Vampiros y licántropos de garrafón para una secuela innecesaria

Es triste, pero de las propuestas de esta semana, sólo aprueba la de Volpini, 'The visitor'. Ni 'Hotel para perros' ni 'Underworld 3' nos han convencido. La primera por insustancial y aburrida; la segunda porque pretende explotar la gallina de los huevos de oro de una saga que hace tiempo que dio de sí todo lo que tenía.

'Underworld: La rebelión de los licántropos', de P. Tatopoulos (por A.M.)

Es curioso como un tipo com Len Wiseman se pueda creer tan bueno como para desembarazarse de la fanquicia que le alumbró. De 'Underworld' I y II se llevó a la guapa y un pasaporte hacia más pasta ('La jungla 4.0'). Aquí firma el guión para que un francés con nombre de griego —autor hasta ahora de los efectos especiales de la saga— perpetre, no una serie B (ése era el punto de partida), sino algo que se sale del alfabeto.

Pasando por alto los peajes que debe pagar una clara pieza de género como fue la inaugural, Kate Beckinsale y Scott Speedman hacían que las penas con pan fueran menos. En la segunda se les notaba cansados y en esta directamente han pasado el relevo a los Michael Sheen y Rhona Mitra de turno, al primero para insuflar algo de prestigio anoréxico (acaba de de ser David Frost contra Nixon) y a la segunda porque es resultonamente neumática y recuerda a la vampira original. Recomiendo a todo el que no sea un fan acérrimo que la evite como un collar de ajos o una bala de plata. Y a los que, por veleidades de la vida, amaran el original, mayor prevención aún.

Ah, y por si le sirve de arreglo a alguien, los actores titulares no salen con la excusa de que esta es una precuela.

Valoración: 2/10

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'The visitor', de Thomas McCarthy (por F.V.)

Profesor universitario en horas "baja, a ver si soy yo el que no ha subido a casa" se traslada a Nueva York para una conferencia que parece que le ha puesto el Destino.

El único problema es el final, en el que la solución, al romántico que uno lleva dentro, al práctico calculador que uno lleva dentro, al cartesiano que una lleva dentro, le parece evidente. Hasta ese desenlace la película fluye, sencilla, llena de emoción, creíble, próxima, divertida y con la boca abierta ante las interpretaciones, entre las que destaca la de su protagonista, Richard Jenkins.

Nota al margen: ¿Qué relación habrá —‘Green Card’ (‘Matrimonio de conveniencia’)— entre la percusión y la temática del inmigrante?

Valoración: 8,5/10

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'Hotel para perros', de Thor Freudenthal (por A.M.)

La gran genialidad de Salinger consistía en saber escribir como un adolescente cuando en realidad tenía 32 años. Si a los adultos nos piden que dibujemos una casa como lo habríamos hecho en el jardín de infancia, es imposible que nos salgamos de los bordes con la misma soltura y desenfado que entonces. Hay ciertas cosas que ya no vuelven. Es mi excusa para decir que no soy un buen juez para 'Hotel para perros'. Cuando las hipotecas pasan a ser un tema de conversación infranqueable y los domingos en pantuflas, un alivio, se pierde la condescendencia para aplaudir la cucamona de un perro tierno. Deberíamos contar en estos casos con un colaborador sacado de 'Juego de niños' que hiciera de intérprete. Me presto a transcribir sus juiciosas (por desprejuicidas) opiniones horizontales.

Dos huérfanos, entre ellos la muy redicha sobrina de Julia Roberts montan un hotel para perros porque tienen un corazón que no les cabe en el pecho. Hay alguna complicación que se soluciona con un discurso conmovedor. Fin. Si yo fuera actor, también iría a donde más grandes me extendieran los cheques, pero eso no quita para que sea una pena ver a Don Cheadle arrastrarse por estos lodos.

Valoración: 1/10

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