BOMBAY (LA INDIA).- No hay muertos. Ni hay heridos a la vista. Pero el city tour hacia el corazón de Mumbay-Bombay, comienza a bordo de una ambulancia. Entre frasquitos de medicamentos, nos bamboleamos esquivando motos, vacas, bicicletas, siempre atentos a lo que dice nuestro guía, que es un médico. El doctor Vinayak Sonawane, egresado de la Universidad de Mumbay, nos conduce a un destino que, por célebre, no deja de ser triste: le dicen 'el Harlem de India'. Y es famoso porque aquí se filmó parte de Slumdog Millionaire, la película de Danny Boyle recién estrenada y candidata a diez Oscars.
Daharavi, el 'Harlem indio'.
Pero el barrio de Mumbay al que viajamos se llama Dharavi. Y es, según las estadísticas, el barrio de chabolas más grande de Asia: un mar de casitas de chapa convertido en atracción turística. Un laberinto de calles angostas y embarradas, donde el doctor Vinayak trabaja como médico para una ONG, y a cambio de una colaboración, 'a voluntad', usa la misma ambulancia donde lleva medicinas para transportar turistas curiosos.
Esta vez, los invitados del doctor Vianayak son dos chicos que vienen de Madrid: Luis, de 19 años, y su amigo Carlos, de 20. Adentro de la ambulancia veo que sus caras, de piel muy blanca, están arrebatadas por el sol. Dicen que llevan dos meses viajando por India. Y cuentan que hicieron rafting en los afluentes del Ganges y que lo pasaron fantástico comiendo en terrazas con vistas al Taj Mahal. A Dharavi llegaron gracias a una amiga alemana, quien les dijo que el barrio de chabolas era 'impresionante': más de un millón de personas viven aquí en condiciones infrahumanas. El doctor Vinayak dice que la mayoría de los turistas llegan gracias a las guías de viaje, y nos recuerda que Dharavi aparece como 'punto de interés' en la famosa guía Lonely Planet.
El fenómeno no es nuevo. La pobreza extrema hace décadas que no está a simple vista en los países más avanzados de Europa, y por eso las nuevas generaciones de europeos pagan para verla de cerca. En Río de Janeiro existen tours para conocer las favelas. Y en Buenos Aires, cualquiera que pague 50 dólares puede acceder a una excursión por la superpoblada 'Villa 20', en el barrio de Lugano. En la India existe un gran circuito de lo que algunos llaman 'turismo solidario' y otros 'morbo occidental'. Pero cuando ya estamos por llegar al barrio de chabolas más grande de Asia, Luis dice que no todo el 'circuito solidario' de India es recomendable.
"Nosotros estuvimos diez días en el Centro de las Misioneras de la Caridad Madre Teresa" —en Calcuta—, "bañábamos a los enfermos terminales" —explica Luis, y aclara: "Queríamos ayudar a la gente. Pero ahí uno no se siente útil. Hay peña que se apunta como voluntaria sólo para conocer a otros voluntarios y conseguir compañero de viaje. Hay demasiados turistas". Así, la red de 'turismo solidario' no sólo se extiende por todo el mundo, sino que tiene su propio ranking de calidad y espectacularidad. Quien viaje a México, por ejemplo, debe saber que el conglomerado de barrios pobres de Neza-Chalco-Iztapalapa, es el 'asentamiento irregular' más grande del mundo: cuatro millones de personas enfrentan ahí a las penurias propias de la pobreza. Mientras que entre los que vuelan a Asia, ya corre la voz de que el municipio de Orangi, en Karachi, ha superado en cantidad de habitantes y miseria al municipio de Dharavi, que ahora vamos a visitar.
Mumbay siempre estuvo cubierta por un halo entre místico y glamoroso. Con 20 millones de habitantes, es la ciudad más progresista de la India, la que encarna las esperanzas de que el país sea un rival económico de China, y la que concentra la mayor industria cinematográfica del mundo: más de novecientas películas cada año se filman en esta fábrica de sueños, que por parodiar a sus 'primos' de Estados Unidos llaman Bollywood. El barrio Dharavi, al que estamos por llegar, es la cara triste del mundo del espectáculo.
Dharavi está sobre una lengua de tierra ganada al mar y mide dos kilómetros cuadrados. Ahí vive casi un millón y medio de personas. Más que un barrio, es una ciudad dentro de otra ciudad. Y acá el calor es espeso, hay mucha agua estancada y en cuanto bajamos de la ambulancia sentimos que el suelo es blando. Parece esponja con barro. Pero no es tierra. El doctor Vinayak nos anuncia que "pisamos basura". Porque gran parte de Dharavi creció sobre el basurero de la ciudad, que aquí llaman Deodenar Dumping Ground. Justo ahí, aparcamos.
El trekking entre chabolas comienza en silencio. Luis y Carlos observan a un chico descalzo que junta agua de un charco. "La mayoría de esta gente son hombres que vinieron solos del interior de India a probar suerte a la gran ciudad —dice el doctor Vinayak, y como quien se acuerda de algo importante, avisa que nos pongamos repelente de mosquitos, por la malaria—. La gente de aquí es inmune. El mayor problema que tenemos es el sida".
El paisaje es desolador en Dharavi. Muchos reciclan basura y de eso viven. Los que tienen más suerte trabajan bajo una hilera de tubos fluorescentes confeccionando tapices. Los artesanos engarzan a mano miles de cuentas brillantes que dibujan aves, elefantes, tigres. Gran parte de este escenario apocalíptico sin salida es el que quiere transmitir Danny Boyle en su película 'Slumdog Millionaire'. El doctor Vinayak dice que, por su buena calidad, los tapices de Dharavi se exportan a todo el mundo y que en cualquier mercado local cuestan 20 euros o más. "Esta artesanía llegó a producir ganancias de hasta 650 millones de dólares anuales", nos cuenta. Y lo dice con orgullo, en parte porque la ONG Niramaya, que él representa, consigue trabajo a la gente. Aunque después comenta que los artesanos cobran menos de un euro por jornadas de trabajo de hasta 16 horas diarias.
Antes de volver a Madrid, el próximo destino de Luis y Carlos son las paradisíacas playas de Goa —400 kilómetros al sur de Mumbay—. Pero ahora, mientras estamos con los pies embarrados en el barrio chabolas más grande de Asia, el doctor Vinayak espera que Luis y Carlos hagan un aporte para su ONG, "a voluntad". De fondo, sobre los techos de chapa de Dharavi, asoman los altos edificios de Mumbay. Estamos a pocos minutos de la parte rica de la ciudad, la que más películas produce en el mundo, en las que la pobreza de Dharavi nunca aparece.
Carlos le entrega, por fin, 1.000 rupias al doctor Vinayak: unos 15 euros. Lo mismo que en España cuesta una pizza con cerveza, en Dharavi representa el sueldo de una quincena. Todo desplazamiento en el espacio —dice Levi Strauss— es un desplazamiento en la escala social. Luis y Carlos eran ricos con su presupuesto de universitarios. Pero hay otra forma de verlo: en un momento único en la historia, en que más de la mitad de la humanidad vive en ciudades, Dharavi representa no sólo el futuro más amargo de las pujantes ciudades indias, sino el colapso del espacio urbano mundial. Y nosotros estábamos ahí, y habíamos pagado para verlo de cerca.
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