VARSOVIA (POLONIA).- Ser underground equivale a estar a la última en todo aquello que no se lleva. Sin embargo, en Varsovia el término obtiene un significado muy diferente: el literal, es decir, ‘subterráneo’. Y es que hoy te llevamos precisamente en una ruta 'underground'. La Varsovia a dos metros bajo tierra es una rica y viva ciudad en la que puedes encontrar de todo. Hasta lo que yo denomino como ‘hombres topo’. Una manera diferente de vivir la vida, muy característica de la capital polaca.
Varsovia 'a la vista'.
Los populares pasos subterráneos que existen en muchas ciudades españolas, para atravesar una gran avenida de un lado al otro o para hacer intercambios de tranvías (no tanto en las estaciones de metro), aquí son complicadas redes de pasillos que albergan infinitud de negocios de lo más variado e inesperado. Un lugar por el que transitan miles de personas diariamente, sobre todo en los más céntricos, y en el que otras tantas llevan a cabo su vida. Por supuesto, no todos son igual de grandes o populosos, ya que los del centro de la ciudad son más importantes por razones obvias de número de transeúntes y clientes, pero todos cuentan con una gran vida desde primera hora de la mañana —aproximadamente desde las 6 am— hasta última hora de la jornada laboral polaca —sobre las 18.00 o 19.00—.
Hallarás gran variedad: desde coquetas lencerías, tiendas con vestidos de noche, pasando por las típicas disco-tiendas para adolescentes. Sin embargo, lo que más me sorprende son las carnicerías, verdulerías, pastelerías…
Para poder ser más concreto voy a centrarme en la descripción del más grande de todos y el que con más seguridad conocerás si visitas Varsovia: el subterráneo de la Estación Central de Trenes. Situado bajo la superficie del céntrico edificio ferroviario, todo el subsuelo que no se ve es en realidad una amplia maraña de pasillos, de unos cuatro o cinco kilómetros de longitud con decenas de tiendas, pubs, restaurantes, carnicerías, boutiques o cualquier negocio que se pueda desear. Todo ello acompañado de los ya mencionados ‘hombres topo’, una subespecie (no por menos evolucionada, sino porque prácticamente viven bajo tierra) que pasa todas las horas del mundo en esos pasillos. Unos porque trabajan en los locales, otros porque se cobijan allí de los fríos días del largo invierno y otros porque se dedican al contrabando de tabaco. Una actividad muy común en estos lugares. No te asustes si un gran ‘hombre topo’ o una desaliñada ‘mujer topa’ te susurra cuando desciendes las escaleras de entrada a este mundo mirando en otra dirección: "Papierosy, papierosy". No es ningún insulto ni recibimiento descortés, tan sólo el ofrecimiento de "cigarrillos, cigarrillos". Más concretamente de cartones de marcas impronunciables llegadas de manera ilegal desde Ucrania a precios irrisorios. Un negocio que genera mucho dinero y que ha sido centro de muchas leyes y acciones policiales con desigual éxito.
Y Varsovia 'underground'.
Tras pasar junto a los porteros de estas pequeñas ciudades bajo tierra, hay que tener en cuenta una cosa, pese al aspecto inseguro, viejo y hasta un poco peligroso que pueden transmitir estos lugares a los desconfiados turistas, Polonia, Varsovia y todos los subterráneos de la ciudad son los lugares más seguros que se puedan concebir. Es muy raro que nadie robe o atraque a otras personas. Un logro alcanzado en los últimos cinco años y del que los propios polacos se muestran más que orgullosos, ya que no siempre ha sido así. De hecho, a poco que prestemos atención, podremos ver muchas parejas de vigilantes de compañías privadas vestidos como 'Iron men' (con chalecos antibalas, botas militares…), que velan por nuestra seguridad. Así que tranquilos y a indagar en las maravillas escondidas.
Se puede disfrutar de muchos negocios. Y, como consejo, es divertido recorrerlo buscando el negocio más exótico o extravagante, que depende de los gustos de cada uno. Existen desde Mc’Donals o Dominum Pizza, hasta típicos restaurantes polacos, con interiores de madera y tapetes como los del sofá de la abuela sobre las mesas. Amén de abundantes kebabs, restaurantes tailandeses o méxicanos y de muchos otros rincones del planeta. Se puede disfrutar de la tranquilidad en el interior de teterías (kawiarnia) o de la diversión de un engalanado pub que reparte a mansalva cervezas de medio litro o chupitos de vodka.
Las tarjetas tiemblan ante la gran variedad de boutiques, a menudo para señora, que van desde coquetas lencerías hasta tiendas con vestidos de noche de lo más elegantes, pasando por las típicas disco-tiendas para adolescentes con luces intermitentes, música dance y dependienta mascachicle. Sin embargo, lo que más me sorprende son las carnicerías, verdulerías, pastelerías… que ofrecen un aspecto inmejorable, con productos de muy buena calidad y una clientela fiel y abundante que acude cada día al subsuelo para brotar un rato después con las bolsas de la compra a rebosar. Hay hasta un supermercado tipo Carrefour, pero de otra firma. Abundan los negocios de informática, de electrónica, las floristerías, tiendas de productos de belleza o de cuidado capilar, de videojuegos o películas en DVD. Agencias de viajes, puestos para cambiar divisas (Kantor), sex shops, hot spots (cuartuchos en penumbra con cuatro o cinco máquinas tragaperras abiertos las 24 horas de día), joyerías. Cualquier cosa que quieras imaginar.
Y es tal la importancia de estos lugares que hasta existen algunos especializados. Por ejemplo, uno está repleto de tiendas de informática y electrónica, otro de vendedores de cartones de tabaco… así, dependiendo de lo que se quiera, ya se sabe dónde ir. Sin duda, los subterráneos son una parte que no aparece en las guías de viaje de la capital polaca, pero que a aquellos que les interese les reportará una interesante experiencia. Un condimento indispensable si queremos conocer a fondo Varsovia y un agradecido refugio para los días invernales en los que se alcanzan los 10 o 20 grados bajo cero. No cuesta mucho adentrarse en el mundo underground y conocer a algún ‘hombre topo’.
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Ya me habían hablado de la vida subterránea de Cracovia... cada vez tengo más ganas de ir a Polonia... +
Los subterráneos de Munich tampoco están mal, te puedes ir desde la Estación Central andando sin pisar la calle, lo que se agradece mucho en invierno. +
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