La memoria periodística

Hace unos meses Iñaki Gabilondo, maestro de periodistas, dedicaba el monólogo con que abre a diario su informativo en Cuatro a 'El turista suicida', un reportaje emitido por Sky Real Lives en el que se mostraban las imágenes de un enfermo terminal suicidándose ante las cámaras. Gabilondo fue muy duro con una cadena "dispuesta a todo con tal de conseguir buenos índices de audiencia".

(Cuatro)

¿Ha perdido Gabilondo la memoria?

El pasado viernes Iñaki Gabilondo, maestro de periodistas, presentaba en Cuatro 'El turista suicida', reportaje de la cadena Sky Real Lives en el que se mostraban las imágenes de un enfermo terminal suicidándose ante las cámaras. Gabilondo fue muy transigente con una cadena, "Cuatro, que les ofrece este documental con la esperanza de que les ayude a reflexionar. Bien para confirmar sus puntos de vista, bien para modificarlos".

Los grandes periodistas tenemos una mente tan rica y compleja que, para ser coherentes con nosotros mismos, nos vemos obligados a cambiar de opinión constantemente. Sin remilgos, sin pudor, sin avisar. Es una de nuestras grandezas. Yo cambié mi opinión sobre Hugo Sánchez el mismo día en que el mexicano dejó el Atlético de Madrid y fichó por el Real Madrid. Gabilondo, la suya sobre el documental de Jon Zaritsky en el mismo momento en que Cuatro compró sus derechos. Los del documental, no los de Gabilondo. Incluso alguien de currículo intachable como Pedro J. Ramírez, el menos sospechoso de nuestros periodistas, tiene derecho a modificar su opinión. O a ocultarla cuando le interesa.

El día 16 de octubre, El Mundo utilizaba nada menos que un editorial para exigir responsabilidades a La Sexta, puesto que durante uno de sus informativos se había colado una imagen de Rajoy cuando la presentadora hablaba de un payaso. La Sexta alegó un fallo en sus equipos técnicos y pidió disculpas. "Sin embargo, una mera rectificación no es suficiente ni repara una ofensa que adquiere una especial gravedad, siquiera por recurrente. Si la petición de disculpas no va acompañada de una ejemplarizante depuración de responsabilidades, el supuesto arrepentimiento cae en saco roto", sentenció El Mundo en su editorial. ¡Bien dicho!

Sin embargo, fíjense qué cosas, ni este sábado ni este domingo los editoriales de El Mundo han dedicado una sola línea al hecho de que en Telemadrid, el pasado viernes, apareciese una imagen de Zapatero ardiendo, cual bruja en la hoguera de la Inquisición, sobre las llamas del accidente de avión en Búfalo. "Investigaré las imágenes", fue lo único que acertó a decir la decrépita Curri Valenzuela.

La legendaria memoria de elefante de los grandes periodistas.

Un motivo para no ver la televisión.

Ramones

Autor: Dick Porter.

Editorial: Robinbook.

Muy pocos grupos o solistas han sido capaces de poner patas arriba el mundo de la música, de quitarle las telarañas al pop y sacarle de su apatía, de revolucionar el rock and roll y devolverle la energía y la credibilidad. Elvis, Dylan, Beatles... y los Ramones. Cuatro gañanes de Nueva York, vestidos con cazadoras de cuero y pantalones rotos por las rodillas, que no necesitaron de un talento sobrenatural para alcanzar sus fines. Lo suyo era cuestión de actitud. Y de tres acordes bien engarzados. Puro punk.

Dick Porter cuenta en este libro todos los detalles sobre la ascensión y caída de la banda que dinamitó el rock. Un rock que agonizaba en su propia mediocridad. Un rock al que Joey, Johnny, Dee Dee y Tommy dieron el suficiente crédito como para sobrevivir unas décadas más. Desde sus sesiones de grabación con Phil Spector, en busca de un muro de sonido punk, a los conciertos en el desaparecido templo CBGB. Es evidente que en el siglo XXI necesitamos unos nuevos Ramones, qué duda cabe; pero como dijo Kipling, eso es otra historia que debe ser contada en otra ocasión.

De momento disfrutemos este libro, imprescindible no solo para los seguidores del grupo más potente surgido de la Gran Manzana, sino para todos aquellos interesados en la evolución de la música popular.