Amor y desamor en la Complutense

Los cursos de la Complutense en el Escorial o los de la Menéndez Pelayo en la Magdalena (Santander) no son los 'erasmus-orgasmus' que los jóvenes europeos disfrutan desde hace veinte años, pero, al fin y al cabo, "un curso de verano da para meterse mano". Aunque sólo sea durante una semana. Estudias y practicas, piensan algunos de los miles de estudiantes. Ya sea a la sombra del sobrio Monasterio que se mandó hacer Felipe II en El Escorial, ya sea en las playas o en las Caballerizas del Palacio de la Magdalena, que Alfonso XIII sólo disfrutó 13 años, a los estudiantes pocas veces les preocupa quién es el patrono que pone la pasta. Mejor disfrutar lejos de los 'politiqueos' que se traen entre manos catedráticos, políticos y patronos.

EFE

Y a los alumnos, ¿qué les importa quién financia los cursos de verano?

Durante décadas, El Escorial de la Complutense o la Magdalena de la Menéndez Pelayo compitieron por el relumbrón noticioso y veraniego, convocando a grandes figuras de la política, las ciencias o las artes. Pero siempre fue difícil compaginar el éxito de ambas universidades a la vez. En la prensa, o se cubrían las conferencias de El Escorial o se cubrían las de La Magdalena. A veces ha influido el interés puramente periodístico, otras, la orientación política de sus rectores. Y siempre, al fondo, los patrocinadores, los bancos o cajas que ponen el dinero.

En los últimos lustros, los cursos de El Escorial de la Complutense estaban financiados por Caja Madrid, a través de la Fundación de la caja que preside Miguel Blesa. Hasta este año. La caja de la capital había tomado el relevo al SCH, pero desde este verano de 2009 el Santander de Emilio Botín sustituirá a la entidad de Blesa. El pasado 4 de diciembre, el rector de la Complutense, Carlos Berzosa, y Emilio botín, se hicieron la foto mientras firmaban un acuerdo por el que "la institución académica inicia un proceso de relanzamiento".

¿Especulaciones académicas?

El mundo académico, tan cotilla y corporativista como el de cualquier otro colectivo de profesionales, se ha lanzado a las especulaciones. "Blesa se ha tenido que ir por la situación que atraviesa la caja", dicen unos; "ni hablar. Ha dejado el patrocinio porque se lo exigió Esperanza Aguirre el otoño pasado, antes de que empezara esto de los espías. Ni Berzosa —rector de 'tendencia' socialista— ni Aguirre se soportan". Tal conversación tenía lugar hace una semanas, durante un encuentro de varios catedráticos y profesores, que asistieron a la presentación del libro de un colega.

Un rector entre banqueros: de izda. a derecha, Miguel Blesa, Carlos Berzosa y Emilio Botín.

En la Caja que preside Miguel Blesa desmontan ambas versiones. Hace dos años que ya habían advertido a la Complutense de que el acuerdo "decaía". Los cursos de El Escorial "languidecían cada verano", según fuentes oficiales, aunque hubo algún intento serio de revitalizarlos. Un ejemplo fue el breve período —2005— durante el que los dirigió el prestigioso neurólogo Alberto Portera, que abandonó la tarea por falta de tiempo. "La colaboración con la Fundación Complutense se inició en un período de expansión de la caja. El paquete incluía el pago de las matriculaciones de los estudiantes en la entidad bancaria. Esas etapas tienen también sus ciclos y eso es lo que ha pasado. No hemos perdido interés por el mundo universitario. Iniciaremos otros proyectos", explican en fuentes oficiales de la caja que pilota Miguel Blesa.

No quieren ni oír hablar de que fuera una exigencia de Esperanza Aguirre a Miguel Blesa. Y menos que tenga algo que ver con la marcha de las cuentas en la segunda caja del país. El coste del acuerdo entre la Fundación Caja Madrid y la Fundación Complutense no superaba los dos millones y medio de euros, según la caja. Es más que probable que el Santander, que se ha quedado de nuevo patrocinador, se lleve con él la cartera de las matriculaciones de la Universidad Complutense.

Con Botín como patrono, dicen en medios universitarios, la Complutense tendrá que subir el perfil de los más de 2.000 ponentes que cada verano lleva a los cursos, y los "estudiantes de este verano podrán meterse mano", sí, pero también "tendrán que irse satisfechos de lo que han aprendido durante el curso", concluye un catedrático de la Universidad jocosamente.