El Vaticano exige al obispo negacionista que abjure públicamente del Holocausto

Ciudad del Vaticano.-  El Vaticano exigió hoy al obispo "lefebvriano" rehabilitado Richard Williamson que se retracte de manera "inequívoca y pública" de su negación del Holocausto para poder ejercer como prelado de la Iglesia católica.

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(EFE)

El papa Benedicto XVI. EFE/Archivo

Asimismo ha pedido a Williamson y a los otros tres obispos a quienes recientemente el Papa levantó la excomunión que acepten el Concilio Vaticano II y ha subrayado que Benedicto XVI desconocía la posición negacionista del prelado británico.

Una semana después de que el Papa reiterara su condena a la Shoah y a quienes la niegan, considerada insuficiente por destacados rabinos judíos y políticos europeos, el Vaticano hizo público hoy un comunicado con el objetivo de cerrar el caso del levantamiento de la excomunión a cuatro obispos tradicionalistas.

Un asunto que ha desatado también la polémica en el seno de la Iglesia católica y que para algunos destacados cardenales ha sido "mal gestionado" y llevado a equívocos.

Las críticas las originó el obispo lefebvriano Richard Williamson, de 68 años, uno de los cuatro rehabilitados por el Papa 21 años después de quedar excomulgado, quien negó el Holocausto y la existencia de las cámaras de gas y que, tras las protestas, se limitó a pedir disculpas al Pontífice.

Hoy, la Secretaría de Estado le ha exigido a Williamson que se retracte "públicamente" de sus posiciones sobre la Shoah si quiere ejercer como prelado dentro de la Iglesia católica.

"La postura de Williamson sobre la Shoah es absolutamente inaceptable y firmemente rechazada por el Papa. El obispo, para ser admitido en las funciones episcopales en la Iglesia, tendrá que retractarse de manera absolutamente inequívoca y pública", precisó la nota.

El Vaticano subrayó que cuando el Papa rehabilitó al prelado británico conocido por sus posiciones antisemitas, Benedicto XVI "no conocía" su posición sobre el Holocausto "en el momento de revocar la excomunión".

En cuanto al proceso de la rehabilitación de los cuatro prelados y la situación actual de la Fraternidad San Pío X, fundada por el arzobispo cismático Marcel Lefebvre, el Vaticano subrayó que la revocación de la excomunión sólo supone la "apertura de una puerta hacia el diálogo" con los "lefebvrianos".

Los cuatro obispos quedaron excomulgados tras ser ordenados de manera ilegítima por Lefebvre en 1988, que nunca reconoció el Concilio Vaticano II, lo que provocó un cisma en la Iglesia de Roma.

El levantamiento de la excomunión a estos prelados, agregó el Vaticano, "no supone" que la situación jurídica de la Fraternidad San Pío X haya cambiado, por lo que no goza de reconocimiento canónico dentro de la Iglesia.

Asismismo, los cuatro obispos "no tienen una función canónica y no ejercen lícitamente el ministerio", es decir, siguen suspendidos "a divinis" y , por tanto, no pueden celebrar misa, ni administrar los sacramentos, ni predicar.

"Para un futuro reconocimiento de la Fraternidad San Pío X es condición indispensable la plena aceptación del Concilio Vaticano II y de los magisterios de los papas Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI", según exigió el Vaticano.

Con estas exigencias, la Secretaría de Estado vaticana quiere transmitir "tranquilidad" a los sectores de la Iglesia que temían que la decisión de Benedicto XVI supusiera "un paso atrás", según señalaron a Efe las fuentes eclesiales.

Los tradicionalistas siguen sin aceptar el Concilio Vaticano II desde el cisma de 1988 y califican de "destructivas" las reformas surgidas de él.

Durante estos 21 años, tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI han intentado dar pasos de acercamiento para que los "lefebvrianos" regresaran a la obediencia oficial de la Iglesia, entre ellos la recuperación en 2007 de la misa en latín.

Sin embargo, los tradicionalistas mantienen sus "reservas" sobre el Vaticano II, aunque agradecen esa iniciativa del Papa, que considera que el proceso puede "ser muy largo" y que, según las fuentes vaticanas, además, pone en peligro el tan deseado viaje de Benedicto XVI a Tierra Santa en mayo próximo.