PEKÍN.- En otoño del año pasado, Lin Dong, de 22 años, terminó la universidad y abandonó Qongqing con destino a Pekín. Bajo el brazo llevaba una oferta para trabajar en una de las cadenas de televisión más grandes de China. Al llegar, le dijeron que, por la crisis, no le podían contratar. Hasta hace poco, en este país un título universitario significaba automáticamente un buen trabajo y un buen sueldo. Hoy, Lin continúa buscándolo.
Muchos piden suerte al Año del Buey.
Como la mayoría de los estudiantes chinos, empezó a buscar trabajo durante su último año en la universidad. Y la búsqueda no le fue mal. Lin, que estudiaba Filología Inglesa y Comunicaciones, ganó un concurso de oratoria en inglés al que siguieron varias ofertas de empleo, entre ellas, un puesto en una universidad, otro de traductor en el Gobierno local, y alguna otra propuesta que consideró menos interesante. Todas ellas fueron rechazadas. Había apalabrado un trabajo en una de las cadenas de televisión más importante de China, así que hizo sus maletas y se plantó en la capital lleno de sueños e ilusiones. Pero el puesto prometido nunca se hizo realidad; con la crisis había que recortar gastos. Lin lleva ya más de un año buscando trabajo. "Cuando empecé a buscar trabajo había muchas ofertas, pero las cosas han cambiado mucho. Cada día es más difícil incluso encontrar anuncios de nuevas vacantes", nos cuenta.
En los últimos cinco años, la economía China ha crecido a una increíble media del 10,6%, pero para 2008 el Banco Mundial prevé que esta tendencia al alza se rebaje en 1,2 puntos. Este dato preocupa al Gobierno del país, que estima que el Producto Interior Bruto (PIB) nacional debería crecer un mínimo del 8% para generar el empleo suficiente para cubrir la demanda existente. Y es que el partido basa su legitimidad en ofrecer crecimiento económico.
Aunque la situación china es mejor que la de otros países, como España, lo cierto es que cada vez hay más desempleo, la compra de vehículos ha caído, y las inversiones inmobiliarias han bajado en picado. Además, las exportaciones, de las que China depende, se han visto reducidas por la contracción de las economías mundiales. El pasado noviembre bajaron un 2,2%, en comparación con el mismo periodo del año anterior, y ésta es la primera vez que se reducen desde junio de 2001, según la agencia de aduanas nacional.
La reducción de la demanda extranjera se traduce en menos puestos disponibles en el ámbito local. Así, más de seis millones de universitarios se unieron a la mano de obra disponible el año pasado, y un cuarto de ellos, igual que Lin, aún sigue buscando.
Algunos expertos apuntan que la crisis financiera sólo está acentuando problemas estructurales ya existentes en China. En su opinión, el número de universitarios ya estaba creciendo demasiado rápidamente y el mercado laboral no podía asimilarlos. En 2006, hubo cinco veces más graduados que en 1999.
Mientras tanto, Lin no sabe cuánto tiempo se puede permitir estar en Pekín sin trabajar. A medida que avanza la crisis le preocupa cada día más su carrera profesional, aunque intenta ser optimista: "No es lo que quiero hacer, pero siempre puedo encontrar algo enseñando inglés —afirma—. Parece que es un sector al que no le influye la crisis".
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