La noche del poeta (y la fiesta)

GLASGOW (ESCOCIA).-  Como cada 25 de enero, Escocia celebra una de sus fiestas más importantes. Este año, sin embargo, va a ser particularmente especial. Es el 250 aniversario del nacimiento de su trovador más querido, y conocido como el bardo de Caledonia, Robert Burns.

Robert Burns es el poeta vernáculo por excelencia, el escritor del pueblo, y su corta vida tuvo un impacto importante en la sociedad escocesa. El 25 de enero es la 'noche de Burns', 'Burns Night', cuando los escoceses, expatriados, extranjeros en Escocia y otra gente alrededor del mundo le rinden homenaje con el tradicional Burns supper. Esta fiesta es comparable a Navidad, ya que todo gira alrededor de una cena compartida, de puertas adentro —claro, es enero—, con un menú tradicional. La noche también tiene algo de Guy Fawkes night (en honor al hombre que intentó volar con pólvora el Parlamento inglés un 5 de noviembre), por su laicismo, aunque esta no se celebra con comida, sino, apropiadamente, con fuegos artificiales.

Lo importante de la noche de Burns es la poesía, y el teatro que recitarla conlleva. Regada por el whisky, se da rienda suelta a los melodramáticos y esto es lo que realmente hace a esta fiesta única. La poesía, relegada estos días al ámbito académico e histórico, resurge aquí con toda la fuerza que le da el ser hablada. El ambiente en las calles, justo antes de las 6 de la tarde —hora de cenar— es absolutamente eléctrico y, ya desde principios de mes, los pubs cambian su publicidad navideña por decoraciones propias de Burns.

‘Rabbie’ Burns nació en Ayrshire, que está en la costa oeste de Escocia, al sur de Glasgow, a un corto trayecto en tren. De origen pobre, se hizo un lugar entre las 'soirées' intelectuales del mundo literario de Edimburgo y creó un precedente para este país volcado en la literatura y la poesía, como lo atestiguan el Festival Internacional del Libro en Edimburgo y el Aye Write! en Glasgow. Los de persuasión histórica pueden montarse en un tren desde Glasgow Central hasta Ayr (muy cerca del aeropuerto de Glasgow Prestwick) y, desde allí, en el autobús 57 (de 8.45 a 5.50 de lunes a sábado) hasta Alloway para visitar el parque nacional de Burns (Robert Burns National Heritage Park), que contiene la casa tradicional en la que nació y muchos de los paisajes y edificios que aparecen en sus poemas. También se puede llegar a Ayr en autobús (X77 desde Buchanan Bus Station, a cada hora) y luego alquilar una bicicleta.

¿Y la comida?

La noche, si es como tiene que ser, tiene un guión concreto. El atuendo ha de ser escocés tradicional: el kilt, el sporran con daga (sgian dubh), los zapatos Ghillie y las medias de lana. El entretenimiento empieza con gaitas. Después, se le recita un poema al haggis, la estrella de una cena, que también contiene otros platos tradicionales. Haggis es una especie de morcilla de oveja con copos de avena, muy barata (£0.79 en el Lidl), que se sirve con puré de patata y de colinabo ('haggis, neeps and tatties'). Es lo más fácil del mundo de cocinar, por lo que la velada tiene mucho éxito entre la abundante población estudiante de Glasgow. Para un haggis medianamente decente, basta comprarlo en el supermercado y cocinarlo en el microondas (aunque al vapor o al horno siempre sabrá mejor, pero requiere tiempo). Las patatas y el colinabo han de hervirse por separado, y el puré se hace mejor a mano, con un utensilio de cocina hecho para ese menester y que aquí se estila mucho. Una buena dosis de nata líquida y mantequilla, sazonar bien y añadir un chorrito de whisky son mis pequeños secretos. La simplicidad del plato indica que la clave de la degustación está en su presentación.

Con un pequeño molde circular, lo más vistoso es hacer capas. Primero el puré de patata, luego el haggis y por último el puré de colinabo. Se suele servir con una salsa de whisky aunque yo he intentado una de pimienta en grano y nata, y también está muy sabroso. Un plato sencillo y humilde, al que antes de comer se brinda. Los brindis son importantes y numerosos durante toda la noche y los gourmets especialistas recomiendan usar el tradicional whisky, pero siempre que sea antes o después de la comida, ya que su gusto puede impactar en el paladar con la peculiaridad del haggis y se acaba por no percibir ninguno de los sabores. Además, al más puro estilo escocés, el plato contiene ya bastante whisky. Inmediatamente seguido de la cena, comienzan los discursos sobre la vida del poeta, los poemas y las canciones. Le siguen el tradicional brindis a las mujeres ('toast to the lassies') y su respuesta, la acción de gracias y el Auld lang syne, una canción tradicional famosísima cuya letra es un poema de Burns.

En este frío de finales de enero, el whisky, el baile y los hidratos de carbono ayudan a mantener el cuerpo dentro de una temperatura razonable; los poemas, sin embargo, ayudan a mantener la pasión nacional e intelectual de este país ardiente.

Información de interés

• Centro de información turística de Ayr

22 Sandgate, Ayr

Tel (01292) 288 688

Página web

• Web del Festival Burns 2009