El favor que los impresores españoles quieren devolver a Steve Jobs

Steve Jobs candidato al premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Seguro que ya has leído la noticia. Pero, ¿por qué? ¿de quién ha sido la idea? La respuesta está relacionada con el gremio de las artes gráficas. Es decir, ¡los impresores!

En realidad, todo empezó en los 80 y 90. Entonces, cuando uno se adentraba en una imprenta o en la sala de máquinas de un periódico era fácil encontrarse con unos ordenadores de lo más extraño, que lucían el logo una manzana mordida multicolor. Aquellas fabulosas máquinas parecían estar impregnadas del halo de misterio que rodea a algunos de los secretos del gremio de los impresores. Sí, aquellos ordenadores eran los primeros Apple Macintosh que se podían ver por España, cuando la empresa californiana ni siquiera tenía oficinas en nuestro país.

No es poco lo que Apple debe a los profesionales de las artes gráficas, pues gracias a ellos la plataforma Mac aguantó incluso la dura travesía por el desierto de los años 90. En esa década en la empresa escaseaba la ‘magia’ tras abandonarla Steve Jobs. El ex directivo de Pepsi John Scudlley llevaba el timón por aquel entonces y se encontraba desbordado ante el empuje de los PC asiáticos de bajo coste.

Uno de esos veteranos y fieles usuarios es Ángel Luis Fernández, presidente de la Asociación de Empresarios de Artes Gráficas de Asturias (AGA), veterano 'maquero' e impulsor de esta candidatura. Su primer Macintosh fue el modelo IIci que compró por más de un millón de pesetas de las de 1989. Desde entonces y hasta hoy ha tenido 12 ordenadores con la marca de la manzana. Tras intentar hace 5 años que Steve Jobs fuese nominado a los precios Príncipe de Asturias, con motivo del 20 aniversario del Mac, ha tenido que esperar hasta ahora, año en el que el mítico ordenador cumple 25, para que la candidatura cobre fuerza.

Al preguntar a este empresario el motivo que ha llevado a su asociación a presentar como candidato a Jobs con el apoyo de la Federación Española de Industrias Gráficas lo tiene bastante claro: "Es la persona que más ha mejorado la relación entre la máquina y el hombre". Tan convencido está de ello que se encuentra recavando adhesiones hasta el mes de abril —que es cuando se reúne el jurado de los premios—. Algo que hace sobre todo entre asociaciones empresariales y universidades, aunque cualquiera puede apoyar la propuesta.

Preguntándole sobre esa histórica fidelidad de las gentes de su gremio con Apple, nos cuenta que la clave está en la "coherencia" de los Mac, para ellos eso ha sido clave a la hora de obtener resultados exactos entre lo que se ve en pantalla y lo que se reproduce en papel. De hecho, nos explica que la fidelidad del sector está provocada porque desde hace muchos años Apple apostó por ellos al difundir el lenguaje de impresión PostScript y desarrollar las impresoras LaserWriter, que mantenían la fidelidad entre lo que aparecía en la pantalla y las pruebas impresas. Precisamente esa 'coherencia' de las tecnologías de Apple es el factor que señala como la principal clave de que la comunidad de usuarios en España naciese entre los profesionales creativos, pues estos "prefieren no comprar algo mediocre".

Francisco José Gálvez, profesor de Medios Informáticos en escuelas oficiales de arte —y que ha estado al cargo de aulas equipadas por completo con ordenadores de Apple—, nos confirma también este extremo. En su opinión, aunque los Macs han comenzado ahora a difundirse entre el gran público, para la gente que ha trabajado en el terreno artístico siempre han sido muy populares. "Cuando estudiaba Bellas Artes en la Facultad de Cuenca en las aulas no había ninguna otra cosa que no fuesen macs", explica. Mientras para muchos eran máquinas extrañas en los 90, entre alumnos y profesores de artes lo normal era utilizar Photoshop o Freehand en el Macintosh.

De todo esto la sensibilidad y el instinto de Steve Jobs son culpables en gran parte. En su emotivo y celebérrimo discurso en la Universidad de Stanford que puede verse en YouTube, Jobs explica cómo surgió la historia que puede culminar en su premio Príncipe de Asturias:

Y mucho con lo que me encontré después como consecuencia de hacerle caso a mi curiosidad e intuición resultó no tener precio. Déjenme ponerles un ejemplo: Reed College [la Universidad que abandonó] ofrecía en ese momento la que quizás fuera la mejor enseñanza de caligrafía del país. A lo largo del campus cada cartel, cada etiqueta y cada cajón estaban bellamente caligrafiados a mano. Como había abandonado los estudios y no tenía que ir a las clases obligatorias, decidí ir a clases de caligrafía para aprender a hacer eso. Aprendí sobre tipografías 'serif' y 'sans serif', sobre el espacio entre las letras, sobre aquello que hace grande una tipografía. Era hermoso, histórico, artísticamente sutil de un modo que la ciencia no puede captar, y me pareció fascinante. Nada de esto tenía la más mínima aplicación práctica en mi vida. Pero diez años más tarde, cuando estábamos diseñando el primer Macintosh, todo esto volvió a mi mente. Y diseñamos el Mac con todo eso en su interior. Fue el primer ordenador con una tipografía bonita. Si nunca hubiera ido a ese curso universitario, el Mac no hubiera tenido varias tipografías o fuentes espaciadas proporcionalmente. Y como Windows simplemente copió a Mac, posiblemente ningún ordenador los tendría ahora. Si nunca hubiera decidido dejarlo [la Universidad] y hacer ese curso de caligrafía, los ordenadores personales no tendrían la maravillosa tipografía que poseen.