas observan concienzudamente las manifestaciones de su cuerpo con un temor siempre presente de que un determinado signo del cuerpo sea señal de una grave enfermedad. Así por ejemplo, si ven un lunar, piensan en un posible cáncer de piel o si tienen dolor de cabeza, la idea que sea un tumor cerebral aparece ante ellos. Precisamente el miedo al cáncer de nuestra sociedad actual se refleja bastante en las preocupaciones de los hipocondríacos. Se temen más aquellas enfermedades de las que más se oye hablar y más graves parecen. Ahí el cáncer ocupa precisamente un lugar "estrella".
Pese a que la hipocondría se conoce popularmente por sus enfermedades imaginarias, es tal la desmesurada preocupación por la salud de aquellos con este trastorno que puede provocar la presencia de enfermedades completamente reales: trastornos de ansiedad, insomnio, depresión... La preocupación por enfermedades que no existen termina fomentando la aparición de otras muy reales y deteriorando enormemente la calidad de vida.
Casi todo en la vida diaria del hipocondríaco gira en torno a su estado de salud. Algunos recurren a visitas constantes a las consultas de los médicos. El posterior peregrinaje por distintos centros de salud y hospitales es después, la tónica habitual. Los afectados por este trastorno no suelen contentarse con las pruebas médicas con resultados negativos, piensan que se está pasando algo por alto o que no son lo suficientemente fiables para diagnosticar su mal imaginario. De esta forma, cuando al primer médico que se recurre ya no está dispuesto a hacer más pruebas innecesarias, una tendencia habitual suele ser recurrir a otros médicos y centros distintos a la espera de que alguien pueda sacar a la luz esa enfermedad que tan firmemente creen que padecen.
En épocas más antiguas y antes de que el acceso a libros de medicina fuera fácil para la población general, aquellos afectados por hipocondría se preocupaban en base a la sabiduría popular que existía sobre las enfermedades. La limitación al acceso de información médica restringía el número de enfermedades que podían imaginarse que padecían los hipocondríacos. Algo bastante lógico, pues no podían preocuparse de padecer una determinada enfermedad si ni siquiera sabían que existía.
Cuando los libros de medicina fueron convirtiéndose en algo totalmente accesible, una buena parte de los hipocondríacos empezaron a recurrir a ellos para dar una explicación a sus "enfermedades" y también convencer al médico de sus graves dolencias. Algunos llegan a aprenderse completamente y con todos los detalles la enfermedad que creen padecer.
Con el auge de internet y el acceso de cualquier persona a ilimitadas fuentes de información sobre salud, la hipocondría ha dado un nuevo giro en su forma de manifestarse. Ahora, cualquiera con unos pocos clicks de ratón puede conocer las manifestaciones de un lupus sistémico, un melanoma o un infarto cardiaco. Y, además, están proliferando notablemente aquellas páginas que te "diagnostican" a partir de la inclusión de determinados síntomas y signos aunque con un buen porcentaje de error.
Ha sido la influencia de esta nueva tecnología sobre la hipocondría la que ha dado origen a una nueva denominación de ésta: la cibercondría. En esencia, se trata de una hipocondría típica pero que se manifiesta de forma ligeramente diferente. En la literatura médica no se emplea mucho este nuevo término pero sí se ha hecho muy popular en los medios de comunicación.
Aquellos afectados con cibercondría consultan continuamente páginas webs sobre salud debido a una preocupación desmesurada a padecer una enfermedad. A veces, lo que inicialmente es sólo una inocente consulta sobre un síntoma inocuo termina llevando a la persona en una espiral de ansiedad pensando que puede padecer una grave enfermedad.
Imaginemos que una persona, consulta, por ejemplo, en WebMD (una famosa página para hacerse autodiagnósticos) sobre un ligero dolor en el pecho. Como ese único síntoma es algo completamente ambiguo, WebMD te informa de que pueden ser varias cosas, desde ansiedad hasta un infarto de miocardio. Una persona normal, ante estos resultados suele desechar la opción más grave y pensar en lo más benigno (que también suele ser lo más frecuente) y ahí termina todo. Sin embargo, en aquellas personas predispuestas a ser hipocondríacas estas consultas las ponen al borde del abismo: "¿Y si resulta que tengo un infarto?" A partir de ahí la ansiedad aumenta y la persona comienza a plantearse la existencia de una grave enfermedad. Sigue consultando más webs sobre salud, pregunta a médicos "online" sobre su enfermedad, etc.
Así pues, internet no sólo ha supuesto un incremento en las enfermedades que los hipocondríacos pueden imaginarse que sufren, también favorece que aquellas personas predispuestas a sufrir una hipocondría puedan caer en ella. De hecho, es una tendencia similar a lo que está ocurriendo con la ludopatía y los juegos de azar a través de internet. De tal forma que la ludopatía está aumentando claramente en nuestro país. Y no es que los juegos de azar creen ludópatas, sino que aquellos que están predispuestos a serlo es más fácil que terminen siéndolo al tomar contacto con el juego desde la comodidad del hogar.
La población de hipocondríacos también está en aumento, aunque hay pocos datos oficiales sobre la magnitud de este aumento debido a internet. Tampoco hay muchos datos sobre la población de hipocondríacos española, aunque se estima que se encuentra entre el 1-3%. Debido a que muchos de los hipocondríacos no llegan a atreverse a acudir a la consulta del médico y se quedan padeciendo su trastorno en silencio, es difícil conocer la magnitud de este problema.
Internet ha supuesto un increíble avance en la información sobre cuestiones de salud de la población. Pero dentro de esa población hay un pequeño porcentaje especialmente vulnerable a los datos que se ofrecen sobre enfermedades. En ellos, esa información se convierte en desinformación y el autodiagnóstico es casi siempre el peor posible.
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