Un vídeo, cuatro acusaciones y todos los medios de comunicación

Barcelona.-  Habrá quien se perdiera el gol que dio a España la victoria en la Eurocopa, el discurso de toma de posesión de Barack Obama o el zapatazo a George Bush, pero es difícil encontrar un espectador medio que no haya visto, al menos media docena de veces, la agresión racista en los Ferrocarriles de la Generalitat.

Cerca de 300 veces estimó el Consell Audiovisual de Catalunya (CAC) que se emitió la grabación del ataque, captada por la cámara de vigilancia de los Ferrocarriles y que hoy la juez ha ordenado exhibir para abrir el juicio contra el presunto agresor racista, Sergi Xavier M.M., en un inusual trámite judicial.

No podía ser de otro modo, pues el vídeo convertía en inútil cualquier discusión jurídica sobre la autoría del ataque o las circunstancias del caso y dejaba un estrecho resquicio a la defensa, que ha concentrado sus energías en demostrar la atormentada personalidad del procesado y su abuso del alcohol y las drogas.

Como cuando en septiembre de 2007 se destapó el caso, el asedio de las cámaras ha perseguido a Sergi Xavier M.M. hasta las mismas puertas del juzgado, con un revuelo que no ha tenido precedentes ni cuando en el banquillo se ha sentado una asesina en serie, un maltratador despiadado o un mismísimo ex conseller de la Generalitat.

Las cámaras sí, pero el debate sobre la cobertura periodística del caso, que en su día dio lugar a toda clase de excesos mediáticos, no ha quedado fuera de la sala de vistas, ya que durante el juicio todas las partes, sin excepción, han hecho referencias a la difusión televisiva del ataque racista.

De hecho, en esa repercusión mediática sin parangón basa su defensa el abogado de Sergi Xavier M.M., que ha conseguido que los forenses que examinaron a la menor admitan que las secuelas que sufrió la menor se vieron exacerbadas por la constante difusión de su vivencia y la "magnificación" que hizo su entorno de lo sucedido.

Con numerosos periodistas siguiendo el juicio a sus espaldas, Sergi Xavier M.M. se sentaba hoy frente a cuatro acusaciones, la fiscalía, la particular ejercida por su familia y las populares que representan la Generalitat y la organización Sos Racismo.

Pero cuando el joven pasó a disposición judicial, antes de que se difundiera el célebre vídeo, no había en el juzgado ni una sola acusación, ni siquiera la pública, que días después solicitaba al juez instructor el ingreso en prisión preventiva del detenido, como ha recordado hoy su abogado.

Pocos días después, las imágenes de la agresión daban la vuelta al mundo y motivaban el desembarco en Barcelona de la ministra ecuatoriana de Asuntos Exteriores, María Fernanda Espinosa, para dar su apoyo a la familia de la víctima y anunciar que el Gobierno ecuatoriano les pagaba al cotizado letrado Juan Córdoba.

Ese abogado criticaba hoy en el juicio que la defensa pretendiera limitar las secuelas de la víctima a la repercusión periodística del caso: "como si los medios se hubieran inventado la agresión".